La colección de literatura fantástica de RBA ha intentado equilibrar clásicos y novedades, autores premiados y nuevas voces. Sin embargo, llama la atención que una colección que se inició con Mundos de Exilio e Ilusión de Ursula K. Le Guin siga apostando con tanta fuerza por la ciencia ficción de enfoque antropológico. Y es que abundan las comparaciones entre la segunda novela de Karen Lord, El Mejor de los Mundos Posibles, y el ciclo del Ekumen o de Hain de Le Guin. En esta novela de la autora de Barbados, una de las nuevas voces que mencionábamos antes, encontraremos muchos elementos de la ciencia ficción tradicional: tecnología avanzada, procedimientos científicos rigurosamente explicados, vinculación telepática y otras habilidades psiónicas, por no mencionar una gran sorpresa del género que prefiero no desvelar. Sin embargo, todo el contenido de ciencia ficción está atemperado por un mensaje superior de comprensión entre culturas, que tiene en cuenta tanto al que da ayuda como al que la pide.
Me cuesta reseñar esta novela con imparcialidad, ya que toca varios de mis puntos flacos: me gusta la ciencia ficción en la que los personajes tienen más peso que la trama, me interesa la figura del émpata como especialista en una misión de carácter sociológico (algo que ya había visto en algún relato de Le Guin) y disfruto cuando en la ciencia ficción se analizan creencias míticas terrestres (aquí tenemos hadas, ni más ni menos). El Mejor de los Mundos Posibles tiene todo eso, además de un planteamiento muy interesante.
La historia se inicia cuando llegan refugiados sadiri a Cygnus Beta, un planeta conocido por dar la bienvenida a todo tipo de culturas del universo, pero que conserva mucho de terrestre. Los sadiri son un pueblo muy poco expresivo, cerebral y conocido por su moralidad, que ha aprendido a controlar diferentes disciplinas mentales (telepatía, capacidad de usar naves mentales) y que recientemente ha perdido todo su planeta en una catástrofe. Grace Delarua es biotécnica del gobierno y aficionada a las lenguas y acabará ayudando a Dllenahkh, el cónsul sadiri, a tratar de identificar qué asentamientos de antiguos antepasados sadiri existen en Cygnus Beta, con el fin de que los exiliados, que son en su mayoría hombres solteros, puedan formar familias. Grace tiene ascendencia ntshune (pueblo conocido por su emotividad y sus altos niveles de empatía) y trabajar con un pueblo aparentemente inamovible no será sencillo. Cygnianos y sadiri se embarcarán en una misión que los llevará por todo un planeta, con la esperanza de conservar unas costumbres que pueden morir pronto y de descubrir qué ocurrió en Sadira.
Es interesante tener en cuenta que Lord se inspiró en una tragedia real para el contexto de su obra. Uno de los temas que inspiraron a la novela fue el tsunami de 2004 y las consecuencias que trajo para muchas poblaciones que perdieron a la mayoría de mujeres jóvenes, puesto que muchas se encontraban en casa mientras sus maridos pescadores faenaban fuera. El caos que originó la situación desestructuró muchas familias y provocó matrimonios forzosos y todo tipo de coerciones violentas. En consecuencia, mucha gente acabó profundamente traumatiza. Karen Lord explica que no le fue difícil imaginar esta situación a nivel de un planeta entero.
Acostumbrada a novelas que requieren un gran esfuerzo previo para entender el contexto de la acción, me ha sorprendido muchísimo la facilidad con la que El Mejor de los Mundos Posibles te pone en contexto, con un tono muy natural, casi conversacional. A pesar de que sus personajes principales son científicos, burócratas y estudiosos de la psiónica, en ningún momento nos abruma la información relacionada con sus especialidades. Incluso en un mundo en el que la tecnología es impresionante, el libro se detiene para definirnos conceptos que en el contexto de la novela suenan mil veces más exóticos, como la definición de familia o las relaciones entre refugiados.
