A riesgo de ser poco original, empezaré diciendo que “Love. El zorro” es una obra atípica. Consciente de que es difícil afirmar tal cosa en los tiempos que corren, constantemente acusado de falta de originalidad con el público afirmando que está todo inventado, añadiré que el concepto no es nada novedoso, ni mucho menos (recuerda mucho a Gon, de Masashi Tanaka, aunque mucho más realista y con una ausencia total de humor). Sin embargo sí que cuesta encontrar algo parecido en las estanterías de tiendas de cómics principalmente por dos motivos: el primero de ellos es la ausencia total de diálogos o cualquier clase de anotaciones. Tan solo cuenta con un par de citas, al principio y al final de la obra, con el único propósito de explicar al lector la intención que hay escondida entre sus páginas:
En el reino animal, las bestias no se aman. Pero tampoco se detestan. El amor y el odio forman un todo. Un todo universal, un conjunto supremo que podrá llamarse divinidad o simplemente amor. El amor que los hombres no alcanzarán jamás.
Nos encontramos ante una historia que perfectamente podría verse en un documental si fuera posible instalar una serie de cámaras en una isla volcánica, virgen del contacto humano, y contemplar cómo reaccionan los diferentes animales ante la catástrofe de una erupción, viendo cómo obedecen a sus instintos de supervivencia y la suerte que corren todos ellos, en particular un pequeño zorro que ejerce de “narrador” improvisado, el cual emprende el camino de vuelta a su madriguera en la cual descubriremos una de las mayores sorpresas de la obra. Por el camino se cruzará con otros animales, a veces pasivos como una manada de bueyes, otras con criaturas en lo más alto de la pirámide alimenticia y cuyos instintos provocarán que quieran convertirlo en su comida a pesar de la catastrófica situación en la que se encuentra la isla. Y es que uno de los puntos fuertes de la historia es lo fiel que queda retratado el instinto de los animales y lo coherente que queda el ecosistema planteado en la historia. Sin embargo, la ausencia de diálogos y el realismo de su comportamiento provocan que toda la fuerza, toda el peso de la historia recaiga sobre el dibujo.
Y ese es el segundo punto al que me refería, que lo diferencia de muchas otras obras y le da un particular toque, una personalidad única: el dibujo casi que podría considerarse una obra de arte. El inteligente uso de los colores, el dinamismo de las escenas, las expresiones de los animales (el único punto en el que se aleja, muy brevemente, del realismo), todo forma un conjunto maravilloso y conmovedor que emociona desde principio a fin, un viaje a través del cielo, los mares y la tierra recordándonos en todo momento el lado más crudo de la supervivencia en la naturaleza (a destacar la escena de las orcas intentando cazar la cría de una ballena alejándola de la madre, o una brutal pelea entre un oso polar y un oso pardo).
El guion es obra de Frédéric Brrémaud (Daffodil, Lola Bogota), aunque su trabajo aquí pasa desapercibido “gracias” al arte de Federico Bertolucci, colaborador habitual de Disney, que ya trabajó junto a Frédéric en Ricardo Corazón de León y del que os recomiendo que visitéis su blog personal para disfrutar de su trabajo. Se trata del primer número de una serie de novelas gráficas, siendo la segunda “Love. El tigre” y que realmente espero Norma publique pronto.
Las 80 páginas sin duda pasan en un suspiro debido a la ausencia de diálogos y es en una segunda lectura (un segundo visionado, mejor dicho) cuando te detienes a disfrutar de cada viñeta y de la historia que nos cuentan. Se trata además de una obra para todos los públicos, pues sin duda los más pequeños de la casa disfrutaran igualmente de la cantidad de animales y lo maravillosamente retratados que quedan, perfecto para leer juntos y ejercer de narradores, explicándoles qué es lo que sucede en cada viñeta y que así aprendan lo conmovedora que puede resultar la naturaleza alejada del mundo humano.
El precio (15 Euros) al que Norma Editorial ha publicado este ejemplar está justificado, no tanto por la duración de su lectura pero sí por la calidad del tomo, con un buen papel y una muy buena calidad del color (algo muy importante en esta obra, sin duda), además de incluir al final una serie de bocetos de los diferentes animales que hacen aparición en la obra.
Resumiendo, estamos ante una obra con una historia breve recomendada para aquellos que disfruten de un buen dibujo, perfecto para regalar gracias a lo original de su propuesta.