El marketing relacionado con la literatura de género a veces opta precisamente por evadirse del tipo de etiquetado que lo hace reconocible a los aficionados, para promocionar sus obras slipstream, las que quedan entre la ficción literaria contemporánea mainstream y ciencia ficción o fantasía. Para ello, se opta por recurrir a una estética neutra en la portada y a colocar esas obras en estanterías de ficción generalista o, como la novela que nos ocupa, incluso en otros géneros.
Entre los muchos ejemplos de ello, destaca la conocida Nunca me abandones de Kazuo Ishiguro, que apenas esboza algunos cambios que la tecnología ha provocado en la humanidad, hacia el final del libro. O Rant: La vida de un asesino, de Chuck Palahniuk, que en palabras del mismo autor sería el primer libro de una trilogía de ciencia ficción. Y luego está La Mujer del Viajero en el Tiempo (título original The Time Traveler’s Wife), de la autora americana Audrey Niffenegger, publicado originalmente en 2003, un libro entre la ciencia ficción bien argumentada y el romance más melancólico.
La novela se centra en la historia entre Henry y su mujer Clare, que cuenta cómo se conocieron, casaron y convivieron, alternando los puntos de vista de ambos. ¿El giro que coloca la historia en la ciencia ficción? Debido a una mutación genética, Henry viaja a través del tiempo. No puede controlar si viaja al pasado o al futuro, cuándo “saltar”, cuánto tiempo estará fuera o cuándo podrá regresar. Su relación con Clare viene marcada por estos cronodesplazamientos, ya que Clare conoció al Henry adulto cuando tenía seis años y, cuando finalmente se encuentran como adultos, Clare tiene más información sobre la dolencia de su futuro marido que el mismo Henry.
Desde el punto de vista de la ciencia ficción, es una novela trabajada. Los viajes en el tiempo se consideran como una cronoafección genética que se conocerá y se expandirá en un futuro. Henry acaba recurriendo a un doctor en genética llamado David Kendrick para intentar controlar su enfermedad, que con los años se vuelve más peligrosa. El libro lidia con los aspectos más prácticos de los viajes temporales: la desnudez y el peligro de hipotermia, la posibilidad de allanar una propiedad privada sin quererlo y el riesgo de ser atacado. Para Henry, conseguir ropa, alimento y protección es una necesidad imperiosa. Por lo tanto, para garantizar su supervivencia, deberá aprender a robar y a pelear. La pequeña Clare le ayudará depositando ropa y comida en los lugares y en las fechas que el Henry adulto le facilitará. Otra temática importante relacionada con la experimentación genética humana, que en esta novela se trata en detalle, es la fertilidad y el mecanismo de transmisión del gen mutado a futuras generaciones. Y, por supuesto, en la historia no faltan las paradojas temporales, muchas y complejísimas.
Desde un punto de vista humano, se trata de un libro conmovedor que sin embargo no busca la lágrima fácil. Presenta una relación personal intensa y privada, limitada a dos o tres personajes y basada en la confianza. A pesar de ello, no idealiza las relaciones complejas y las consecuencias de la afección de Henry son brutales para ambos. Los saltos temporales y el amor siempre han casado bien, como recordarán los lectores de Forastera (Outlander) de Diana Gabaldon, saga en la que una mujer divide sus atenciones entre un hombre al final de la guerra mundial y otro en la Escocia de los clanes. O los aficionados a la mítica serie británica Doctor Who, que han visto crecer las subtramas románticas en las últimas temporadas.
La Mujer del Viajero en el Tiempo engancha desde la primera página. La lectura es fácil de seguir, ya que Niffenegger escribe con transparencia (que no simpleza). Aunque a menudo se descuida la consistencia de las obras de ficción que versan sobre saltos temporales, en este caso el lector puede seguir la historia sin problemas gracias a la estructura en forma de diario, en la que se añaden siempre fechas y edades de los protagonistas. Como punto negativo, podríamos decir que la novela pierde emoción y se apaga en la segunda parte, en la que quizás también abusa de algún recurso para emocionar algo más manido de lo que se esperaba en la primera mitad del libro.
A Audrey Niffenegger le llegaría la fama con esta novela cuyos derechos vendió a través de una subasta. Fue nominada a numerosos premios de literatura de género, como el Locus a mejor primera novela, el británico premio Arthur C. Clarke Award o el John W. Campbell Memorial Award for Best Science Fiction Novel. Tuvo más suerte con los premios de literatura general, llegando a ganar el premio a Popular Fiction Book of the Year en 2006. Su siguiente novela, Una Inquietante Simetría, incorpora elementos de fantasía gótica y está ambientada en un cementerio.
La edición española de La Mujer del Viajero en el Tiempo llegó en 2005 de la mano del sello Grijalbo. Apenas un año más tarde, se podía encontrar la versión de tapa blanda en la colección DEBOLSILLO. La novela, de 608 amenas páginas, conserva el diseño original de la portada que, como mencionábamos anteriormente, lo hace difícilmente identificable para los lectores de literatura especulativa. La traducción corre a cargo de Silvia Alemany, que entre sus novelas de género cuenta con el clásico Frankenstein o los libros infantiles de Artemis Fowl.
En 2009, la novela recibió una adaptación cinematográfica con Eric Bana y Rachel McAdams como protagonistas, adaptación que no acabaría de satisfacer a los fans de la novela. La película se tituló Más Allá del Tiempo. Podéis ver el tráiler aquí, con precaución porque a partir del minuto 1:15 hay un spoiler de los que revientan toda la historia.
La Mujer del Viajero en el Tiempo es, en definitiva, una novela melancólica y bonita, que no escatima en crudeza y en trasfondo científico. Sin ser un gran clásico, es realmente amena. Respecto a la literatura especulativa, es un libro reconfortante, de los que leer entre novelas duras o para cazar al lector incauto y mostrarle que no solamente de dragonadas vivimos.
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