viernes, noviembre 22, 2024

‘SuperSonic Man'(1979) El Superhéroe español

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Panini

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Si alguno de vosotros salió del cine en alguna de las calurosas tardes del verano del 2011 convencido de que el ‘Green Lantern’ de la película homónina era el superhéroe más ridículo, deplorable y peor interpretado de todos los que han pasado por la gran pantalla, debe de saber que no puede estar más errado. Si ante vuestros sufridos ojos de friki habéis visto pasar memeces superheróicas de amplio calibre como el citado ‘Linterna Verde’ del palurdo de Ryan Reynolds (al que tuve la desgracia de conocer en persona y comprobar cuan imbécil, maleducada y creída puede ser una ¿estrella de cine?), la sosa Elektra de Jennifer Garner o el Motorista Fantasma con peluquín del antaño grande Nick Cage y después de atormentaros (en pleno ejercicio de sadomasoquismo) con esas horribles experiencias habéis pensado inocentemente que no puede haber sido concebido algo más patético dentro del género cinematográfico superheróico estáis plenamente equivocados. Seguro que no conocéis la peor película jamás filmada que tenga como protagonista a un justiciero en pijama.

Seguro que no conocéis a Supersonic Man, el superhéroe español.

‘Supersonic Man’ fue descubierta por este sufrido redactor en un cine de verano en el año 1985, seis años después de su estreno original y en una época en la que mi pequeña versión beta era capaz de tragarse con entusiasmo hasta el film de penosa factura más aberrante. Supongo que ese momento de tener “amplias tragaderas” para dar por bueno cualquier bodrio lo hemos atravesado todos, cuando eramos pequeñas larvas de friki que mamábamos sin rechistar cualquier subproducto que incluyera alguna dosis de ciencia-ficción por mal realizado que este estuviera. Con el paso de los lustros, y con el proceder de nuestra maduración como personas y como frikis, hemos logrado obtener cierto juicio y paladar que nos permite valorar acertadamente (y por supuesto, según nuestros gustos)  la calidad de cada una de las numerosas propuestas que nos llegan ofertadas a los insaciables consumidores de cultura popular que somos hoy en día.

Pero en aquel verano de Frigodedos y Manos Locas de mediados de los ochenta yo no contaba con ningún tipo de filtro que impidiera a mi pequeña y limitada mente emocionarse asistiendo a la proyección de ‘Supersonic Man’ en aquel cutre cine de verano de incómodas sillas de madera despintadas y taquillero politoxicómano luciendo chándal de táctel.

supersonic_man_volando-Nueva-York

Antes de valorar la obra en si y por si no conocéis el film sobre el que os hablo no estará de más que os exponga algunos datos sobre su gestación, realización y difusión internacional; Estrenada en Mayo de 1980 y rodada en una mezcla de localizaciones tan habitual como es la de Alicante, Madrid y Nueva York ‘Supersonic Man’ fue claramente creada para aprovechar el impresionante tirón que entre la audiencia había logrado el ‘Superman’ de Christopher Reeve. Aunque ante esta acusación de oportunismo su director y guionista, Juan Piquer Simón, aseguró hasta el final de sus días que la película comenzó su rodaje a la par del de el film de Richard Donner y que el motivo del tardío estreno no fue otro que la laboriosa realización de los efectos especiales (ridículos si se comparan con los de una producción estadounidense de aquel momento pero espectaculares para tratarse de una producción patria de los setenta).

Hay un motivo para dudar de la gestación simultánea de los dos proyectos, de bastante peso además, y no es otro que la colaboración en los efectos especiales de la producción de ‘Supersonic Man” de uno de los técnicos menores que habían colaborado en la confección de los FX de ‘Superman‘. Es imposible que el técnico en cuestión (a no ser que contara con poderes divinos o con un jet privado) colaborara a la vez tanto en el rodaje en Londres de ‘Superman’ como en la realización del largometraje de nuestro héroe de factura ibérica en España y Estados Unidos.

