Quién le iba a decir a Chris Wedge, director de ‘Epic’, cuando iniciaba su carrera en el celuloide como animador en ‘Tron’ en 1981, que tan solo seis años después fundaría el que hoy en día se considera uno de los estudios de animación más importantes de la industria del cine. Desde que fuera adquirido por 20th Century Fox en 1997, Blue Sky Studios nos ha brindado grandes películas que no solo destacan en su vertiente técnica; obras como las dos primeras partes de la saga ‘Ice Age’ o la aclamada ‘Robots’ son buenos ejemplos de que el cine de animación digital puede gozar de un nivel igual de pulido tanto en lo artístico como en lo visual.
Si bien el sector siempre nombra a ‘Pixar’ como el referente a seguir en la animación CGI, el estudio propiedad de Disney ha venido demostrando en sus últimas películas un evidente estancamiento de ideas y un distanciamiento entre la increíble calidad visual de sus productos y su valor cinematográfico. Por contra, los menos poderosos estudios Blue Sky han ido logrando producción tras producción un aumento significativo en la calidad fílmica de sus obras (aun con el tropezón que supuso ‘Ice Age 4’) y sus trabajos más recientes como la excepcional ‘Río’ o sus divertidos y entrañables cortos protagonizados por Scrat (la desdichada ardilla de ‘Ice Age’) demuestran que este estudio puede lograr, con el debido tiempo y siguiendo por el camino tomado, arrebatarle a la todopoderosa ‘Pixar’ el privilegiado puesto que esta ocupa en la actualidad.
‘Epic‘, la última aventura que nos llega de manos del estudio propiedad de la Fox, es un entretenimiento para toda la familia que muestra un mágico mundo cercano a nosotros pero que nos es imposible de ver; en los confines de nuestros jardines y bosques moran unos pequeñísimos soldados inapreciables para el ojo humano, llamados los Hombres Hoja, que defienden la naturaleza y su mundo, un lugar llamado Claro de Luna, de los intentos de los Boggans, una raza de criaturas despreciables, por causar putrefacción para arruinar el medio ambiente.
Claro de Luna está regido por la reina Tara (que cuenta con el rostro y la voz en versión original de la cantante y actriz Beyoncé) que se prepara para llevar a cabo un ritual ancestral que se repite cada cien años en el que la reina debe escoger un capullo (como en ‘Un Príncipe Para Corina’, vamos) que florecerá cuando lo alcance la luz de la luna en el momento adecuado para indicar quién sera su sucesora al frente del bosque y de su conservación. En el instante en el que el capullo es escogido por Tara, Los Boggans aparecen con la intención de robarlo y causar así el fin de Claro de Luna y la naturaleza. Mientras todo eso ocurre, una joven llamada M.K se encuentra en el bosque visitando a su padre, un científico que lleva décadas intentando demostrar la existencia de los Hombres Hoja, y por accidente es arrastrada a ese mundo diminuto y escogida por la magia del capullo para protegerlo hasta que se pueda cumplir el ritual de sucesión.
Es evidente que la trama se presta, además de a transmitir a los más pequeños de la casa los típicos mensajes en esta clase de producciones sobre amistad y honor, a concienciar a los peques sobre lo importante que es cuidar la naturaleza y su entorno. Un mensaje que en otro tipo de producciones puede parecer repetitivo y poco original, pero que en una película de este corte y viendo el camino que nuestra sociedad está tomando, es importante y necesario que llegue a los niños.
La película cuenta con una magnífica factura técnica que alcanza un enorme nivel de definición en las texturas y en la recreación de los entornos naturales donde se desarrolla la acción y nos muestra un nuevo paso en cuanto a la calidad de las animaciones de los personajes protagonistas, muy superiores a otras producciones similares. El diseño de los personajes humanos, aun siendo sencillo, es agradable y nos permite disfrutar de una expresividad facial tan alta que tan solo los rasgos caricaturescos que muestran nos recuerdan que no son actores reales.
Como comentaba en el primer párrafo, y como viene siendo habitual en los films de Blue Sky, la calidad del argumento creado por William Joyce, el mismo autor que escribió el libro infantil en el que se basa la película, es sencillo, entretenido y atractivo no solo para los más pequeños y permitirá pasar un rato divertido a los adultos que los acompañen; las escenas de acción son espectaculares y harán las delicias de todos y cada uno de los miembros de la familia. El humor también forma parte importante de la historia, y se sigue la norma no escrita de las producciones de animación de presentarnos a dos animales parlantes que se encargan de regalar a la audiencia las situaciones y las líneas de diálogo más divertidas y ácidas que los guionistas han creado para el film. En ‘Epic’, el desahogo cómico radica en Mub y Grub, una babosa y un caracol respectivamente, que harán brotar con sus ocurrencias un buen número de carcajadas a los espectadores.
Mientras que en su versión original la película cuenta con voces tan conocidas como la de la anteriormente citada Beyoncé, que está acompañada por las de Colin Farrel, Amanda Seyfried o la del conocido rapero Pitbull, en nuestro país podemos disfrutar de un excelente casting de voces donde se agradece enormemente que, aun siendo una película de animación, Fox no haya seguido la terrible moda de invitar (cheque mediante) a algún actor de imagen español, famosete o futbolista cualquiera al doblaje con los consabidos resultados siempre nefastos.
El apartado musical de la película, a cargo del siempre atareado Danny Elfman (‘Batman’, ‘Spiderman’), me ha sorprendido al alejarse totalmente de los trabajos anteriores de este compositor. Si os gustan las partituras anteriores de Elfman tal vez no os encontréis a gusto con su último trabajo en ‘Epic’, pese a que se trata de una composición no exenta de calidad.
‘Epic’ es una película épica (valga la redundancia), en la que nos encontramos narrada la eterna lucha del bien contra el mal desde un prisma algo diferente y que presenta un irrechazable encanto. Un film preciosista y mágico que volverá locos a los peques y complacerá al espectador adulto que incluso entenderá algunos guiños para él que a los infantes se les escaparán. Una obra realizada con mimo y que presenta un claro mensaje ecologista nada molesto, necesario y estupendamente incorporado a la trama. Un entretenimiento tan bien realizado como divertido.
Escrito por Adolfo Saro