El libro que reseño esta semana es difícil de describir. Se trata de una historia metida dentro de otra historia, y no lo es en un sentido convencional, porque nada es convencional en la casa de hojas. Empecemos por el argumento: Johnny Truant, un chico con un pasado trágico del que poco o nada sabemos, se encuentra con los escritos de Zampanò, un viejo ciego y silencioso que muere sin saberse muy bien de qué. En estos escritos se relata, desde un punto de vista pseudoacadémico, lleno de citas y notas al pie, todo un estudio hecho sobre El Expediente Navidson. Will Navidson, un fotoperiodista de fama mundial, se muda a vivir a su nueva casa con su mujer Karen y sus dos hijos. Pronto, algo le extraña: tras hacer las correspondientes mediciones de la casa, hay una diferencia mínima, 6 mm, entre el tamaño medido desde el interior y el tamaño medido desde el exterior, este pequeño detalle, nimio, insignificante, es sólo el inicio de todo un descenso dantesco a la más pura oscuridad de la casa, y no lo digo metafóricamente. Y creo que en lo que respecta al argumento, hasta aquí puedo leer.
Recordemos que no solo tendremos esta línea argumental a seguir, sino que también tendremos por otro lado las vivencias de Truant, que al principio nos parecerán anodinas, inocuas, faltas de significado en contraste con El Expediente Navidson y todo lo que lo rodea. No os preocupéis, veréis como poco a poco su parte gana en interés, a menudo haciéndole sombra a la historia principal.
La casa de hojas es una novela de terror experimental. Así es como mejor se me ocurre calificarla. Ya no es solo por el uso excepcional que hace del tópico del Found Footage, ni por como abusa hasta el extremo del unreliable narrator, hasta el punto de que el lector se vuelve incapaz de fiarse de las palabras de nadie, aunque no por ello deje de seguir leyendo. Su naturaleza experimental entra por los ojos. El curioso, el que no sabe que tiene entre las manos en una librería, abrirá el libro por cualquier página aleatoria y ya habrá picado el anzuelo. Pronto lo veréis pasando hojas adelante y atrás, tratando de comprender porqué se ha publicado algo editado de forma tan poco ortodoxa. Mejor una imagen que mis palabras para que veáis de qué se trata.
Este libro, publicado en el año 2000 en inglés, está lleno de juegos de palabras, de mensajes ocultos, de textos que se referencian los unos a los otros. Este libro, cuando salió en el año 2000, parecía imposible de traducir. No sé cuanto tiempo le habrá llevado al gran traductor y escritor Javier Calvo domar a esta bestia literaria y hacerla suya al completo, pero tengo que decir que, a falta de haberme leído el original (cosa que probablemente acabe haciendo), el resultado es brillante. También quiero aplaudir a las editoriales Pálido Fuego y Alpha Decay por la valentía que han mostrado al atreverse con semejante monstruo. Hay que decir que les está yendo bien, porque a día de hoy, ya van por la cuarta edición.
Mark Z. Danielewski, cuya primera obra es esta casa de hojas, es un autor controvertido, cuyas novelas son todas así, con diferentes tipografías, narración a varios niveles y sobre todo lo que se conoce como literatura ergódica: un tipo de texto en el que es el lector el que elige de forma consciente por dónde seguir. Las decisiones que toma el lector influyen en su percepción de la obra, pudiéndose perder en un mar de notas al pie que hacen referencia a pequeños secretos, o quizás siguiendo el juego de intentar averiguar porqué hay mayúsculas donde no debería haberlas. El lector puede elegir perderse por todos esos caminitos que le abre el autor, o simplemente avanzar por el camino principal y olvidarse de todo lo demás. Si os interesa leer más del autor, ya está prevista la publicación en España de The Fifty Year Sword, que promete ser igual de apasionante.
Volviendo a la novela que nos atañe, tengo que decir que pese a que con todo lo que he dicho pueda parecer un tostón experimental, la lectura es rápida, fluida. A menos, claro está, que queráis investigar cada rincón, cada cita, cada pequeño detalle que no encaja. Yo, aunque estoy seguro de no haberlo descubierto todo, ni mucho menos, le daré un tiempo y, quizás con la versión en inglés, haré una segunda lectura, cautelosa, atenta, para no perderme detalles. Lo que he sentido leyendo La casa de hojas no lo he sentido con demasiadas novelas, el terror que a uno le embarga tiene poco que ver con los sustos o con criaturas siniestras o simple gore. Este pánico de fondo que siente el que se adentra en el libro, tiene más que ver con the evil that men do, con el horror que envuelve la naturaleza del ser humano, el minotauro que se esconde en el laberinto de nuestro ser. Al principio parecerá que lo más duro es el encuentro de Navidson con lo desconocido, pero yo sigo pensando que el auténtico terror lo vive Truant, en su realidad retorcida.
La casa de hojas salió el pasado noviembre y en menos de 3 meses han tenido que editar hasta una cuarta edición. No es casualidad este éxito, muchos esperaban esta novela desde hacía años y se han hecho con la versión en castellano tan pronto como ha salido; otros, como yo, nos hemos dejado llevar por su gran poder de fascinación. Para mí es una gran obra, quizás no al nivel de obra maestra, pero ciertamente una lectura que recomiendo encarecidamente. A algunos les parecerá un libro cuanto menos curioso, otros harán de la obra un tótem literario, ¿qué harás tú, cuando te adentres en la casa de hojas?
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