Aprovechando que el director Roland Emmerich lleva unos pocos años proyectando el rodaje de la saga “Fundación”, adaptación de las novelas obra del científico Isaac Asimov, bioquímico y escritor, nacido en la URSS en 1920, nos parece interesante ofreceros unos artículos sobre estos libros.
La saga “Fundación” se compone de varios ciclos de novelas diferenciados, escritos ente los años 40 hasta finales de los ochenta del siglo XX. Todos los libros englobados en estos ciclos han sido ordenados según una continuidad histórica lógica, aunque algunos de ellos se escribieron en desorden, es decir, algunos libros escritos en una década se complementaron años más tarde con precuelas o secuelas.
A lo largo de algunos artículos iremos realizando un breve análisis de estas obras y su conjunto. Antes de nada, daremos algunos detalles sobre la figura de Asimov.
Isaac Asimov nació en Petróvichi (URSS, frontera con Bielorrusia) en 1920, y su familia emigró pronto a USA, salvándose de la matanza de los hebreos de esta ciudad que en 1941 llevaron a cabo los nazis, puesto que su familia es de origen judío. Autodidacta, aprendió a leer solo a los 5 años y a los 19 años ya publicaba relatos en revistas pulp. Se graduó y doctoró en Bioquímica, obteniendo trabajo en la II Guerra Mundial, para posteriormente acceder como asociado a la Universidad de Boston. En esta época, finales de los años 60, ya era un prolífico escritor. En 1979 lo nombran profesor titular y en 1985, Presidente de la Asociación Humanista Estadounidense. Se consideró humanista y defensor de las creencias individuales de cada uno sin perjuicio de las de los demás. También apoyó la causa de la defensa del medio ambiente, publicando una obra de materia medioambiental junto con el escritor Frederick Pohl. Falleció en 1992 por un fallo renal y coronario. Sin embargo, en 2002, su segunda esposa Janet, anunció que realmente lo mató el SIDA, debido a una transfusión contaminada con el virus en una operación de bypass realizada una década antes.
Posee varios premios literarios: Hugo, Nebula, Gran Maestro Damon Knight Memorial, Skylark. Es contemporáneo de otros escritores de ciencia ficción como Arthur C. Clark, Robert A. Heinlein, Ray Bradbury, Robert Silverberg, Philip K. Dick, Frederik Pohl, Carl Sagan, J. R. R. Tolkien, George Orwell y otros tantos.
Asimov inyectaba en sus obras conceptos de ciencia, historia, sociología, y filosofía, pero ante todo, fue divulgador científico e histórico. En esta ocasión comenzaremos por el Ciclo de los Robots, concretamente de las 3 novelas dedicadas al detective Elijah Baley y el robot Daneel Olivaw: “Bóvedas de Acero” (1954); “El Sol Desnudo” (1957) y “Los Robots del Amanecer” (1983). Estos tres libros se sitúan en unos dos mil años en el futuro en el que desde la Tierra partieron exploraciones que colonizaron otros mundos en la galaxia y de los cuales finalmente 50 de ellos, llamados Mundos Exteriores, conformaron cada uno una sociedad concreta, aislada e independiente. La Tierra ha quedado relegada a un planeta sucio, inmoral y salvaje a ojos de estos Mundos Exteriores. Concretamente, la Humanidad vive encerrada a pocos kilómetros bajo tierra protegida por bóvedas y túneles sin salir nunca a la superficie en un estado de aboluta agorafobia, el cual refleja su aislamiento galáctico. La civilización terrestre en esta época se muestra similar a la de la década en que fueron escritas las novelas, con la diferencia de ciertas costumbres, como la alimentación basada en la levadura, la adaptación social a una tecnología más mecanizada o la asignación controlada de vivienda y tabaco. En la Tierra es costumbre tener un comportamiento “decente” en los privados (aseos públicos) donde, si se coincide con otra persona, pronunciar una sola palabra o dirigir una ligera mirada se considera tabú y conlleva una vergüenza atroz a quien lo sufra.
Sin embargo, en estas novelas solo se presentan dos planetas de los Mundos Exteriores: Aurora y Solaria. En “Bóvedas de Acero” se describe más intensamente la civilización terrestre, negada desde hace siglos a la exploración de más mundos, mientras el detective Elijah Baley, casado y con un hijo adolescente, se enfrenta a un caso de investigación relacionado con el asesinato de un individuo espacial (llamado así por su condición de habitante del planeta exterior Aurora). Las delicadas relaciones de la Tierra con los Mundos Espaciales hacen temer problemas de índole política y militar que podrían desencadenar la destrucción del planeta madre.
