Las Tierras Otoñales me ha recordado algo que, en ocasiones, olvidamos en el mundillo del cómic: que es un medio sin límites. En un mercado tan centrado en sus propios muros como es el americano, es sencillo caer en la monotonía y la repetición, pero, por suerte, en los últimos años todos estos supuestos acerca de como funciona la industria han sido dinamitados por editoriales con muchas ganas de devolver su identidad a la narración secuencial. Más allá de las maniobras de las grandes (perpetradas con más o menos acierto, eso es otra cuestión, pero siempre movidas por el vil metal), una generación de autores comprometidos con sus historias han tomado las estanterías de las librerías a base de convicción, ganas de divertir e impresionar, mezclado con un punto de necesaria arrogancia. Incluso nombres legendarios de la industria se han atrevido con estos viajes a pastos más verdes a la búsqueda de un sentido del autor que no tiene lugar en la mayoría de los grandes sellos (o por lo menos, no en el sentido promovido por las independientes). Hoy os traemos la última invención de uno de esos veteranos hechizados por los cantos de sirena del mercado independiente.
Con todos ustedes, Kurt Busiek.
Busiek lleva delante del procesador de textos desde principios de los 80, y ha pasado por todos los grandes títulos de DC y Marvel. De hecho, fue en la casa de Superman donde comenzó su exitosa carrera, pero quizá sea en la Casa de las Ideas donde más ha dejado su impronta personal. Todos recordamos éxitos como Marvels o su magnífica etapa al frente de los Vengadores con George Pérez a los lápices, y maravillas como Superman:Identidad Secreta, una de mis historias favoritas con el Hombre de Acero como protagonista (y que mis compis en La Casa de El reseñaron hace tiempo. Puedes leer la crítica aquí) para DC. Por supuesto, no olvidamos su creación más personal, la magnífica Astro Boy, que implica por primera vez al reconocido guionista con el sello Image, y que supone su apuesta inicial por el mercado independiente.
Y es en Image donde aterriza de nuevo para la publicación de Las Tierras Otoñales, obra que, sin duda alguna, está destinada a ser uno de los clásicos de nuestro tiempo. Y es mucho decir, lo sé, en un mercado tan diversificado como es el americano en estos días, y con tantas series de calidad publicadas, precisamente, bajo el auspicio de esta sorprendente editorial. Espero convenceros de las maravillas escondidas tras la magnífica portada de este tomo publicado por Norma en nuestro país, así que allá vamos.
Las Tierras Otoñales nos traslada a un mundo tan magnífico como violento y desequilibrado. Poblado por animales humanizados (esto es una historia que me he montado yo, pero imagina que si el universo de Blacksad hubiese tenido una especie de época renacentista mágica, se parecería bastante a la propuesta de Busiek), el gran sustento de esta sociedad es la magia. El comercio, la industria, la tecnología… cualquier aspecto de la vida de estos personajes se centra en la magia. Enormes ciudades sustentadas por hechizos se mantienen en los cielos, alejadas de los estratos más desfavorecidos de este implacable mundo. Las diferencias sociales son patentes, pero las castas más importantes, capitaneadas por, no podía ser de otra forma, los magos, mantienen el frágil orden gracias al control de la necesaria magia. Pero hay un problema: la magia se acaba. Cada vez es más complejo realizar el más simple de los hechizos, y la forma de vida de las ciudades flotantes se ve en peligro. En estos momentos de incertidumbre, hay magos audaces que hablan de leyendas antiguas, de un campeón capaz de restablecer el orden mágico. Para convocar a este mito, se necesita el trabajo combinado de los más poderosos hechiceros, y poner en peligro la escasa magia que queda en el universo. Y, quizá, el campeón no sea lo que estos seres necesitan. Quizá es otra cosa, un vestigio de un pasado olvidado, algo muy distinto, que no pertenece a ninguna de las tribus: algo que dista mucho de ser un héroe, y que puede ser catalizador del desastre total que esperaban evitar.
Busiek fabrica un entorno magnífico, lleno de leyendas, de sentido fantástico, desafío a la imaginación de los lectores. Las Tierras Otoñales son un ejemplo de contraste, de perfecta construcción del contexto, tan imposible que resulta palpable y casi real por la intensidad que imprime el veterano autor, que dibuja un espejo de nuestras propias miserias como especie reflejado en este mundo salvaje, bello y contradictorio. Keneil, la ciudad donde se desarrolla esta aventura, es una jaula de oro que mantiene a unos cuanto privilegiados lejos de los peligros del mundo real, y que sirve a Busiek para la velada crítica social, sin renunciar por ello a la aventura pura y dura.
El guionista no deja ningún punto de su obra sin atención, y construye la narración desde el fastuoso mundo donde transcurre la trama. La maravilla es el arma de Busiek para enganchar a los lectores, dejando bien claras las intenciones desde la primera viñeta. Lo normal en los primeros pasos de una serie nueva es que los autores dediquen tiempo de más a situar las piezas de su ajedrez particular, y la acción se ralentiza en beneficio de la ambientación o la construcción de personajes. Busiek supera estas convenciones y se sumerge sin complejos en su historia, al mismo tiempo que no pierde de vista a los personajes y sus puntos de vista. Gracias a una buena colección de trucos narrativos, Busiek demuestra la pasta de la que está hecho como escritor, y maneja los tiempos de su cómic con un respeto máximo por el lector. Las maravillas del mundo mágico de Las Tierras Otoñales son una excusa para el despliegue imaginativo de Busiek encantado de conocerse, mezclando géneros de manera tan sencilla y cómoda que facilita la inmersión total en este mundo bestial y brillante a partes iguales.
