“Creo que fue rey de Aquilonia durante muchos años en un tiempo turbulento e inquietante, en una época en la que la civilización hiboria había llegado a su culmen y en la que todo rey quería convertirse en emperador. Al principio, se comportó a la defensiva, pero tengo la impresión de que, al final, se vio obligado a llevar a cabo agresiones para preservar su reino. Si tuvo éxito y consiguió un imperio vasto o si murió en el intento, eso no lo sé.
Lo que está claro es que viajó mucho; y no solo antes de ser rey, sino también después. Viajó a Khitai y a Hyrkania y a regiones mucho menos conocidas al norte de la primera y al sur de la segunda. Incluso viajó a un continente sin nombre en el hemisferio oeste y exploró sus islas.”
Esta cita pertenece a una carta enviada por el creador de Conan (Robert E. Howard, a quien ya dedicamos un artículo hace tiempo) hacia uno de sus admiradores que le inquirió sobre el personaje, y como podéis ver, su respuesta se acerca más a contar la olvidada historia de alguien que existió realmente, en lugar de plasmar la réplica haciendo referencia a que era un personaje inventado por sí mismo. Son estos pequeños detalles los que hicieron que Conan traspasase las fronteras de la fantasía y se colmara de éxito durante los cuatro años en los que Howard contó sus historias.
Aun así, lo que queda totalmente claro es que el cimmerio tuvo una larga vida llena de ajetreo, ya sea como pirata, aventurero, mercenario o finalmente como rey de Aquilonia. Originalmente, Marvel publicó una serie de 55 números bajo la cabecera “King Conan o Conan the King” en los que conocimos esta faceta del bárbaro, los cuales se editaron durante nueve años, entre 1980 y 1989. 22 años después de la conclusión de dicha serie, Dark Horse editó nuevamente en EEUU la adaptación de un relato originario de 1933, concretamente uno aparecido en la revista “Weird Tales”, bajo el nombre “The Scarlet Citadel”. Digo que fue editado nuevamente porque ya en 1978 pudimos disfrutar de la adaptación de esta misma historia dentro del número 30 del cómic “La Espada Salvaje de Conan”, realizado por el gran Roy Thomas y Frank Brunner. Este hecho hace que a los coleccionistas de los cómics del cimmerio nos sea imposible no hacer comparativas, pero aun así, el excelente trabajo de Timothy Truman y Tomás Giorello hace que la comparación no salga mal parada.
La salvedad de esta adaptación frente a la historia original, es que Howard contaba los sucesos que habían ocurrido a modo narrativa, no en primera persona. Pero T. Truman decidió ir más allá y por ello comenzó a imaginar cómo se habrían ido redactando las ficticias “Crónicas Nemedias” (manuscritos en los que ha quedado plasmada la etapa como rey de Conan), lo que le llevó a plantear lo sucedido en este cómic con un Conan ya anciano que le está contando hazañas pasadas a uno de sus escribas, quien toma nota hasta del más mínimo detalle para dejar constancia de todo ello en el futuro.
De esta forma, el cómic comienza con un viejo Conan sentado en su trono, rodeado de bellas mujeres que le llenan su copa de vino en lo que se prevé como la última etapa de su vida. Tras la llegada del mencionado escriba de la orden de cronistas, el cimmerio comenzará a contarle una de sus historias, concretamente la que se sitúa en mitad de una batalla siendo ya rey de Aquilonia, lugar en el que es traicionado por uno de sus supuestos aliados. Como es de esperar, Conan ha sido el último soldado en mantenerse en pie, pero esto solo le supondrá quedarse a merced de un maligno hechicero devoto del dios Set llamado Tsotha-Lanti. Tras esto, es apresado y llevado a la guarida de dicho brujo, la Ciudadela Escarlata, donde será destinado a las mazmorras mientras sus captores intentan hacerse con el control de Aquilonia.
Con esta premisa, nos topamos con uno de los mejores cómics sobre Conan que he leído en los último años. Un relato cargado de acción, seres monstruosos, brujos y un cimmerio en su máximo esplendor, que hará todo lo posible por devolver el honor a su pueblo. La historia en sí tiene una excelente narración, creada por el ya mencionado Timothy Truman, quien juega con la variación del tiempo para devolvernos en ciertos momentos a la etapa anciana del bárbaro, donde se añaden nuevos detalles sobre los hechos que están ocurriendo. Pero la verdad es que si alguien merece ser elogiado por su buen trabajo, ese es Tomás Giorello, quien nos proporciona unas impactantes ilustraciones capaces de plasmar las diferente etapas de Conan, y de sumergirnos en la oscura Edad Hiboria. Un cómic cargado de splash pages, aunque especial mención merece la de las páginas 18 y 19, donde vemos la vida del cimmerio estampada en una sola imagen.
En cuanto a la edición, Planeta DeAgostini Cómics ha decidido recopilar bajo un tomo con formato cartoné los cuatro números (King Conan: The Scarlet Citadel #1-4) que componen este relato por 14,95€. En la parte final de sus 120 páginas a todo color nos topamos con una galería de ilustraciones y bocetos, los cuales deleitarán a los fans originales del bárbaro, ya que estos son en blanco y negro, mostrando en algunos de ellos el proceso de entintado. Como ya he comentado, bajo mi punto de vista, este es uno de esos cómics que ningún fan del cimmerio debe perderse, y que incluso se propone ser un buen punto de partida para todo aquel que quiera acercarse al universo de Conan.