No es la primera vez que el incombustible Terry Pratchett se acerca al público joven, ahora que el panorama editorial de género se ha visto arrasado por el llamado YA (young adult). De hecho, las novelas sobre Tiffany Dolorido son una gran introducción al universo de Mundodisco, exentas de la condescendencia con la que muchos autores escriben sobre jóvenes o para ellos. Sin embargo, el peso filosófico de Nación haría que este etiquetado se tuviera que replantear.
Nación es el nombre que los nativos daban a una pequeña isla situada en una isla del ficticio Gran Océano Pelágico (equivalente al Pacífico Sur) en el siglo XIX, en plena era de los descubrimientos. Pero eso es antes de que una enorme ola destroce la aldea, dejando sin nada al joven Mau, que está regresando de la Cueva de los Muchachos y espera recibir los tatuajes que lo identifiquen como hombre adulto. Mau se prepara para enterrar a los habitantes de la aldea, cuestionándose la sabiduría de los Ancestros, sabiéndose perdido y sin alma. Pero con la ola también aparece una goleta, la Sweet Judy, que trae a Daphne, una chica calzones de (muy) buena familia, que se encuentra en un mundo que le es desconocido, tras el motín que se produjo en la goleta antes del naufragio. Entre los dos tendrán que reconstruir Nación, no sin plantearse muchas cuestiones vitales por medio.
Un toque sutil de historia alternativa (la corona de Inglaterra ha sufrido considerables bajas y esto es muy relevante para la historia), aventuras de corte clásico (todos recordamos naufragios literarios célebres) y, en especial, un ritmo sosegado, en el que los fragmentos más dolorosos son los más nítidos. Pratchett ya nos habló sobre religión en Dioses Menores y sobre la fantasía y la suspensión del descreimiento en Papá Puerco. Con Nación, anima a la reflexión y se aleja un poco del combo humor + acción al que nos tiene acostumbrados el autor, para alcanzar un tono más melancólico, similar al que tenía en El Segador.
Los aficionados a las novelas del escritor británico no echarán de menos las notas al pie de página, la sutil crítica social que no impone ideas sino que las cuestiona y el humor al que nos tiene acostumbrados, en menor dosis, pero todavía muy presente. Mucha atención a la crítica al imperialismo, no por bonachona menos punzante. Por no mencionar el interés que el autor siempre ha demostrado por la idea de los mundos paralelos y que aquí se hace patente con la mención de personajes históricos de la política y la ciencia, como Charles Darwin.
Y, sin embargo, Nación se diferencia de otros libros de sir Terry Pratchett por la cadencia y el tono, siendo una de sus novelas más pausadas y oscuras. Imaginad una visión de El Señor de las Moscas que funcione como un negativo fotográfico: en Nación se salvan vidas más que se matan y, a pesar de todo, el final tiene el mismo matiz agridulce. Es un libro sobre madurar, sea creciendo como persona, como territorio o patria. Es un libro que trata, muy especialmente, de ideas que maduran.
Y no por ello quiero decir que sea un libro deprimente, aunque pueda entristecer. En Nación también hay lugar para la comedia y para la esperanza. Es imposible no encariñarse con Mau y Daphne, personajes maravillosos por separado y que funcionan perfectamente juntos. Pero hay que tener en cuenta que Nación es una obra muy diferente a lo que podemos estar acostumbrados en literatura de género y que hay que leerla con el ánimo correcto, dispuestos a pensar y a ser enternecidos.
Sobre Nación he oído críticas a menudo opuestas. Algunos consideran el libro como uno de los mejores del autor. Por otro lado, hay quien cree que la novela tenía todavía más potencial del que luego se desarrolla, quizás achacando esta “simplificación” al público al que en un principio se dirige. Pero atención, que el lenguaje claro no despiste, detrás de Nación hay mucho más de lo que parece: quizás las ideas que no se desarrollan del todo fueron redactadas no para apelar a un público joven, sino para dejar los mismos cabos por atar que cualquier tipo de ficción pediría al lector adulto.
Hay que recordar que Nación se escribió apenas tres años tras el tsunami del Oceano Índico. El libro llegó a los editores casi como una sorpresa, antes de la siguiente entrega sobre Mundodisco/Tiffany Dolorido que tenía programada, en el mismo año en que al autor se le diagnosticó Alzheimer.
Tras recibir críticas muy positivas, la novela Nación fue adaptada al teatro. Podéis ver un pequeño tráiler a continuación.
Tenemos la suerte de que el panorama editorial español ha mimado a Pratchett desde hace tiempo. Timun Mas editó Nación en nuestro país en mayo de 2010, con 453 páginas traducidas por Miguel Antón, que en su bibliografía tiene obras de Philip K. Dick, Steven Erikson o Gene Wolf, entre otros.
Es por eso que, en pleno 30 aniversario de Mundodisco, con Raising Steam (la novela número 40 ambientada en este universo) lista para aparecer en las librerías de Reino Unido el 7 de noviembre, vale la pena recordar la capacidad de Pratchett para explorar lo más oscuro de la humanidad. Con su estilo personal, sus personajes cuidados y la prosa bien medida, el autor construye una genial obra autoconclusiva. Hacia el final, Pratchett nos deja con una frase que resume no solamente Nación, sino toda su obra.
Este libro contiene algunas reflexiones. Que intentes o no hacerlo en casa depende de ti.
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