Uno de los factores clave son los robots. Los robots comenzaron a desarrollarse en la Tierra hacía ya mucho tiempo y en ocasiones empezaron a sustituir a humanos incluso en trabajos sencillos, por lo que en la Tierra los robots están mal vistos y son motivo de revueltas y dicotomías sobre el buen o el mal uso de la tecnología.
Por lo que a los Mundos Espaciales se refiere, la tecnología se ha desarrollado más que en la Tierra y los robots han alcanzado un estado de perfección casi humana. Su potencial es el cerebro positrónico, descrito en “Los Robots del Amanecer” con gran brillantez, comparándolo al cerebro humano con sus circuitos neuronales, impulsos eléctricos y programación para ser lógicos, pero sin llegar a razonar como un humano. La construcción del cerebro positrónico se lleva a cabo siguiendo las Tres Leyes de la Robótica implantadas en su cerebro:
-
Un robot no puede hacer daño a un ser humano o, a causa de su inacción, permitir que el ser humano sufra algún daño.
-
Un robot debe obedecer todas las órdenes del ser humano, con excepción de las que puedan entrar en conflicto con la 1ª ley.
-
Un robot debe proteger su propia existencia en la medida que esta protección no entre en conflicto con la 1ª o 2ª ley.
De este modo el ser humano se asegura de que nunca los robots puedan alzarse ni rebelarse contra él. Sin embargo, el detective Baley se atreve en algún momento a cuestionar estas leyes modificando, después de las observaciones en uno de sus casos, el enunciado de la tercera ley conforme a lo sucedido en el planeta Solaria.
Continuando con los mundos descritos en este primer ciclo, los espaciales pueden vivir hasta poco más de tres siglos, en comparación con los terrestres, condenados a su corta longevidad. Tenemos a Aurora en “Los Robots del Amanecer”, un planeta donde la promiscuidad es la norma social correcta, la ciencia y el arte están más avanzados que en la Tierra y los robots son completamente humaniformes, al contrario que en la Tierra o Solaria, todos de aspecto metálico, básicos en sus funciones y ligeramente aparatosos. Aquí entra en escena R. Daneel Olivaw (todos los robots humaniformes son nombrados con la R inicial), que es asignado a los casos de Baley por su capacidad de lógica, cuya apariencia humana llega incluso a engañar a los mejores roboticistas (ingenieros científicos expertos en robots) de otros planetas como Solaria.
La sociedad de Solaria es la más curiosa y se describe en la novela “El Sol Desnudo”. El planeta fue colonizado por Nexon y siglos después se independizó, dando por resultado una sociedad repleta de rotos que realizan toda tarea específica y especializada para la comodidad de sus amos. En Solaria solo hay 20 mil habitantes, y únicamente se relacionan entre sí para la procreación, lo que consideran vergonzoso (hasta el punto de ser tabú pronunciar la palabra “hijo”), dado que viven en haciendas de miles de kilómetros de extensión, con una densidad de un millón de robots por habitante. Los solarianos se comunican entre sí a través de imagen tridimensional, un artilugio equivalente a las proyecciones holográficas 3D tan presentes en estos principios del siglo XXI.
En Solaria se encuentra la mayor industria de producción robótica y el desarrollo de la ingeniería fetal, donde los fetos con varias semanas de vida son introducidos en botes de líquidos proteínicos hasta que se desarrollan como bebés y los niños se crían en guarderías todos juntos. A la edad de 10 años, ya son aislados para que no crezcan con el mal hábito de la cercanía humana. Los adultos no soportan la cercanía de otro ser humano en varios grados de tolerancia, llegando a poder tener a otro humano a unos metros soportando la ansiedad, como a sufrir un paro cardíaco por la proximidad de otro semejante.
Posteriormente, ya en la cuarta novela “Robots e Imperio”, situada 200 años después de “Los Robots del Amanecer”, se cuenta cómo a partir de los recuerdos y vivencias de Gladia Delmarre, una solariana enamorada de Elijah Baley, se lanza como portavoz en defensa de la salida de los terrestres a la colonización de otros mundos, comenzada hace ya dos siglos gracias a las ideas de Baley aplicadas a los políticos de la Tierra y a raíz de los casos a los que ha sido asignado. Para ello los terrestres utilizarán una técnica llamada terraformación, que consiste en un cambio adaptativo al clima y condiciones autóctonos del planeta a colonizar y a lo largo de varias décadas llegar a condicionar dicho planeta a las necesidades humanas. Gladia, a través de su larga vida, dormida, insulsa y sin objetivos, debe despertar a todas las facciones de la Tierra y poner paz a los conflictos con los Mundos Exteriores en una llamada de tolerancia humana. En esta parte la Tierra debe enfrentarse a uno de sus peores destinos: la radiactividad.
