Si una editorial ha demostrado estar haciendo las cosas bien últimamente, esa es Image. Y es que a través de la gran libertad que otorgan a los autores, en parte debido a sus temáticas no relacionadas con el género “superheroico” y que, por tanto, no necesitan de la realización continua de eventos o “crossovers”. Casualmente el hecho de tratar otro tipo de cómics algo más minoritarios es el que ha permitido a la compañía hacerse un hueco en el mercado estadounidense.
Uno de los ejemplos más ilustrativos de lo anterior es la miniserie que hoy nos ocupa, La instantánea (Snapshot). En ella, nos encontramos ante un planteamiento ciertamente sorprendente: Jake, un joven vendedor de cómics, encuentra en un parque de camino a su trabajo un teléfono móvil. Sin embargo, no se trata de un móvil al uso puesto que, cuando el muchacho decide examinarlo, halla algo escalofriante: las fotos de un asesinato.
Por si lo previo no fuera supusiera suficiente sobresalto para el pobre Jake, el teléfono empieza a sonar. Pese a que en un principio el vendedor está tranquilo, debido a que al otro lado de la línea se encuentra un agente de policía, la situación dará pronto un vuelco, iniciándose así un thriller en toda regla. En esencia, el propietario del dispositivo deseará, por motivos obvios, recuperarlo, mientras que Jake deberá huir como pueda del mismo y averiguar la forma de resolver la tesitura.
Así pues, a lo largo del tomo, a partir de la trama de Andy Diggle, el guionista de la miniserie, descubriremos el motivo de una práctica tan extraña como capturar fotografías de crímenes, así como la explicación a todo lo vivido en el volumen que, sin desvelar mucho, puedo decir que es una sorpresa constante. Y es que uno de los puntos fuertes de la obra es que sabe sorprender al lector en numerosas ocasiones -quizá demasiadas-, produciéndonos la sensación de que la trama está subordinada a los golpes de efecto o giros argumentales y no al revés, como debería ser lo habitual.
Pese a ello, realmente gran parte de los giros están muy bien incluidos y nos dejarán enganchados a la historia. De este modo, cuando algo nos empiece medianamente a cuadrar, aparece algo nuevo que nos descoloca y nos hace volver a replantearnos todo lo acaecido. Y así sucesivamente hasta la conclusión del tomo. Sin duda, el mejor ejemplo de ello es el primer golpe de efecto de la comisaría, realmente inesperado y muy buen buscado.
Sin embargo, desgraciadamente la trama se va haciendo más enrevesada a medida que avanzamos hasta llegar a un final, a mi entender, algo confuso a causa del exceso de información o revelaciones finales que, aunque esclarecen buena parte de la trama, algunos detalles quedan demasiado abiertos para mi gusto. Esto es, la dosis de datos tendría que haber sido más constante a lo largo del volumen y no dejarlo todo para su conclusión, pues algunos aspectos, pese a ser algo nimios, como digo, no acaban de estar del todo claros.
En el terreno gráfico, el dibujante de La instantánea, Jock, ofrece un nivel notable, con una narrativa o disposición de viñetas algo novedosa en ciertos puntos y en general notable, predominando las páginas con pocas viñetas para no sobresaturar al lector. El dominio de las escenas de acción -principalmente de las persecuciones- también es algo digno de mención. Respecto a la calidad del dibujo, el dibujante plasma escenarios y rostros de forma correcta, sin nada especialmente destacable.
A su vez, como ya habréis visto al contemplar las páginas, el cómic está dibujado íntegramente en blanco y negro, lo que ayuda a reforzar la sensación de incertidumbre -como pasaba en Estado de Caos, de temática similar-, de confusión y de brutalidad ante los hechos narrados. Dicho de otro modo, el blanco y negro casa muy bien con la temática de la obra y, en consecuencia, demuestra ser todo un acierto.
En lo que a la edición se refiere, Planeta deAgostini ha apostado por una edición quizá demasiado lujosa: el tomo cartoné incluye los cuatro números de la miniserie, que conforman un total de 128 páginas en blanco y negro, a un precio de 14,95€. A modo de extras, podemos encontrar las cuatro portadas de cada episodio y un artículo introductorio a cargo de José Torraiba, junto a otro del propio guionista, que revela bastantes detalles interesantes acerca del cómic. Entre ellos, que en su inicio el guión estaba pensado para ser una película.
En definitiva, La instantánea, pese a su buen planteamiento inicial, podría haber sido una obra bastante mejor y ciertos factores se dejan un poco de lado, tales como la profesión de Jake, que quizá hubiera podido tener más peso. Es decir, tener una tienda de cómics no es algo excesivamente común, y podría haber dado a la trama un toque propio. Esto, unido al problema del final, provocan que el volumen pierda enteros.
Quiero recalcar, no obstante, que no se trata en absoluto de una mala obra, tan sólo que sus pocos pero importantes fallos hacen desmerecer el resultado final. Pese a ello, la recomiendo para todos los aficionados al thriller a pesar de esas dos salvedades ya mencionadas.
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