Continuando la historia que nos contaba la anterior entrega, Norma Editorial publica bajo este segundo tomo los números #13 al #24 de este obra, los cuales ponen punto final a la adaptación del libro homónimo de Philip K. Dick. Si bien la anterior entrega todavía tenía bastantes reminiscencias con la adaptación al cine que Ridley Scott desarrolló en 1982, en esta segunda etapa de la obra, los seguidores acérrimos del film verán que esta no fue muy fiel al libro, alejándose suntuosamente del cariz y motivaciones que se desarrollan al final de esta parte.
He aquí un dilema que muchos se hacen: ¿es mejor la historia original o la de la película? Pues sinceramente, es cuestión de gustos, ya que ambas son muy buenas, la primera por profundizar más en los sentimientos internos de Rick Deckard y en el mercerismo; y la segunda por su excelente ambientación y caracterización de los personajes (especial mención a Rutger Hauer como Roy Baty). Y al igual que ya mencioné en el anterior artículo sobre la obra, el cómic adquiere plenamente el significado de novela gráfica, ya que plasma exactamente la transcripción íntegra de la novela, añadiendo como aliciente escenas o imágenes que ni siquiera se nos hubiesen pasado por la cabeza al leer el libro.
Si bien la primera entrega nos mostraba alrededor de poco más de media novela, donde conocíamos a dos personajes vitales en la historia: Rick Deckard y John Isidore, esta segunda parte continuará profundizando en ellos, aunque en este caso sus sentimientos y conflictos internos cobrarán un mayor protagonismo. El final del anterior volumen nos mostraba como Phil Resch, un cazador de bonificaciones al que Deckard conoció en una falsa comisaría, había acabado con la vida de la cantante Luba, quien era en realidad un androide venido de Marte. A partir de este instante, Deckard comenzará a darse cuenta que tal vez esté sintiendo empatía por los androides, por lo que comenzará a tener una lucha interior en referencia a su trabajo y a los sentimientos contrapuestos que este le producen.
Por otro lado, la presencia de Phil Resch será un punto de inflexión para Deckard, ya que deberá confiar en él como aliado, pero por contra, dudará de su humanidad, pese a que este se empecine en mostrar que es capaz de cuidar a una ardilla. Y aparece así mediante estas discusiones la explicación del título de la obra, ya que hemos visto como desde un principio Deckard sueña con tener un animal de verdad, debido al status social que este puede otorgarle; y por ende, la cercanía de los androides hacia las capacidades humanas crean la duda de si estos sueñan con tener animales eléctricos, ya que debido a su carencia de empatía, no son capaces de cuidar correctamente de un animal vivo. Aunque a pesar de esto, también se puede llegar a la conclusión de que el título hace referencia a si los androides pueden llegar a tener la capacidad humana para soñar al dormirse con ovejas eléctricas.
Dejando de lado a Resch y Deckard, la obra sigue centrándose en el personaje de John Isidore, quien hará todo lo posible por intentar ganar la confianza de su extraña vecina Priss Stratton. Y pese a que esta parece acercarse en ciertos momentos a Isidore e incluso demuestra entender su situación, observamos como la carencia de empatía, la hace ser brusca y tosca en cuanto a relaciones se refiere. Y es mediante esta historia por la que conoceremos a los dos últimos androides a los que Deckard tiene que dar caza: Roy e Irmgard Baty.
La última parte de la obra hará que ambas historias converjan en una sola, aunque tal vez la realización de esta trama final sea algo acelerada, pero aun así, logra poner perfectamente punto final a la obra. Si bien es cierto que el tema mercerismo no se toca en el film de Riddley Scott, tiene aquí una vital importancia, ya que muestra el concepto de alienación del ser humano y como este ha podido crear un ser artificial que se vuelve superior a su creador. La parte final, pese a que se centra en dicho trasfondo, lo toca de manera superficial, dejando claras las intenciones del autor, pero permitiendo que sea el lector quien saque las últimas conclusiones.
A pesar de ser una de las obras con mayor repercusión de las escritas por Philip K. Dick, la historia que se cuenta en “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?” podría haber dado para varias novelas, algo que sí que aprovecha el cómic, ya que existe una precuela también publicada por la editorial Norma. Aun así, la historia principal tiene un final cerrado en cuanto al hecho que se comenta en ella, la búsqueda de los androides escapados de Marte, pero además, se ponen en tela de juicio hechos como son las relaciones carnales con los andrillos o su falsa humanidad, la cual llega en ciertos aspectos a ser más real que la de algunos humanos, llevando al mismísimo Deckard a dudar de su existencia como persona. Un libro sin precedentes perfectamente adaptado al formato cómic de la mano de Tony Parker, quien cumple correctamente el cometido de ilustrar la historia, mostrando en alguna ocasión algún que otro altibajo. Aun así, este ejemplar agradará a todo seguidor de la ciencia ficción, haya o no visto Blade Runner.
En cuanto al volumen en sí, Norma Editorial publica esta segunda entrega manteniendo como es lógico el mismo estilo de la anterior: formato cartoné con sobrecubiertas a color. Dentro de las 360 páginas que tiene el tomo, encontramos en su parte final un compendio de extras entre los que se encuentran escritos sobre diferentes artistas que hablan de la obra y del propio Philip K. Dick, además de una galería con las cubiertas que abarcaban los distintos números. Como ya he mencionado, este cómic es uno de los pocos en los que el apelativo novela gráfica es indiscutible, trasmitiendo con total exactitud toda la obra que su autor escribió en 1968, promoviendo que podamos disfrutar ahora de ella en un formato distinto al original, y logrando que muchos lectores de cómics conozcan a este excelente escritor.