Existe otro modelo en “Los Robots del Amanecer” y “Robots e Imperio”, R. Giskard Reventlov, no tan avanzado como R. Daneel pero cuyo cerebro positrónico posee unas facultades diferentes. Es en este último relato donde se enuncia la ley Cero de la Robótica, que resulta totalmente esclarecedora en todo el ciclo de novelas:
Un robot no puede dañar a la Humanidad o, por inacción, permitir que la Humanidad sufra algún daño.
Así se describen los mundos existentes en el Ciclo de los Robots. En los años 50 del siglo XX, donde la Sociología estadounidense se ha desarrollado como ciencia y extendido como recurso aplicado al Estado de Bienestar, Asimov le brinda a esta disciplina un espacio importante estudiando estos mundos e introduciendo también a un sociólogo en “El Sol Desnudo”, alrededor del cual danzan diferentes cuestiones acerca de tolerancia, de los límites humanos y sus contradicciones, del desarrollo social en el futuro. Precisamente en 1951, cuando publica “Fundación” y “En la Arena Estelar”, sale a la luz “El Sistema Social” de Talcott Parsons, sociólogo estadounidense, obra donde, tomando como base a Weber, uno de los padres fundadores de la Sociología en el XIX, se describe la sociedad como un sistema funcional-estructural, todavía hoy de gran importancia por los avances en el análisis de la sociedad.
Existe mucha información en internet sobre fechas cronológicas de la saga “Fundación”, pero lo más aproximado que podríamos tomar como referencia no oficial se encuentra en esta página (contiene muchos spoilers, avisamos a los amantes de la sorpresa). En ella aparecen muchos más títulos de novelas y relatos que complementan las sagas. Actualmente estas novelas, como todas las que comentaremos y demás obras de Asimov, están disponibles en varias editoriales: Alianza, Alamut, DeBolsillo, Factoría de las Ideas, Zeta, Bibliópolis…
En la actualidad encontramos apenas adaptaciones de las obras de Asimov, de las cuales hablaremos en otro artículo que ya estamos preparando. Pensamos que, aunque parezca un desperdicio, podría ser una suerte que hasta ahora nadie se haya atrevido a adaptar en serio al cine o TV estas novelas, que es muy fácil realizar chapuzas y los amantes de la obra de Asimov tienen el peligro de sufrir lo indecible ante posibles aberraciones. Si bien el Ciclo de los Robots podría ser más sencillo, tratándose de historias independientes con un hilo conductor de fondo entre todas pero centrada cada una en un caso concreto policíaco, “Fundación”, como veremos más adelante en próximos artículos, poseen un entramado casi épico. A medida que pasaban los años, Asimov decidió complementar sus obras con secuelas y precuelas, algo que consigió que ganara en extensión y calidad.
El caso de “Robots e Imperio”, como hemos indicado más arriba, resulta indispensable para comprender las consecuencias de las novelas que le anteceden y amplía la visión sociológica y cultural de la Tierra. Algunos personajes evolucionan ante la fuerte influencia de otras culturas al penetrar en su existencia, tal es el caso de Baley y otros personajes de las primeras novelas. Si bien estos cuatro libros transcurren en un plazo de pocos años, excepto el cuarto, que lo hace dos siglos después, todavía se hace notar la importancia de los acontecimientos anteriores. Así, cada historia posee un cariz tan eterno y revelador como sus consecuencias en el futuro de la Humanidad.
La prosa de Asimov no se caracteriza por su fondo literario, sin embargo llega a ser tan específico, correcto y científico a la hora de explicar y narrar que su lectura no es para nada desdeñable . En ocasiones podemos encontrar expresiones y frases que resuenan tan poéticos como filosóficos, de lectura fluida. Otro punto que caracteriza a las narraciones de Asimov son los diálogos, a veces extensos, abarcando varias páginas repletas de explicaciones y disertaciones.
Nos despedimos, no sin pediros vuestras opiniones y correcciones. Espero que este artículo no os haya parecido demasiado espeso o aburrido y os sirva para animaros a leer estas magníficas obras. Personalmente, en mi opinión, Asimov, por muchas razones, es el Tolkien de la ciencia ficción.
“Es evidente que después de eliminar lo imposible, lo único que nos queda, por improbable que parezca, es la verdad”.
Isaac Asimov, “El Sol Desnudo”.
Próximo artículo: Trilogía del Imperio.