Podríamos definir El Incal, sin pecar de pretenciosos, como la perfecta obra de ciencia ficción. Pero como todo análisis que se precie necesita de una explicación en la que sustentar nuestras alegaciones, profundicemos más en el porqué de ellas.
En primer lugar, nos encontramos con un dúo de artistas que gozaban de una gran experiencia a sus espaldas cuando se pusieron a trabajar en El Incal. En el caso de su guionista, hablamos de Alejandro Jodorowsky, un escritor y director chileno que desde 1980 reside en Francia. Sus trabajos cinéfilos, considerados por muchos como obras de culto, están cargados de elementos extraños y surrealistas que transportaban al espectador a mundos oníricos. Es por esto que no es de extrañar que sus cómics, principal medio de vida del autor, fuesen otra manifestación narrativa de dichos ideales. Su inicio en el mundo de la historieta está ligado a un cómic llamado Aníbal 5, publicado en México a mediados de 1966, en el que veíamos claras alusiones a la ciencia ficción, género que prevalecería en todas sus obras.
Así, tras su cuarta película, en 1980, decidió comenzar junto al francés Jean Giraud (conocido artísticamente como Moebius) la obra que da título a esta reseña. Moebius en cambio comenzó directamente su carrera en el mundo del cómic, dándose a conocer de forma notable mediante su participación como dibujante en la serie El Teniente Blueberry (1963). Tras varios años, revolucionó el cómic de la ciencia ficción mediante trabajos como El garaje hermético o el que hoy nos precede.
Era lógico pensar que ambos artistas, que residían en el mismo país, coincidiesen en una misma obra, creando mediante ella un punto de inflexión en el mundo de la historieta de ciencia ficción, e incluso europeo.
El Incal es una mezcla de todo: desde elementos esotéricos hasta parajes postapocalípticos, pasando por naves espaciales, todos ellos aderezados con pensamientos filosóficos y creencias religiosas.
La historia comienza hablándonos de John Difool, un detective de clase R que se verá inmerso en la mayor aventura de su vida cuando reciba un extraño objeto por parte de un moribundo ser. Para esconderlo, decide meterlo dentro de su pájaro Deepo, pero cuál es su sorpresa cuando descubre que ese objeto le ha otorgado a su mascota la habilidad de hablar. A partir de aquí comienza la aventura de estos dos personajes, quienes se verán envueltos en una carrera por salvar no solo su planeta, sino el universo entero.
Mientras que el Incal Blanco tiene sus fieles, el Incal Negro, otra pieza mística que aparece en la narración, se erige como un mal que asolará toda existencia, creando así una metáfora con la simbología taoísta del Yin y el Yang. Por otro lado, la imaginación de Jodorowsky es apabullante: personajes como Su Ofiditad Mayor, el andrógino, la Emperoratriz o el Metabarón (que contó con serie propia) campan a sus anchas por este vasto universo de imaginación que sumergirá al lector desde principio a fin, convirtiendo a este en un aventurero más junto al grupo principal.
El dibujo del difunto Moebius es el otro punto destacable de la obra, ya que es inconcebible pensar en El Incal sin los pinceles de este dibujante francés, pese a que hayamos visto su secuela/precuela dibujada por otros artistas. Si como ya se ha comentado la narrativa es capaz de absorber al lector, las ilustraciones que podemos ver en cada página no hacen más que desarrollar un mundo impresionante e impactante que cobrará vida delante de nuestras retinas. Escenas como la de John Difool cayendo hacia el vacío entre las paredes de la ciudad, donde vemos cómo los ciudadanos observan desde los balcones de los diferentes pisos, mientras estos se van alejando simétricamente hacia lo más hondo, son un ejemplo de la perfección que Moebius mostraba en cada página. A esto hay que sumarle su estilo gamberro, idealizado mediante las diferentes féminas o androides que van saliendo a lo largo de la historia como pretendientes del protagonista.
La editorial Norma publicó dos integrales sobre El Incal: el primero de ellos con un cambio de color, más adecuado a los tiempos actuales, y el segundo manteniendo los colores originales, siendo este la versión analizada. Podríamos decir que pese a que se trate de la misma obra, este cambio de tonos hace que cada página adquiera una dimensión totalmente distinta, por lo que si leyésemos ambos volúmenes, tendríamos la sensación de estar ante dos trabajos diferentes: el original y su remake. En cuanto a cuál es mejor de los dos, eso ya es un tema personal, aunque hemos de apuntar que la versión “actualizada” también ha incluido varias censuras.
Finalmente, no podríamos cerrar este análisis sin hacer alusión a la gran repercusión que ha tenido esta obra en nuestra sociedad. Ya no solo por haberse convertido en uno de los mejores cómics existentes, encontrándolo en multitud de listas de indispensables, sino porque películas como “El Quinto Elemento” emanan una considerable influencia de esta obra.
La edición integral de El Incal con el color original, publicada por Norma Editorial, consta de los seis volúmenes que dieron forma a la serie, publicados entre 1981 y 1989. Sus 312 páginas a color se comprenden dentro de un tomo cartoné que incluye además un punto de libro por un precio de venta recomendado de 28€. Podemos así decir que El Incal es un cómic que todo lector adulto que guste de leer una epopeya espacial y que quiera adentrarse en un vasto mundo onírico debería leer de forma obligada.
[xrr rating=5/5]
[note note_color=”#fff9a9″]RECUPERAMOS ESTE CLÁSICO DE LA CIENCIA FICCIÓN CON SU COLOR ORIGINAL RESTAURADO.
El Incal se ha convertido por méritos propios en una de las obras más importantes del cómic europeo contemporáneo y su historia creó un universo que sigue ampliándose aún hoy en día.
En esta nueva edición, que recupera el color original de la primera, nos reencontramos con una serie de personajes que se han convertido en clásicos y que nos acompañarán en un viaje apasionante al imaginario onírico de dos autores imprescindibles.[/note]