La Casa de El acudió ayer, invitada por Warner Bros Pictures España, a la première española de la que sin duda es la película del verano: EL HOMBRE DE ACERO. En Warner conocen la afinidad hacia Superman y especial dedicación que profesamos hacia la figura del hombre del mañana en esta página y la delegación española de la que es una de las más importantes productoras de cine del mundo tuvo el detalle de proporcionarnos una ubicación inmejorable en la sala donde Henry Cavill, Russell Crowe y Zack Snyder presentaron su película a la audiencia española.
El espectáculo que se pudo ver en pantalla, una vez acabada la presentación del filme que corrió a cargo de los tres mencionados artistas y del director de cine Juan Antonio Bayona, fue sorprendente. Sorprendente en todas y cada una de las acepciones del término. Algo que podréis comprobar de primera mano a partir de este mismo viernes, día en el que se estrena la película en la mayoría de las salas de cine de esta, nuestra pequeña piel de toro.
Si me lo permitís, intentaré en las siguientes líneas dar cabida a todas las sensaciones que recorrieron mi cuerpo durante los 143 minutos de duración del largometraje. Seguramente los 143 minutos de metraje que más van a dar que hablar en lo que queda del año cinematográfico:
‘EL HOMBRE DE ACERO’ es una película necesaria, es la revisión de un mito clásico para adecuarlo a las nuevas audiencias y presentar al siglo XXI una visión realista (si se me permite el término) y convincente que de nuevo lustre a un personaje que lleva ya 75 años en el imaginario popular y cuya visión cinematográfica de los setenta y ochenta, mítica y que siempre será parte de nuestros mas queridos recuerdos gracias al insustituible trabajo del malogrado actor Christopher Reeve, no ha envejecido tan bien como nos gustaría (pese a los grandisímos logros de la primera parte de la saga dirigida por Richard Donner) y necesitaba una puesta a punto y una actualización que fuera mas allá del reivindicable homenaje al Superman de Reeve y Donner que nos brindó Bryan Singer en ‘Superman Returns’ (2006).
Pese a que los números en taquilla del Superman de Singer no resultaron para nada desastrosos, el estudio los considero bajos y poco menos que un fracaso debido a las expectativas creadas y al potencial de cara al público que se le otorga al personaje. ¿El error cometido? El no haber sabido (o querido) actualizar al personaje y ofrecer algo nuevo y más acorde con los gustos de los espectadores de hoy en día, esos espectadores que ya no se sorprenden solo por escuchar una banda sonora épica y ver en pantalla un par de imágenes impactantes. Algo así como lo que realizo el gran John Byrne en 1986 con los cómics de Superman: ofrecer una versión nueva del personaje, más adulta, realista y menos edulcorada, pero sin sacrificar el espíritu de este y sin renunciar al trasfondo del personaje, a su moral y a su ética, a su sentido del deber y a su humanidad. Algo que no era la receta del éxito para los cómics en aquella época, donde los cómics más vendidos estaban protagonizados por violentos vigilantes nocturnos vestidos de murciélago o por viudos con una calavera estampada en la camiseta y con ganas de sangre y venganza.
En la misma tesitura con la que Byrne lidió en los 80 se debió encontrar Zack Snyder cuando acepto la oferta de Christopher Nolan (que ejerce en este film tareas de producción) de dirigir una nueva versión del Hombre de Acero. ¿Cómo ofrecer al publico lo que quiere y esta acostumbrado a ver en las producciones actuales sin renunciar a todo lo que Superman significa y representa? La respuesta dura 143 minutos y lleva por título ‘EL HOMBRE DE ACERO’.
Sin obviar la humanidad del personaje, Snyder nos ofrece una película épica y violenta en la que no en pocos momentos podemos observar la oscuridad y seriedad de lo que me gusta llamar “el toque Nolan“. Pero se trata solo de un velo, una pequeña sombra que aparece por momentos (aunque quizás en el clímax de la película esa pequeña sombra se torna en un cielo totalmente encapotado) para hacer el “producto” más comercial y “adulto” pero que no puede ocultar la luz y el calor que desprende un personaje con una moral y humanidad tan marcada como la del último hijo de Krypton.
