Adaptar un cómic a la gran pantalla es difícil, pero si tenemos que basarnos en los resultados hasta ahora, adaptar un manga es prácticamente imposible. Lo peor que le puede ocurrir a un fan es que una productora estadounidense compre los derechos de su obra favorita, pues entonces se suceden las noticias de los numerosos cambios que avispados productores quieren realizar para convertir la historia en algo más “internacional”… es decir, la destrozan por completo (aunque hay excepciones como Speed Racer, que más o menos se mantiene fiel a la historia original).
Para poder ver algo de calidad tenemos que quedarnos en su país de origen, Japón. Quizá sea por la amplia aceptación que goza el manga en su propio país, o simplemente por la actitud, pero los Live Action (que es como se llaman a las adaptaciones a películas o especiales con actores de carne y hueso) suelen ser productos muy fieles a las obras que adaptan, contando únicamente con los inconvenientes que arrastra el cine nipón. El principal suele ser la falta de presupuesto, muy lejos del que gozan las superproducciones Hollywoodienses, y que convierte en irrealizables películas sobre One Piece o Full Metal Alchemist… al menos hablando en términos de calidad, evidentemente, con lo cual tan solo cuentan con adaptaciones, series fácilmente adaptables con poca necesidad de efectos especiales como Death Note o 20th Century Boys. Y en medio de esa tesitura nos encontramos cuando pensamos en una adaptación de Rurouni Kenshin: ¿Es posible? Pues tras ver finalmente la película (estrenada en cines japoneses el pasado agosto), podemos afirmar que sí, Rorouni Kenshin cuenta con una de las mejores adaptaciones al cine que puede contar un manga, aunque con matices.
Poco podemos decir de la historia que no sepáis ya (gracias a la cobertura que le realizamos en su día y que podéis ver aquí), pero para los despistados un pequeño resumen:
Nos encontramos en el Japón del siglo 19. Kenshin Himura es un antiguo guerrero que luchó al servicio de los Ishin Shishi durante la guerra para derrocar el shogunato. Es durante esa época que se ganó el nombre de Hitokiri Battōsai (Battōsai el carnicero) y se convirtió en el asesino más famoso del país. Sin embargo, una vez finalizada la guerra y cansado de tanta muerte sin sentido decide no volver a matar a nadie y pasar al anonimato, convirtiéndose en un vagabundo que recorre el país ayudando a la gente.
La película adapta el que es el primer arco argumental de la serie, aunque con ciertas libertades para condensar todas las historias que se cuentan en ella en una película de tan solo dos horas de duración. Los personajes secundarios son los más perjudicados de los recortes, sobre todo Yahiko, del que no se explica nada sobre su origen (y tampoco hace gran cosa) y Goro, que adelanta su aparición en la historia para hacer acto de presencia aunque carezca un poco de sentido. Y aunque la historia cuenta la saga de Megumi y el opio, ni rastro de los miembros del Oniwabanshu, siendo sustituidos por Jin-e.
Por suerte el resultado general es tan bueno que dichos cambios son poco más que anecdóticos. El carácter de los personajes permanece intacto hasta el último detalle, ayudándose de la interpretación de los actores, sobre todo un más que correcto Takeru Sato como Kenshin. El actor se descubre como una revelación tanto en los momentos más serios, dotando a su personaje de un aura oscura que deja claro su pasado como asesino, así como en los momentos en los que demuestra que realmente tiene su corazoncito (para los fans, tranquilos, sus caracteristicos “Oro” están presentes en la película). Los demás personajes cumplen su papel, desde un Sanosuke bravucón buscando siempre una buena pelea e intentar comer de gorra (interpretado por Munetaka Aoki) a un malvado Jin-e (Koji Kikkawa) que pone en serios apuros la convicción de Kenshin de no volver a matar.
La música acompaña correctamente la mayoría de las escenas, aunque en algunos momentos se puede tener la sensación de estar escuchando un remix de temas de Hans Zimmer (compositor de las bandas sonoras de Gladiator, Batman y muchas más)… sin duda desde la dirección pretendían dar un toque más hollywoodiense que no termina de encajar. Pero donde la película realmente destaca sin dudar es precisamente en uno de los momentos que se consideraban irrealizables al hablar de una adaptación de Rurouni Kenshin: las escenas de acción. Ya sea contra enemigos numerosos o en clásicos combates uno contra uno, las escenas de peleas son dinámicas y para nada confusas, con una buena coreografía que resulta creíble en todo momento (aunque cuenta con algunas licencias en forma de saltos imposibles o las técnicas de lucha de Jin-e).
La película se estrenó este verano en los cines japoneses con bastante éxito (facturando más en taquilla que los mismísimos Vengadores), por lo que se ha licenciado su distribución en más de 60 países (pronto llegará en DVD y Blu Ray a nuestro país de mano de Mediatres Estudio y Cameo), con lo cual podemos suponer que ha nacido una franquicia y podremos disfrutar de más películas de El Guerrero Samurái, y visto el resultado de su primera aparición, nosotros estaremos encantados.
Nota: El lector puede haberse dado cuenta de la ausencia de mención alguna a Dragon Ball Evolution a la hora de hablar de adaptaciones a la gran pantalla. Desde La Casa de EL queremos evitar el revivir cualquier recuerdo negativo que el visionado de dicha “película” pudiera haber ocasionado al engañado espectador, así como expresar nuestras condolencias a todos los afectados.