[note note_color=”#fff9a9″] Nueva adaptación de la historia de La Bella y la Bestia.
En el año 1720, un mercader arruinado deberá exiliarse en el campo con sus hijos, entre los que se encuentra la joven Bella. El mercader robará una rosa cuya propiedad es de la Bestia y será condenado a muerte, pero Bella decidirá sacrificarse en su lugar.
En el castillo de la Bestia, Bella conseguirá introducirse en los misterios de que le rodean a él y a su hogar, liberando a la Bestia de su maldición y descubriendo así, el verdadero amor.
El reparto está formado por: Léa Seydoux, Vincent Cassel, André Dussollier, Eduardo Noriega, Audrey Lamy, Myriam Charleins, Sara Giraudeau, Jonathan Demurger, Yvonne Catterfeld y Dejan Bucin.
La Bella y la Bestia dirigida por Christophe Gans, se estrenará el 14 de Marzo de 2014. [/note]
Es inevitable. Cuando surge la noticia de una nueva versión de un clásico (cine o, como en este caso, cuento), la primera pregunta que se nos viene a la mente es ¿Pero era necesario? Esto os lo contestaré después.
Seguidamente comienzas a mirar quién está detrás de la idea. En este caso la sorpresa fue agradable. El director es, digamos, “uno de los nuestros”: Christophe Gans comenzó como muchos de nosotros, a través de fanzines. En 1994 debutó con uno de los segmentos de Necronomicon: el libro de los muertos basada en la obra de Lovecraft. Un año después adaptó una obra que todos conocemos, Crying Freeman, demostrando una gran habilidad para mezclar referencias pop, clásicas y orientales. Habilidad que mejoró considerablemente en el año 2001 en El pacto de los lobos, una aventura fantástica donde nos regalaba una iconografía maravillosa, a la vez que mezclaba universos diametralmente opuestos como eran las artes marciales con el Siglo XVIII francés. Por fin, en 2006 estrenó Silent Hill, de nuevo desde el universo de los videojuegos… Como vemos, los intereses de este director y sus aficiones son muy afines a las nuestras, lo que daba cierta garantía al proyecto.
La historia, por todos conocida de sobra, es un cuento tradicional que hunde sus raíces en la literatura latina. La primera versión publicada, y de mayor relevancia, fue la de la Gabrielle-Suzanne Barbot de Villeneuve, en 1740, aunque destaca una versión muy resumida de Jeanne-Marie Leprince de Beaumont publicada en el año 1756, de la que surgieron todas las variaciones siguientes, incluida la de Charles Perrault de 1697.
Gans ha tomado la versión de Beaumont como la base de su película, aunque realiza muchos cambios, sobre todo en lo referente al malvado. Eduardo Noriega interpreta a Perducas, un truhán al que los hermanos de Bella deben mucho dinero. Él y su banda se internarán en el castillo de la Bestia en busca de tesoros, con previsibles resultados. Además, nos muestra un origen diferente para la transformación del príncipe en Bestia, que no convencerá a todos.
Una bella (casi etérea) Léa Seydoux como Bella y un Vincent Cassel como Bestia completan el cuadro interpretativo, acompañados de numerosos secundarios (la familia de Bella, los amigos del príncipe, los matones de Perducas…), en una película entretenida, vistosa, pero a todas luces insuficiente.
Sus 112 minutos no se hacen largos, ni cortos, pero el guión se entretiene en presentarnos a los personajes de una forma demasiado pausada, obligando a eludir tramas que nos harían comprender mejor a los protagonistas: no nos podemos creer que en el poco tiempo que pasan juntos Bella y Bestia, ella se enamore de él, a pesar de “soñar” la historia de su maldición (donde, por cierto, vemos a Cassel sin todo ese maquillaje). No podemos entender cómo los hermanos de Bella vuelven a derrochar todo el dinero (un tesoro) conseguido por su padre, además de la misma forma: apostando con Perducas (cosa que suponemos, porque lo único que sabemos es que vuelven a deberle dinero). Ni siquiera aprovechan las criaturitas creadas por animación, que aparecen fugazmente (con lo que no creo que vendan muchos peluches que a todas luces es su único objetivo).
Ni siquiera la fotografía ( obra de Christophe Beaucarne) merece la pena. Plagada de tonos azulados para darle un aire onírico y casi irreal, apenas tenemos imágenes poderosas. Es una bella película, sí, pero nada del otro mundo. Podemos disfrutarla, pero tranquilamente un sábado por la tarde delante de nuestro televisor, no mereciendo la pena desplazarnos hasta el cine para ver una historia que conocemos, con unas actuaciones correctas pero algo frías y una escenografía fallida que, sin duda, debería haber sido el elemento diferencial de esta versión del cuento con respecto a otras anteriores y no lo ha logrado.
En resumen, una película entretenida que, sin ser fallida, no logrará captar la atención del público y, mucho menos, su cariño. Respondiendo a la pregunta que hice al principio: No, esta película no era necesaria.
[xrr rating=3/5]