Es precisamente en el lado más humano de la cinta donde se acumulan la mayoría de los aciertos de esta superproducción. Si bien la historia comienza épicamente donde tiene que comenzar, en Krypton y mostrándonos a Jor-El y Lara estrenando paternidad en un mundo abocado a la destrucción y que a punto del fin inminente está sufriendo unas luchas de poder internas que harían sonrojar a la mas ruin de las repúblicas bananeras, Snyder renuncia a mostrarnos una película de “orígenes” al uso y acto seguido de mostrarnos la destrucción de Krypton nos encontramos ya con un Clark Kent adulto y emprendiendo su periplo por la tierra en busca de su lugar en el mundo y su legado alienígena. Es mediante el uso de inteligentes flashbacks como vamos conociendo, de manera no cronológica, todas las experiencias y decisiones que Kal-El (el nombre kryptoniano de Superman, por si alguien ha vivido en una cueva los últimos 75 años) vive y se ve obligado a tomar para terminar convirtiéndose no en un super-hombre, si no en Clark Kent, en el espíritu y corazón de Superman.
La primera parte del filme, más centrada en la parte íntima del héroe, es simplemente excepcional. La emotividad que vemos en los personajes de Jor-El y Jonathan Kent es palpable hasta para el alma más curtida y los seguidores de Russel Crowe pueden estar de enhorabuena al saber que Jor-El tiene un peso tangible y considerable en la trama y su personaje no es un mero papel testimonial como el que Marlon Brando interpreto en ‘Superman the movie’ en 1978. Por otro lado, el rol de Jonathan Kent a cargo de Kevin Costner es, para mí, la gran sorpresa de la cinta. Con unas apariciones en escena más escasas de las que disfruta su homólogo alienígena, el padre terrícola del protagonista se lleva las mejores frases que el guionista David S. Goyer ha creado para esta obra y sin duda, Costner se merece la privilegiada posición que su nombre ocupa en el cartel del film.
Después de conmovernos en varios momentos durante la primera hora del espectáculo, Snyder decide que es la hora de contentar a las audiencias generales, las que (a su juicio) pagan la entrada para ver el consabido desfile de efectos especiales, puñetazos hercúleos, violencia, gritos de rabia y amenazas varias. Y ‘EL HOMBRE DE ACERO‘ no se queda corta en ese aspecto, algunos pueden llegar a pensar que más que corta, sobrepasa la acción que cualquier espectador (familiarizado con el personaje o no) piensa ver en el momento en el que se sienta en la butaca y apagan las luces. No es que eso sea exactamente un punto negativo hacia la película. Yo disfruté enormemente viendo a Henry Cavill (enorme acierto de casting para encarnar al héroe, aunque no alcance el carisma del antes mencionado Christopher Reeve) y a Michael Shannon (que interpreta al General Zod de una manera que hará palidecer de envidia a Terence Stamp, el Zod de ‘Superman II‘, le pese a quien le pese) enzarzados en una lucha a muerte genialmente rodada y sin parangón en ningún film de superheroes. Pero se goza tanto de la parte del largometraje centrada en el alma de Clark Kent que uno se pregunta, al ver la interminable ensalada de leches, si Snyder volverá a ofrecernos más “humanidad” y menos “hostilidad” antes de que aparezcan los títulos de crédito. Y eso no ocurre.
Después del épico clímax final tan solo encontramos unos breves momentos para hacernos ver, aceleradamente, que Superman ha encontrado su lugar entre nosotros, que ha aprendido cómo compaginar su vida humana y su herencia extraterrestre y encontramos unas leves pistas de lo que veremos en la secuela. Y, sinceramente, uno se queda en la butaca deseando que pasen pronto los años que quedan para tener en cartel la segunda parte y comprobar, como apunta el final de la película, si disfrutaremos en ella del Superman que esperábamos en esta, un Superman que lleguemos a amar totalmente antes de meterse en faenas superheroicas. Todo apunta a que si.
En cuanto al muy comentado soundtrack de la película, que como ya sabemos no incorpora el afamado main theme que John Williams compuso en 1978 (algo lógico, teniendo en cuenta que estamos ante un reboot), parece ser que Hans Zimmer ha decidido tirar la toalla antes de subirse al ring de las comparaciones y pese a haber elaborado una eficiente partitura no es ni de lejos comparable al trabajo realizado por Williams en los setenta ni cercano a la calidad de los trabajos del propio Zimmer como compositor para la trilogía del caballero oscuro.
Puedo aventurarme a decir que no es la película que todos esperábamos. Pero es una gran película de acción y acierta de pleno, en su primera parte, en lo que queremos ver los seguidores del personaje. Es una obra con muchísimos aciertos, y pese a ser una película de Zack Snyder esos aciertos provienen, en su mayoría, de la parte menos épica del film. Entretendrá a quien pague la entrada y no se arrepentirá de su visionado, se disfrutará plenamente y obtendrá mas de mil millones en taquilla. Pero estoy seguro, al igual que sucedió con la trilogía sobre Batman de Nolan, que lo mejor está por venir.
Por Adolfo Saro