Supersonic_Man_Sufriendo

En referencia a la participación de este miembro del cast técnico del equipo de Donner en esta producción española, se pueden comentar dos puntos bastante interesantes. El primero de ellos es la posibilidad de que el técnico en cuestión propusiera a Piquer Simón la filmación de la recreacción de varias escenas de ‘Superman’ que fueron eliminadas del montaje de Donner estrenado en cines. En la versión del director de ‘Superman’, que vio la luz por primera vez en el año 2000, se incluía en la trama una escena, descartada en el 78, que mostraba la irrupción del héroe de Krypton en la guarida de Lex Luthor y en la que vemos a Kal-El sufriendo perrerías varias en forma de trampas mortales del villano, una escena que muestra una similitud nada cuestionable con una secuencia de la película de Juan Piquer Simón.

El otro punto a comentar, y que me llena de “Odgullo y Satidfacción” al más puro estilo Borbón, es el “zas en toda la boca” que le dieron nuestros menos cualificados técnicos patrios al técnico estadounidense cuando éste comentó la imposibilidad que habían tenido en el rodaje de ‘Superman’ de que la capa se moviera al viento en las escenas de vuelo, indicando que el funcionamiento del ventilador delante de Christopher Reeve con el que se trataba de mover la capa dirigía una gran cantidad de polvo y suciedad hacia al actor y la cámara que impedía realizar tomas satisfactoriamente. “Aquí lo hemos solucionado mojando el suelo con una manguera antes de rodar” le indicó un miembro del equipo de efectos visuales. Tírate tres años haciendo un master de FX en Los Angeles para que luego venga un señor de Cuenca y te de lecciones.

La película gozó de un discreto éxito en España, pero de una más que correcta carrera comercial en los países extranjeros en los que fue exhibida en salas (Estados Unidos, Dinamarca, Noruega, Finlandia, Turquía y Alemania Occidental) y, aunque pueda doler el dato para los corazones más patrióticos, gran parte de la culpa de ese éxito (discreto éxito pero que otorgó rentabilidad a la película) se debió a la decisión de los artífices del film de ocultar su procedencia española mostrando unos títulos de crédito en el idioma de Shakespeare y renombrando a los actores no norteamericanos que intervenían en la cinta con nombres anglosajones; de esa manera el actor que interpretaba al alter ego terrícola de Supersonic man pasó de ser Antonio Cantafora a llamarse Michael Colby, el musculoso interprete José Luis Ayesterán, que vistió el ridículo traje del héroe, aparecía acreditado como Richard Yesteran y el propio director de la película, utilizando las iniciales de su nombre y primer apellido y eliminando la tilde de Simón, pasó a figurar en el cartel del film como J.P Simon.

Supersonic-Man-y-la-bebida

Una idea que vistos los resultados de la cinta funcionó maravillosamente y que desde aquí me atrevo a sugerir al insigne Alex de la Iglesia, con el fin de asegurarse una buena taquilla de su última obra fuera de nuestras fronteras, para que ofrezca una versión internacional de ‘Las Brujas de Zugarramurdi’ en la que aparezcan rebautizados Mario Casas y Hugo Silva con los muchos más atractivos nombres para los angloparlantes de Marius House y Hugh Silver y el mismo de la Iglesia con el de Axel Church. No le cobro nada por la idea, oiga. 

Dejando aparte su creación oportunista o no, sus resultados económicos y lo pobre de su realización, el film logró sorprender en su día a todos aquellos chavales de los ochenta que no nos atrevíamos ni a pestañear cuando teníamos en pantalla a un superhéroe por temor a perdernos alguna demostración de sus poderes, aun tratándose de un héroe con un pésimo gusto para conjuntar colores (azul y naranja lucía en el traje) y que llevaba más purpurina en la cara que una corista del Ballet de Norma Duval. Poco importaba la calidad fílmica que poseía el largometraje. En aquel momento, y en aquel cine casposo regido por ese toxicómano en el que los padres de unos treinta chavales habían confiado mientras ellos estaban haciendo vida social en un cercano chiringuito playero, yo estaba, al igual que el resto de la platea, gozando como el enano que era con las gestas superheróicas de aquel personaje multicolor.

