Pyongyang

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Panini
Portada de Pyongyang
Portada de Pyongyang

Esta semana tengo intención de hablaros de uno de esos cómics que llevan ya años en el mercado pero que siguen vendiéndose muy bien. La primera edición española de Pyongyang data de 2005, un recorrido de casi una década de reediciones de un cómic que genera fascinación. Y es que Corea del Norte, ese país cerrado a cal y canto, del que poco o nada se sabe, causa un gran interés en la sociedad occidental. Son pocos los relatos de gente que ha vivido en ese país, y el que tengo entre las manos hoy, este Pyongyang de Guy Delisle, es especialmente bueno en transmitir ese aura extraña que emana de Corea del Norte. Habiendo vivido en Corea del Sur un par de años, me siento especialmente identificado con muchas de las experiencias del autor canadiense en este cómic, así que iré intercalando algunas de mis experiencias con las del autor.

Pyongyang empieza con la llegada de Delisle al país, con el agente de aduanas norcoreano revisando su equipaje, y un repaso de las cosas que puede o no puede traer. Destacan el teléfono móvil, la radio o pornografía, en la lista de elementos prohibidos. La radio y el móvil tienen sentido, ya que se intenta todo lo posible que los extranjeros no puedan tener contacto con partes del país que no quieren que se vean. La pornografía entra en otro rango de elementos prohibidos: aquellos elementos que, según la propaganda oficial, han dejado de existir dentro de las fronteras norcoreanas: la droga y la pornografía, que forman parte de la contaminación exterior. Internet, como tal, no existe en Corea del Norte: lo que hay es una red cerrada, controlada por el gobierno, con contenido aprobado por el gobierno. Es como si en España sólo pudiéramos acceder a páginas españolas de divulgación general, creadas por el gobierno. En Corea del Sur, debido a las enormes penas por consumo o tráfico que existen, el acceso de la población general a drogas ilegales es extremadamente limitado. El Internet, por su parte, es bastante libre, aunque hay páginas web que el gobierno bloquea directamente, por contenido “obsceno o perverso”. Así que, en cierto modo, esa visión puritana sobre ciertos temas no es exclusiva de Corea del Norte, sino que está bien arraigada en las dos Coreas.

Un bucle infinito de pins con las caras de Kim Jong-Il y Kim Il-Sung
Un bucle infinito de pins con las caras de Kim Jong-Il y Kim Il-Sung

El motivo de la visita de Guy Delisle a Corea del Norte no es otro que el de revisar la producción de un proyecto de animación externalizado como ya había hecho en Shenzhen, China. Su llegada a Pyongyang, con la furgoneta y el traductor fumando a su lado, me recuerda en cierto modo a la llegada de Jon Sistiaga en su reportaje (que podéis ver aquí) de hace unos años. La ofrenda floral al gran líder, toda la parafernalia comunista, las estatuas de Kim Il-Sung y de Kim Jong-Il. El poco contacto que nuestro protagonista tiene con los norcoreanos es con su traductor y con su guía individuales, auténticos fanáticos del régimen, que repiten la doctrina oficial como única verdad, sin separarse un ápice. Queda siempre en el aire la duda sobre si saben que están negando la evidencia pero mantienen la fachada por miedo o si realmente se creen sus propias patrañas.

guy delisle pyongyang cartel

En ese sentido, hay una pequeña conversación sobre la que quiero hacer énfasis, en la que Guy demuestra su brillante agudeza ante la lógica falaz del régimen. El tema de la reunificación de las dos Coreas es muy controvertido y complejo, pero desde Corea del Norte la posición oficial es que si no hubiera sido por injerencias extranjeras los dos países ya serían un sólo país comunista y feliz. Es la misma lógica que usaba Alejandro Cao de Benós (diplomático español de Corea del Norte) en una conferencia que vino a dar a la Universidad Autónoma de Barcelona hace unos años. La realidad es totalmente diferente. Corea del Sur es ahora un país infinitamente más rico que su vecino del norte y el único precedente de reunificación, que es Alemania, deja claro que lo que habría en ese caso es una cantidad ingente de inmigrantes del norte al sur y una tasa de paro que crecería exponencialmente. Muchos de los jóvenes coreanos con los que he hablado no tienen ganas de poner en jaque su economía y estilo de vida para una gente con la que ya poco o nada tienen que ver.

Sabias palabras sobre la realidad coreana
Sabias palabras sobre la realidad coreana

Guy Delisle destila su particular punto de vista lleno de humor ácido e ironía sobre la situación en ese país aislado a través de su dibujo. Con un trazo sencillo consigue transmitir mejor que muchos reportajes televisivos los pequeños detalles, que es lo que hace particularmente interesante a esta obra. Aquellas pequeñas costumbres, muchas de ellas compartidas con sus hermanos del sur, muchas otras surgidas por el régimen totalitario, dotan de un particular realismo a la narración. Es, por tanto, muy de agradecer la atención a las cosas pequeñas de Guy Delisle. Al fin y al cabo, la persona que tenga interés ya sabrá las grandes cosas. Podemos apreciar los grandes y pequeños esfuerzos de toda una nación por aparentar de cara a la galería, en un país de grandeza de cartón piedra, como el pueblo que se puede ver desde el otro lado de la DMZ (frontera desmilitarizada entre las dos Coreas). Su curiosidad despierta interrogantes como la falta de minusválidos o gente mayor en las calles, a lo que la doctrina oficial responde que simplemente los norcoreanos nacen todos sanos y fuertes. Una mentira que esconde una realidad que seguramente es mucho más terrible.

Vista de la ciudad
Vista de la ciudad

Son 6 las obras de Guy Delisle que Astiberri ha publicado en nuestro país y 4 de ellas son de viajes. Tenemos Pyongyang, de la que hoy hablamos y Shenzhen, que hemos mencionado también. Sus otras dos obras, Crónicas Birmanas y Crónicas de Jerusalén, siguen al autor en su ajetreada vida como marido de un miembro de Médicos sin Fronteras, ambas llenas de esa ironía característica. En un tono más desenfadado, tenemos dos obras más, que sirven de ventana al mundo de Delisle: por un lado está la hilarante Guía del Mal Padre, un pequeño cómic ligero sobre sus travesuras como padre que, personalmente, me encantó; por otro lado tenemos Cómo no Hacer Nada, una recopilación de historias cortas publicadas en varias revistas entre 1995 y 2002 que aún no he tenido oportunidad de leer.  Hay que decir también que el autor ha estado presente tanto en el Salón del Cómic de Barcelona de 2013 como en el Salón del Cómic de Getxo del mismo año y que seguramente lo volvamos a ver cuando presente alguna de sus nuevas obras con Astiberri.

La presente edición de Pyongyang (la novena) viene en formato rústica y tiene un total de 184 páginas en blanco y negro. Es un formato perfecto para una lectura cómoda, tanto en casa como fuera. El papel es grueso y de calidad y sólo vale 18€, un precio más que razonable para tan buena obra.  Pyongyang es un viaje por Corea del Norte de la mano de un atento observador y ácido crítico, Guy Delisle, que os fascinará con sus impresiones de tan misterioso país.

[xrr rating=4.5/5]

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