Entre el siglo VIII y el siglo XII (a día de hoy sigue siendo incierta su fecha), se escribió de forma anónima un poema anglosajón bautizado como Beowulf, haciendo así honor al nombre del protagonista. En él, se narra la épica vida de un héroe gauta (pueblo de origen germánico que residía en Suecia), quien acude en ayuda del pueblo danés para liberarles de la opresión de un ser monstruoso que les tiene aterrados desde hace años.
Partiendo de este poema épico, el guionista Santiago García y el dibujante David Rubín han adaptado por primera vez este relato al mundo del cómic, siendo publicado por la editorial Astiberri.
Como mencionaba, el poema nos cuenta las hazañas que llevó a cabo este héroe: la primera de ellas fue enfrentarse con un aberrante ser, al que los daneses habían llamado Grendel; la segunda le llevó a luchar con la madre de este, y, finalmente la tercera, nos transporta a varios años después, donde veríamos a un viejo Beowulf hacer frente a un gigantesco dragón.
Pese a que el poema original se divide en cuatro cantos, los autores del cómic han decidido hacer tres distinciones en su adaptación, obviando el tercer canto, cuya relevancia era escasa. Estas divisiones son, bajo mi punto de vista, muy acertadas, ya que narran las tres hazañas de forma independiente, aunque todas ellas estén ligadas entre sí.
Mientras que en la versión original Grendel se acercaba más a un gigante (jotun en la mitología nórdica), los dos autores han querido dotar a este personaje de un cariz mucho más oscuro, personificando en él toda la maldad del ser humano. Así, su comportamiento oscilante entre brutalidad e inmoralidad lo acercan más a asemejarse a un animal que a cualquier persona. Físicamente no podríamos compararlo con nada, ya que se nota claramente cómo Rubín ha creado un monstruo en base a numerosos conceptos, como si del Doctor Frankenstein y su criatura se tratase. Esto lleva a que veamos movimientos y comportamientos totalmente opuestos de una viñeta a otra, asemejándose estos a los de diferentes animales.
Grendel es el terror personificado y para lograr dicha apreciación, los autores van sembrando una semilla de pavor en la conciencia de cada lector. Esto se plasma desde la primera página, donde los tonos oscuros se ven sorprendidos por el rojo escarlata, dando paso tras varias ilustraciones a una bandada de cuervos sanguinolentos, que se convierten en la antesala de un evento grotesco. Además, el dibujante quiere hacernos entender que esta bestia ve a los seres humanos como meros trozos de carne con los que saciar sus necesidades, hecho que logra al ilustrar la visión que tiene este de los personajes a los que observa, además de otras grotescas acciones que realiza.
La siguiente bestia a la que ha de enfrentarse Beowulf es a la propia madre de Grendel. Con una complexión que nos recordará sutilmente a la reina alien de Aliens, este segundo relato se inicia al igual que la primera historia con una fiesta que se verá truncada por la aparición de un ser monstruoso. A partir de este inicio, seremos testigos de un viaje que llevará a Beowulf hasta la guarida de este engendro, ser al que deberá vencer si quiere colmarse de la gloria que tanto anhela.
La batalla entre héroe y monstruo está cargada de sobresaltos y sorpresas, llevando hasta límites épicos la acción que se da a lo largo de las páginas. En el caso del enfrentamiento entre Beowulf y Grendel, podíamos ver dividida la acción en dos partes: la masacre hacia los daneses y los soldados gautas, acometida por el engendro, y el duelo entre los dos personajes desprovistos de armas, bajo su forma natural. Pero la lucha entre el héroe y la madre del primer monstruo adquirirá una nueva dimensión, para la que nos presentan a un Beowulf que ha visto su gloria comprometida, por lo que decide intentar poner fin rápidamente a su adversario, para recuperar así el buen nombre que se había labrado. Porque si hay algo que diferencia a este héroe de los estereotipos clásicos, es su afán por alcanzar el éxito, relegando a un segundo plano el actuar por principios o ética.
Finalmente, la historia avanza hasta mostrarnos a un Beowulf ya anciano, quien rige el trono de los gautas tras la muerte del rey Hygelac. En esta ocasión, será un dragón el ser que aterrorice al pueblo, decidiendo Beowulf luchar por su reino y encararse a él, para nuevamente, no perder la gloria ganada. La razón de la aparición de este nuevo enemigo es motivada por un ladrón, quien había decidido hacerse con un cáliz perteneciente al tesoro custodiado por este animal, obligándole así a despertar de su letargo. Para llevar a cabo su cruzada, Beowulf contará con la ayuda de su sobrino Wiglaf, quien verá cómo el resto de súbditos de su tío carecen de la valentía necesaria para acompañarles.
Una vez analizado el grueso de la historia, no queda más que elogiar a sus autores, especialmente a David Rubín, quien utiliza innovadoras técnicas para captar la esencia del poema épico, trasladando esta a cada viñeta. Un ejemplo de esto son el reiterado uso de pequeñas viñetas para centrar la atención del lector en diversos detalles de la situación narrada, que no hacen más que aportar contenido y precisión a quien los contempla. Así, una ilustración “simple” como podría ser un banquete, adquiere una nueva dimensión visualmente narrativa, al poder ver de forma minuciosa lo que está ocurriendo allí. Este recurso gráfico compensa notablemente el dibujo minimalista de su autor, dotándole así de una deslumbrante complejidad.
Además, a lo largo de las páginas iremos viendo cómo el dibujante va evolucionando con cada relato, apareciendo así nuevos recursos que liga a su característico estilo, dando como resultado una narración visual exquisita. Todo esto es aderezado con una excelente elección de tonos, que ayudan a que el lector sea seducido por la narración. Por otra parte, el trabajo de Santiago García a la hora de adaptar esta obra ha sido sublime. Si bien es cierto que el número de páginas podían haber sido notablemente reducidas si nos limitamos al poema en sí, tanto la estructura narrativa como su extensión son las idóneas. Esto da lugar a la creación de un cómic dinámico que nos sumergirá rápidamente en sus páginas, secuestrándonos del mundo real que nos rodea hasta que hayamos concluido su lectura.
Finalmente, hay que alabar la labor editorial de Astiberri, que nos ha ofrecido esta historia bajo un estupendo volumen cartoné de 200 páginas, cuyo considerable tamaño (22 x 31cm) y excelente precio, 25€, lo convierten en una edición más que recomendable. Por otro lado, a modo de extras, encontramos un par de páginas que ilustran gráficamente el proceso de creación de este cómic, además de un artículo escrito por Javier Olivares, donde nos el dibujante nos cuenta cómo años atrás, trabajó junto a Santiago García en un proyecto previo de Beowulf. Sin lugar a dudas, estamos ante de uno de los cómics revelación de este año, al que se le añade una de las mejores ediciones en cuanto a relación calidad/precio que he visto en mucho tiempo.
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