Los personajes de Busiek, como siempre, despliegan todo el arco de emociones humanas, a pesar de su aspecto animal. La esperanza, la duda, el miedo, el peso de las consecuencias, los lastres del pasado, la ambición, el ansia de poder, la traición… la gama completa en manos de un autor que siempre saca partido, precisamente, de la complejidad humana en su esplendor, de manera que estos seres se convierten en pilar de la narración y no en simple relleno. En especial, centra sus esfuerzos en dotar de contenido a Learoyd, el campeón que no pidió serlo. El misterio rodea a este soldado perdido en el tiempo, pero con habilidad y pequeños detalles, podemos construir los primeros trazos del retrato de este héroe a su pesar. Con naturalidad y sensibilidad, Busiek no olvida que para sustentar el impactante entorno de las Tierras Otoñales hay que dar vida a las viñetas. Lo cierto es que, para dar forma a este talento narrativo, ha escogido un compañero de aventuras de primer orden.
El trabajo de Benjamin Dewey es una delicia de la primera a la última viñeta. La arquitectura, el imaginativo trabajo con la extraña tecnología de Keneil, los ropajes y los mil pequeños detalles de la ciudad, nos dan la idea de la complejidad de este universo. Sus mitos, ideales y costumbres se nos presentan sin grandes aspavientos, como parte de lo cotidiano y natural. Los habitantes de las Tierras Otoñales viven entre maravillas a ojos de los lectores, pero para ellos es su día a día, su rutina, su forma de vivir. Busiek construye y Dewey ejecuta con belleza y habilidad, mostrando una maestría absoluta en todos los aspectos de su trabajo, desde el diseño puro y duro a la composición de la página y el ritmo de la narración. El dinamismo brillante de su propuesta dota de la vida necesaria a este mundo lleno de sorpresas, y nos deja uno de esos trabajos que roza la perfección visual. Sensible y salvaje, Dewey se amolda a las esenciales contradicciones del mundo descrito por Busiek. Insultantemente joven para estas cotas de talento, Dewey puede convertirse en uno de vuestros dibujantes favoritos sólo por su explosión gráfica en Las Tierras Otoñales. El acabado de tan excitante trabajo recae en las expertas manos de la colorista Jordie Bellaire, una de las mejores profesionales en su campo. La belleza de su inteligente propuesta da muestra de la intuición de la artista para entender el contexto mágico de este trabajo, lleno de paisajes urbanos de barroca hermosura y parajes naturales tan atractivos como mortales. La guinda a este pastel de tan magnífico aspecto.
Comienza un viaje fantástico, que nos deja con ganas de más. Estoy deseando ver más de esta aventura, que, os aseguro, me ha conquistado. Espada y brujería se dan la mano con la ciencia ficción, aderezado con el humanismo emocionante de Busiek y la impresionante visión de Dewey.
¡No sé que más ingredientes os hacen falta para convenceros a salir corriendo a vuestra librería favorita!
Las Tierras Otoñales se publica en España de la mano de Norma Editorial, que sigue expandiendo el número de colecciones venidas de USA en su catálogo. Presentado como volumen encuadernado en rústica, Las Tierras Otoñales os ofrecen 184 páginas a todo color de pura aventura. El precio de venta recomendado es de 19 euros para un producto que merece el desembolso.
Kurt Busiek lleva dedicado a la escritura de cómic desde principios de los 80, cuando se hizo cargo de un número de Green Lantern para DC. Desde entonces, su carrera está jalonada de éxitos, tanto para esta editorial como para Marvel, donde ha protagonizado recordadas etapas al frente de Los Vengadores o Thunderbolts. En el mercado independiente ha lanzado su obra más personal, Astro City, que todavía continúa en publicación. Las Tierras Otoñales es su última propuesta y se trata, junto con Astro Boy, de su obra más personal.
Benjamin Dewey es un joven artista que ha trabajado siempre en el mercado independiente. I was the Cat y Tragedy Series son dus dos obras más conocidas, aunque son estas Tierras Otoñales las que han puesto todas las miradas sobre el impresionante trabajo de este autor de influencias pictóricas tan señalas.
Jordie Bellaire es una de las coloristas más apreciadas de la industria del cómic. Nacida en USA, vive instalada en Irlanda, y ha dotado con su personal trabajo obras tan conocidas como Pretty Deadly, The Manhattan Projects, Ojo de Halcón o Nowhere Man. Su trabajo junto a Sean Murphy en The Wake le ha valido una nominación al premio Eisner.
[note]BUSIEK MEZCLA FANTASÍA Y CIENCIA FICCIÓN EN SU NUEVA Y SORPRENDENTE SERIE NECESITABAN UN SALVADOR. CONSIGUIERON UN SOLDADO.
Cuando un cónclave secreto de magos trae a un héroe legendario del pasado olvidado para que salve su mundo moribundo, se encuentran con un campeón totalmente distinto de lo que esperaban, y desatan una crisis a la que quizá ninguno de ellos pueda sobrevivir. Del guionista de éxito Kurt Busiek (ASTRO CITY, MARVELS), el joven artista Benjamin Dewey (I WAS THE CAT, TRAGEDY SERIES) y la premiada colorista Jordie Bellaire, LAS TIERRAS OTOÑALES da inicio a una historia épica de supervivencia y aventura en un mundo violento de brujería, desastre, brutalidad, y esperanza. [/note]