Cuando un personaje es sinónimo de misterio e intriga explotarlo solo consigue que se pierda esa sensación. Todos recordamos esa escena con una música inmejorable. La muerte de Darth Maul. Todos creíamos que este Sith se sumiría en el olvido, que apareció en unas cuantas novelas, pero que murió en la película, no se podían aprovechar más de él. Hasta que apareció la cuarta temporada de la serie 3D Clone Wars.
Para poneros en antecedentes, aunque no quiero tratarlo demasiado, Savage Opress, el hermano de Maul, descubrió que éste seguía vivo, así que su misión fue encontrarle. Finalmente, brujas mediante, Darth Maul resurgió, pero más peligroso que nunca. De eso trata precisamente Death Sentence, de la vuelta del Sith rojo con tatuajes negros.
Como decía, cuando un personaje está demasiado explotado y las resurrecciones son un recurso para traer de vuelta a lo mejor de una película mediocre, vas con prejuicios. No es inusual leer un cómic sabiendo (o creyendo esta vez) que no te va a gustar. Pues ante todo digo que me llevé una gran sorpresa.
La premisa de Tom Taylor es bien sencilla, alguien ha puesto precio a las cabezas de Darth Maul y Savage Opress. Cuando los dos son atacados y se dan cuenta de que son carne de cazarrecompensas, Maul decide ir a por la fuente, pues si no hay nadie que pague por los servicios, nadie irá a molestarles.
Por parte de los Jedi, Yoda y Windu piensan que ahora el Sith es mucho más poderoso, pues la rabia que le consume y le ha mantenido vivo no hace más que aumentar su poder oscuro. Ellos también son sabedores de la recompensa sobre los dos hermanos y manda a investigar a dos Jedis y un Padawan.
Cuando Maul y Opress dan con el tipo que ha puesto precio a sus cabezas provocan una masacre con su miniejército y deciden matarle lanzándole al vacío. Aunque ellos no esperan que los Jedi hayan llegado para pararles los pies, cosa de la que Maul sin duda alguna se alegra.
En cuanto al dibujo, Bruno Redondo imprime una fuerza al dibujo muy arraigada a Star Wars. Aunque es su primera incursión en este universo, plasma con seguridad ese mundo. Destacan especialmente los primeros planos y los fondos. En las viñetas de Coruscant se puede ver el tráfico aéreo, o los detalles del bar donde empieza la acción. Si le tuviera que poner una pega al dibujo, en ocasiones parecen más fotografías que movimiento fluido, aunque es una mera impresión. Aunque si que hay una cosa que me ha extrañado, y es que Yoda parece más viejo con esa pelambrera. En definitiva, una GRAN sorpresa este primer contacto con el español Bruno Redondo. Personalmente espero poder leer los próximos números, pues a pesar de ser una introducción, nos prepara para algo grande.