Esas treinta diminutas personitas que estábamos sentadas en esas tortuosas sillas, y que tan embelesados nos hallábamos con las aventuras de ‘Supersonic Man’ que no nos percatábamos de la mano del pálido taquillero buscando monedas dentro de los bolsillos de nuestras cazadoras, estábamos plenamente convencidos de que lo que en el cine de verano se estaba proyectando era una producción de Hollywood en toda regla y para nada una película española. Y no solo era el hecho de que un personaje volara sobre el cielo de Nueva York, algo imposible de ver en una de las conocidas como “españoladas”, además todos los personajes que aparecían en la historia tenían nombres más genuinamente americanos que un desayuno de tortitas y tiras de bacon: Bill, Joe, Mr. Peterson, Patricia Morgan, Paul, Harrison…

SUPERSONIC MAN_Villano

Si valorara la película a través de la perspectiva inocente que un servidor tenía en el 85 obtendríais una visión de la película muy alejada de la real, y que sin duda no haría justicia a mi intención de que sepáis lo que os vais a encontrar si os acercáis a ‘Supersonic Man’ por primera vez o si decidís revisionarla teniendo en mente el recuerdo de una agradable experiencia al verla en vuestra niñez. La realidad es que, y tratando de ser suave, la película apesta tanto como el sobaco de un orco de Mordor después de la Batalla de los Campos del Pelennor. Así que creo que con buen criterio hablaré de lo que sufrí ayer mismo en el salón de mi casa, y espero que valoraréis el esfuerzo que me supuso estar sentando ante el televisor durante una hora y media viendo esta barbaridad delirante para poder ofreceros mis impresiones.

El espectáculo (por llamar de alguna manera a esta locura naif) comienza con la llegada de nuestro héroe a la tierra. Mientras este ser alienígena se encuentra tan solo ataviado con un apretado tanga que nos muestra que podría provenir de una raza sin órganos reproductores (ejem), una ominosa voz, que se refiere a él con el nombre de Kronos, le va aleccionando sobre su misión como protector de los terrícolas para defender a la humanidad del daño que se causa a sí misma. Supersonic man abandona la nave volando en dirección a la tierra mientras se nos muestran los créditos de apertura más cutres vistos en siglos acompañados de un main theme setentero tan hortera como pegadizo que podían haber firmado los mismísimos Bee Gees:

Si este engendro hubiera tenido guion seria evidente que el siguiente paso que nos tendría que narrar la película es la adaptación del extraterrestre ser a la vida terrícola. Mostrarnos como adquiere su identidad secreta, a qué se dedica en la tierra… En lugar de eso la segunda escena nos muestra el secuestro de un científico (al que da vida el magistral secundario español José María Caffarel, acreditado aquí como John Caffarel) a manos de unos secuaces disfrazados de minero y que se mueven a cámara rápida durante sus actos delictivos. Un recurso genial que deberían emplear todos los directores en sus películas ¿Que los ocho figurantes que has contratado aun no se han comido el bocata y no se mueven con brío y garbo en la escena? Pues nada, sigue grabando y luego aceleras las imágenes en montaje. En plan Cinexín.

Supersonic-Man-Cientifico

Estos secuaces que llevan casco de obra están armados con fusiles de asalto ordinarios que disparan rayos láser amarillos y van acompañados de un robot de tamaño humano que parece un juguete de tienda de ‘todo a un euro’ y que se mueve con la rapidez de una tortuga reumática. Tecnología punta al servicio del mal que les ha sido proporcionada por su maligno líder, una especie de Capitan Kirk rebotado y amargado interpretado por el ilustre actor norteamericano Cameron Mitchell, secundario de lujo que paso de trabajar con el maestro John Ford a participar en cagarros como el que nos ocupa.

