Visitar Nueva York es prácticamente una obligación para cualquier aficionado al comic-book norteamericano. No se trata solo de la posibilidad de visitar las sedes de Marvel y DC, las grandes editoriales del cómic superheroico (algo difícil de conseguir pero alcanzable con cierto don de gentes o algún contacto), ni de lo asombroso que resulta visitar las localizaciones reales donde se han ambientado grandes momentos vistos en las viñetas, ni tampoco por el poder sumergirte en los numerosos stock de cómics que presentan sus librerías especializadas, además de esos indescriptibles placeres también es gratificante comprobar que en la gran manzana los superhéroes son algo tan neoyorquino como los puestos ambulantes de perritos calientes. Quizás por eso, y por lo unido que está el personaje a la ciudad, Broadway era el mejor lugar donde estrenar un musical sobre Spiderman.
Si leísteis en su día mi artículo sobre la premiere de ‘The Amazing Spider-Man’en España o mi crítica sobre la película, ya sabréis que me considero un fan total del arácnido; uno de mis orgullos materiales es la amplia colección de cómics y diverso material del personaje que poseo y creo que conozco sobradamente al personaje para poder valorar desde un coherente punto de vista cualquier adaptación del personaje del papel a otro medio. Entenderéis entonces que en mi última visita a Nueva York no dudara ni un segundo en asistir a una representación de ‘Spider-Man Turn Off The Dark’ para poder ofrecer a los lectores de La Casa de El mi opinión sobre la obra, pese a que habitualmente realice crítica cinematográfica y con esta reseña me adentre por primera vez en el análisis de una producción teatral.
Apostaría lo que no tengo a que las únicas noticias que hasta vuestros oídos han llegado sobre esta costosa producción (70 millones de dólares más el mantenimiento de la obra en cartel) han sido las notas catastrófistas sobre sus pases previos, en las que se hablaba de los percances que sufrieron varios miembros del equipo de especialistas y de la decisión de los productores de despedir a la directora inicial, la reputada dramaturga Julie Taymor (responsable del éxito teatral del Rey León), debido a su incapacidad para lograr que la obra superara sus problemas, siguiera adelante y pudiera finalmente ser estrenada.
En los USA, además de esas primeras y alarmantes noticias sobre el futuro de Spiderman en los teatros, también se filtraron las primeras opiniones de críticos teatrales sobre la obra, puesto que aunque no se puede publicar una crítica hasta que la producción no ha sido oficialmente estrenada, se hicieron públicos varios comentarios como el del conocido crítico del New York Times, Ben Brantley, que argumentó que la obra no era solo la más cara de la historia de Broadway sino que posiblemente acabaría siendo la peor. Afortunadamente los responsables del musical, entre los que se encontraban los componentes de U2, Bono y The Edge, decidieron (tras un último incidente durante una previa de Navidad que acabó con un miembro del reparto en el hospital) hacer borrón y cuenta nueva para poder ofrecer el musical que público y personaje se merecían.
Así fue como el espectáculo se estrenó con más de un año de demora sobre la fecha prevista, después de depurar concienzudamente el guion y el apartado técnico, y las sensaciones del público asistente a esa primera representación no pudieron ser más positivas, obteniendo un éxito posterior impresionante y vendiendo prácticamente, función tras función, las casi 2000 localidades disponibles que pone a la venta para cada representación el Foxwoods Theather, el local donde el musical se representa desde sus inicios. No pasarán desapercibidos para el viajero que visite NY y llegue al aeropuerto internacional J.F.K la gran cantidad de carteles publicitarios de ‘Turn Off The Dark’ que pueblan las paredes del aeropuerto y que invitan al visitante a acudir a ver la obra mencionando su enorme éxito y el número de localidades vendidas desde su estreno en Enero del 2011.
Entiendo que hablaros de la calidad de la parcela interpretativa de la obra puede resultar hasta cierto punto prescindible e innecesario debido a los incontables cambios de casting que una obra de este tipo padece durante su estancia en la cartelera. Es muy probable que, si decidís acudir a disfrutar del musical durante un futuro viaje a Nueva York, no observeis en escena los mismos actores que ahora mismo trabajan en la producción. Sin ir más lejos, el actor protagonista que daba voz y vida a nuestro querido Peter Parker/ Spiderman en la función que yo disfruté hace unas semanas (Reeve Carney, que se ha mantenido durante tres años en la obra) ha sido recientemente sustituido por otro intérprete. Aunque la experiencia nos dice que los responsables de elegir a los nuevos actores de cualquier obra que se representa en Broadway apuestan por un continuismo total con lo ya ofrecido y es difícil encontrar diferencias significativas en los estilos de interpretación (e incluso en las capacidades vocales a la hora de cantar) entre los nuevos intérpretes y los actores reemplazados.