Como ya he mencionado al principio, los personajes dominan sobre la trama: son un grupo pequeño, que evoluciona durante la misión, que se ve a menudo empujado más allá de su zona de confort para entender al otro. Aunque la novela está narrada en primera persona desde el punto de vista de una Delarua algo mayor, de vez en cuando encontramos breves fragmentos en tercera persona que nos sitúan, si bien no nos dejan profundizar, en la mente de Dllenahkh. Sus voces son las más nítidas, como corresponde a un personaje protagonista. Nos encontramos personajes muy bien caracterizados, definidos tanto por lo que dicen como por lo que eligen no decir. Delarua es un personaje maravilloso, increíblemente intuitiva y curiosa, de una alegría que se contagia. En definitiva, es una alternativa muy agradecida a todos esos héroes de mandíbulas tensas, definidos solamente por sus pasados trágicos. Punto extra para la Delarua intérprete, cuya habilidad como traductora con cartas en la manga me hizo sonreír (ya dije que me iba a costar ser imparcial).
Aunque es algo que se intuye desde el principio, la trama amorosa de la novela es omnipresente, como algo que en ocasiones está de fondo y que a veces pasa a primer plano, hasta llegar a dominar la trama principal. La historia de amor principal es agradable, pausada y plausible. Con todo, no es una novela de amor a secas. Hay también espacio para la reflexión de corte casi teológico (no olvidemos que Lord es Doctora en Sociología de la Religión, además de licenciada en Ciencias y profesora de física para militares y burócratas, un gran modelo para Delarua). Encontraremos también aventura (muchos momentos de emoción y peligro, narrados con maestría) y humor, con guiños a la cultura pop de los antiguos terrestres (las películas holográficas de Indiana Jones, Superman o Grease).
Una crítica que sí le haría a la novela es que tiene un final algo anticlimático y previsible. Lo de previsible no es tan grave, este libro prioriza el camino frente al destino. Sin embargo, como las escenas de tensión se reparten durante la novela, en especial en su tercio central, el final pierde fuerza y la narración se resiente un poco.
Con todo, la autora caribeña me parece un descubrimiento impresionante. Tengo muchas ganas de leer su primera novela, Redemption in Indigo (Redención en Índigo), todavía no publicada en nuestro país, pero que fue aclamada por la crítica y que recibió numerosos premios. Durante la entrevista que concedió a RBA Fantástica, Lord explicó que se encontraba trabajando en la secuela de El Mejor de Los Mundos Posibles, además de varios relatos ambientados en Cygnus Beta.
El Mejor de los Mundos Posibles fue el noveno título de la colección RBA Fantástica y se publicó el 14 de febrero de 2013, apenas una quincena después de su publicación en inglés, una fecha muy adecuada si tenemos en cuenta el contenido romántico de la novela. Sus 352 páginas han sido traducidas por Rafael Marín, escritor y traductor que ha trabajado con muchas editoriales especializadas en la literatura de género y que, como ya os comenté en la reseña de El Aliento de los Dioses de Brandon Sanderson, fue galardonado en 2003 con el premio a mejor traductor europeo de ciencia ficción. La portada corre a cargo de Alejandro Colucci y es una imagen bellísima que contrasta con la portada de estilo plateado que identificaba a la colección, sobre cuya presentación ya hablé al reseñar Las Doce Moradas del Viento. Lamentablemente, se decidió dar un lavado de cara a RBA Fantástica y los últimos volúmenes de la colección, Las Luminosas y Cuentos Completos de Ballard, han perdido el codiciado brillo.
Recomiendo encarecidamente El Mejor de los Mundos Posibles por su carácter absorbente y ligero, que esconde reflexiones de gran profundidad. Muy preferible a las obras pesadas que requieren mucho esfuerzo para luego no decir nada. Si tenéis curiosidad, el primer capítulo se puede descargar aquí.
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