supersonic-man-Robot

Este Capitan Kirk de malas intenciones, llamado Dr. Gulik (parece ser que todos los villanos tienen un doctorado), planea fabricar un rayo láser mortal utilizando los descubrimientos recientes del científico (que lejos de parecer cautivo se pasea por la morada del villano como Pedro por su casa). Este plan malvado no lo entiende nadie ¡Pero si ya tiene rayos mortales! ¿O acaso se le ha olvidado al Dr. Gulik la forma de volver a producir los rayos mortales que proyectan las armas de sus sicarios y por eso ha secuestrado al pobre tipo?. Sea por el motivo que fuere, Supersonic man se encuentra en su domicilio (que nos explique como ha conseguido vivienda recién venido del espacio y sin trabajo), camuflado en su identidad civil de tío delgaducho con bigotillo (no sabemos como ha mutado) y dispuesto a tomarse el té de las cinco cuando ve a la hija del desaparecido científico en la televisión hablando del secuestro de su padre.

SUPERSONIC MAN-Michael-Cosby

Apretando un reloj calculadora Casio y pronunciando las palabras “Que la fuerza de las galaxias sea conmigo” (¡toma plagio de Star Wars!), el tipo del bigote desaparece para dejar lugar al musculado actor que da vida al superhéroe con la intención de arreglar la situación. ¡Y en su primera aparición publica aparece encima de un conocido edificio madrileño para luego verle sobrevolando Manhattan! ¡Esto sí que es un derroche de medios! Empiezo la secuencia rodando en el Paseo de la Castellana madrileño y la termino en Times Square. No es el único ejemplo que muestra la película de intentos de hacer colar lugares de la capital de España como localizaciones neoyorquinas. Viendo la película dan ganas de bajar a la calle, parar un taxi y gritar al conductor algo así como “¡Rápido! ¡A Madison Avenue esquina con Barquillo!“.

En el transcurrir de la trama, Supersonic man (o Paul como se hace llamar cuando va de humano) nos deja claro que por mucho que le importe la justicia mucho más le importa ligotear con la chica de la historia. De tal manera que incluso roba una botella de champán de un restaurante para cenar con su pretendida, ante la atónita mirada del personal de cocina a los que también sustrae una pequeña botella de licor para entregársela a un borracho que misteriosamente aparece en casi todas las escenas (un superhéroe que fomenta el alcoholismo, como Iron Man), o trata de impresionarla levantando tractores ACME de cartón y haciendo uso de un extraño y ridículo poder que convierte las armas en plátanos. Ver para creer.

Super

Aparte de mostrarnos tamaña sucesión de despropósitos y por si acaso quedaban dudas de que nos encontramos ante una producción española al ver conocidos rincones de Madrid en la película, también nos encontramos en el film con multitud de actores cómicos nacionales de las décadas de los setenta y ochenta en diversos papeles. Aún estoy tratando de recuperarme de ver al afamado actor cómico Quique Camoiras (los más jóvenes que pregunten a sus mayores) en el papel del sicario tartamudo Bill. Para los imberbes que no conozcáis a este actor, ya fallecido, explicaros que verle aparecer en la película causó en mí la misma sensación que tendríais vosotros si os encontrarais en ‘Los Vengadores 2’ al teclista de ‘Camela’ haciendo de villano.

Esto es lo que vais a “disfrutar” en ‘Supersonic man”: un guion absurdo, unos efectos especiales deleznables (el realizador contaba jocoso que el efecto visual que mejor quedó en pantalla costó tan solo 2000 pesetas), unos actores protagonistas que parecen sacados del culebrón más sobreactuado de la historia, unos dignos secundarios incapaces de salir a flote de semejante barrizal, una banda sonora discotequera (y aún con lo mala que es resultó ser lo mejor del film) y un uniforme superheróico tan hortera como apretado que marca lo que hay (mucho músculo) y no marca lo que no hay (ejem de nuevo). ¿Os atrevéis a verla?

Animaos y Cantad conmigo: Ohohohoh…Supersonic man Ai Wannabiii…

Escrito por Adolfo Saro

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