Lo que seguro que no cambiará durante todos los años que la obra se mantenga en Broadway, será la espectacular puesta en escena de la misma. Se trata de un continuo homenaje al mundo de papel del que proviene Spiderman, con cada decorado imitando el fondo de una viñeta. El Nueva York que vemos en los cómics de Marvel se muestra con una espectacular profundidad jugando de forma inteligente con la perspectiva del público. Esa intención de hacernos creer que nos encontramos ante una página de cómic que cobra vida ante nuestros ojos llega hasta el punto de presentar sombreados de tinta en los vestuarios de los artistas. El espectador menos receptivo a este singular montaje puede llegar a pensar que se infantiliza la representación con esa buscada intención de escapar de un planteamiento realista y que incluso afecta a los villanos de la función, que se presentan ante nosotros con un aspecto caricaturesco e incluso cómico. Pero el amor y respeto a la historia original del personaje que desprende todo lo que sucede en el escenario deja claro que no se trata de una obra infantil (quizás sí muy familiar) sino de un intenso guiño a todos lo que llevamos una parte de Peter Parker dentro de nosotros.
La historia es, a grandes rasgos, la que mil veces hemos visto y leído sobre los orígenes de Spiderman, tomando como base principal la versión ultimate del cómic (al igual que las películas) y añadiendo un elemento mitológico al incluir el mito de Aracne en la historia. Este híbrido entre mujer y araña se presenta de forma onírica a Parker para explicarle el porqué ha sido elegido para portar tan extraordinarios poderes. Sí es cierto que descoloca en cierta manera esta integración de la mitología grecorromana en los orígenes del lanzaredes, pero el par de escenas donde aparece el personaje presentan tal belleza y poesía que uno termina incluyendo sus apariciones entre lo mejor de la representación.
Lo bueno de un musical es que sabes de antemano que no vas a ver algo con un máximo rigor y por tanto ni lo esperas ni lo exiges. Al fin y al cabo, no conozco a nadie que se haya enfrentado cantando a la amarga angustia que le ha producido el asesinato de su tío. Esto permite no tomarnos demasiado en serio las repetidas licencias creativas respecto al original que se ven en la obra (como lo ya comentado de Aracne) y disfrutar plenamente de la función con sonrisas ante los acertados momentos cómicos (los mejores provienen de los comentarios mordaces y delirantes del Duende Verde) y con asombro ojiplático al ser testigos de excepción de los enfrentamientos aéreos entre Spiderman y el Duende Verde que transcurren sobre el patio de butacas, que son llevados a cabo por unos intachables especialistas que consiguen mimetizar completamente los movimientos imposibles y poses inhumanas que caracterizan a nuestro héroe.
Y, por supuesto, no se puede valorar completamente un musical sin entrar de lleno en las canciones que se interpretan durante la obra; el planteamiento musical generó en principio mofas en algunos al imaginarse a un Spiderman cantante y bailarín y si bien es cierto que el género musical no es el entorno ideal en el que puede uno concebir al personaje, resulta muy atractivo ver una aventura de Spidey al ritmo de buenos temas de rock. Estaremos todos de acuerdo en que si hay un tipo de música que encaja perfectamente con el dinamismo de Spiderman es el rock, y la obra nos presenta unos temas de este estilo muy apropiados. En relación a esto, comentaros que, en contra de lo que la publicidad quiere hacernos creer, no todas las partituras han sido creadas por Bono y The Edge. Aunque toda la parte musical de la obra es efectiva, e incluso calificable de sublime en muchos tramos, sobresalen por su calidad los temas “Rise Above” y “Bouncing off the Walls”, este último interpretado por el protagonista mientras realiza una increíble coreografía en la que se simula de forma espectacular que recorre las paredes y el techo de su habitación al poco de descubrir los pasmosos efectos de la picadura de la araña. Comparto con vosotros dos vídeos donde podéis comprobar la impresionante factura del musical y la calidad de sus canciones:
Si os consideráis seguidores del personaje, asistir a una función de ‘Spider-man: Turn Off the Dark’ es tan obligatorio como pasear por el puente de Brooklyn si visitáis Nueva York. Si queréis conocer un refrescante nuevo punto de vista sobre el héroe y queréis sorprenderos con un genuino espectáculo de Broadway, este musical de Spidey no os defraudará en absoluto. Y descubrir a un Spiderman diferente no es algo que suceda todos los días.
Escrito por Adolfo Saro