Hoy la reseña sobre los juegos de mesa trata sobre un clásico entre los clásicos. ¿Quien no ha jugado alguna vez al Monopoly? Su origen se remonta a un juego creado por Lizzie Maggie en 1904 que se llamaba “El Juego del Terrateniente” (“The Landlord´s Game”) con el que su autora intentó concienciar a la gente de que había que levantarse contra el capitalismo, ya que empobrecía a los que tenían que pagar las rentas, pero… su intención se vio truncada al darse cuenta los jugadores de que para poder ganar, había que conseguir un monopolio, por lo que afianzaba el espíritu contrario para lo que había sido creado.
Pasaron los años y la gente empezó a hacer distintas versiones del juego sin pedir permiso a su autora, pero añadiendo como características las calles de la ciudad donde se jugaba. En 1935 un vendedor de calefactores domésticos llamado Charles Darrow, decidió sacar a la venta una versión de su ciudad, Atlantic City, a la que denominó Monopoly, pese a sus intentos fallidos de que la casa Parker Brothers lo apoyara. El juego empezó a tener fama y buenas ventas en la zona, por lo que al final, la casa Parker se puso en contacto con él, pero esta vez decidieron patrocinarlo. Desde aquel entonces han sido muchas las versiones que se han hecho sobre el juego, pero siempre han mantenido el mismo estilo de juego.
Nuestro objetivo es muy simple, conseguir arruinar al resto de jugadores y para ello, deberemos ir comprando calles del mismo color, ya sea cayendo en ellas antes de que nadie las compre o negociando su compra con los demás jugadores. Una vez que tengamos un conjunto de calles del mismo color, podemos elegir levantar casas hasta llegar a la categoría de hotel.
Si un jugador cae en una de nuestras calles, deberá pagarnos en función de la categoría de nuestra calle y de lo que tengamos construido. Si llegamos al punto de quedarnos sin dinero, siempre podemos hipotecar o sacar a puja alguna de nuestras calles. Además, durante el juego hay varias casillas que nos premian con regalos o que nos hacen pagar deudas. Por último, recordar que cada vez que demos una vuelta completa a todo el tablero, al pasar por la casilla de salida podemos exigir un cobro de 20.000 y no debemos olvidarnos tampoco, de que podemos caer en la casilla de la cárcel, donde deberemos quedarnos sin jugar varios turnos, cosa que a veces no nos vendrá tan mal.
Un muy buen juego familiar que tal vez peque de ser excesivamente largo, pero que nos hará disfrutar de muy buenos momentos de diversión.
Tipo de Juego: Estrategia
Número de Jugadores: 2 a 8