Este fin de semana se estrena en nuestros cines la esperada secuela de Gru: Mi villano favorito (Despicable Me en su versión original), y nosotros hemos querido aprovechar la ocasión para recordar aquella película estrenada en 2010 y que por sorpresa cautivó a la audiencia lo suficiente como para estrenar una segunda parte y una película propia para sus secundarios, los minions.
La historia nos contaba los intentos por parte de Gru para ser considerado la mayor mente criminal del siglo, un título que cada día que pasa se aleja más y más gracias a que otro villano, Vector, ha conseguido robar la pirámide de Giza con el impacto mediático que eso conlleva. Con ayuda de sus secuaces los minions y su compañero de fechorías el Doctor Nefario idean un plan para robar la Luna (y así cumplir uno de sus sueños de la infancia, ser astronauta). Sin embargo, pronto se ve obligado a improvisar y termina adoptando tres huérfanas de manera temporal para crear una tapadera convincente.
El eje de la historia, un personaje aparentemente malvado con un corazoncito enterrado pero que un niño (tres niñas en este caso) saca a la luz, es una fórmula explotada miles de veces en el cine (sin ir más lejos en la misma época se estrenó también Megamind). Son los detalles y sobre todo los personajes lo que le confieren suficiente personalidad como para ser considerada una de las películas de animación más divertidas de los últimos años (un mercado repartido durante mucho tiempo entre Pixar y Dreamworks pero que últimamente los demás estudios, como Fox o Universal en este caso empiezan a sorprender).
Todos los personajes de la película destacan en algún momento, siendo los encargados de los gags más fáciles (tortas y golpes principalmente) los minions, esas criaturas mutantes y amarillas encargadas de promocionar la película con su humor que recuerda a los clásicos Looney Tunes. Es tanta su popularidad que, como ya informábamos al principio, Universal tiene programada en su agenda una película protagonizada exclusivamente por estos simpáticos seres, de estreno previsto para el 2014.
Sin embargo, el márketing puede haber tapado el resto de personajes, pero no por ello los hace menos interesantes para el público. Gru cumple escuetamente como protagonista, devorado por los minions, su madre y las niñas. Precisamente estas sorprenden pues, salvo el caso de Boo en Monstruos S.A., los personajes infantiles suelen ser cargantes para cierto sector del público, en parte por culpa de malos guiones, pero que por suerte en este caso son protagonistas de algunos de los momentos más divertidos de la película, sobre todo la pequeña Agnes y su inocencia (¡Es tan blandito que me quiero morir!)
http://www.youtube.com/watch?v=sME2R6TFWhg
Mención aparte se merece la ya citada madre de Gru. Aunque sus apariciones son escasas y breves, sus frases tajantes y crueles hacia su hijo arrancan varias carcajadas, consiguiendo un puesto de honor en el ranking a peores (y desternillantes) madres de la historia del cine. Interpretada en la versión original por Julie “Mary Poppins” Andrews, en nuestro país es Florentino Fernández el encargado de doblarla con su talento para las imitaciones, a pesar de que también dobla al protagonista, Gru. Nunca he puesto en duda el talento de Florentino para el doblaje, un caso de “famosete” invitado con la única intención de arrastrar gente a las salas al ver su nombre en los pósters y que con el tiempo ha demostrado su calidad y respeto a una profesión que ha terminado siendo suya, pero quizá se esté sobresaturando demasiado el mercado de las películas de animación con su voz (también dobla a Po, el protagonista de la saga Kung Fu Panda). Eso sí, el resto de voces corre a cargo de habituales de la profesión (con la concesión del tema final interpretado por David Bisbal).
Se trata de una película para los más pequeños de la casa que también tiene elementos para mantener interesados a los padres, principalmente con gags más para adultos, algún que otro toque de humor negro e incluso un guiño para los más observadores: cuando Gru entra al Banco del Mal podemos ver que el lugar tenía antes otro nombre, Lehman Brothers. Lamentablemente, como ya hemos dicho, la película acusa de una historia central demasiado gastada y previsible, lejos de películas más complejas como, por ejemplo, El origen de los Guardianes.
Sin embargo, cumple su cometido a la perfección, que es entretener a los más peques y que los más mayores también puedan disfrutar de una buena dosis de humor. En ningún momento se hace pesada, e incluso deja con el suficiente buen sabor de boca como para esperar con ganas su continuación, que esperamos que mantenga el tipo (y al menos por lo visto en los tráilers eso parece).