A estas alturas, me temo que Neil Gaiman es de sobra conocido. Intuyo que cualquier apunte biográfico será entendido por ustedes, avezados lectores, como una patética muestra de hacerme el listillo. Así que no insisto, al mismo tiempo que cuido mis gráciles deditos del excesivo aporreo a las teclas del ordenador. Como mucho, resumiré el estatus del señor Gaiman como “Absoluta leyenda del medio”.
Es más, si son ustedes aficionados al mundo de la viñeta, es posible que el nombre del otro perpetrador de la obra de hoy les resulte conocido. Skottie Young lleva un tiempo en lo más alto del panorama internacional gracias a un talento a prueba de géneros.
Así que sintámonos afortunados, si dos tipos especiales con una forma especial de entender su arte, deciden colaborar para regalarnos una obra especial.
Empecemos por la labor de Gaiman. Diré que hay escritores mejores que Neil Gaiman. A su favor, admito que, efectivamente, hay hordas de escritores mediocres mucho peores que el bueno de Neil. Incluso, puede que quede sentencioso por mi parte soltar una perla como que Neil Gaiman no ha inventado nada nuevo. Y, con todo eso, declaro mi más profundo amor y respeto por la obra de este hombre. Porque nadie, y repito, NADIE, escribe como él.
Gaiman no es un escritor. Es un cuentacuentos, un alquimista de las historias, capaz de recorrer toda la emocionante historia narrativa de la humanidad desde que se sentaba a la luz de las hogueras, pasar todo ese torrente de imaginación por su propio laboratorio, imprimiendo su magia personal en conceptos e ideas que llevan con nosotros desde que somos dignos de recibir el nombre de ser humano. Es un tipo tan inteligente y talentoso que disfraza historias tan viejas como los dioses de algo novedoso y brillante. Tiene una pizca de magia para todo el mundo; para adultos y niños, para tristes y alegres. Con Gaiman todo es posible. Esa es otra de sus cualidades, que puedes esperar lo inesperado entre sus páginas.
Como buen cuenta cuentos, bucea como un maestro en lo más profundo de nuestros sueños, y allí caza toda esa divertida locura con la que teje sus narraciones. Sin complicaciones, con mucho tacto y cuidado; elegante, tierno, a veces desatado, siempre inquieto. Anclado en esa feliz nostalgia de la infancia, que tan buenos parajes construye para eso de la imaginación.
En este viaje imposible, Neil Gaiman escribe un cuento para niños. Pero protagonizado por un padre. Porque hay miles de cuentos por ahí que hablan de disparatadas narraciones de chavales de más o menos edad, pero muy pocas peripecias de padres, que suelen ser aburridos, o gritones, o demasiado comprensibles. Adultos…
Los adultos se han olvidado de vivir aventuras.
Menos los de Neil Gaiman. Porque el protagonista de esta locura se ve metido en un buen embrollo espacio temporal. Hay pocas cosas tan problemáticas como quedarse sin leche. Así que el padre que se embarca en este viaje, cuanta a su dos retoños, en plan Ted Mosby, pero en explorador por el tiempo, la increíble odisea que ha vivido en sus propias carnes, en el corto trayecto que separa la casa de esta familia (de lo más típica, por otra parte) del colmado.
Un periplo lleno de piratas, tribus indígenas, extraterrestres de gusto pésimo empeñados en redecorar el planeta Tierra, vampiros, un stegosaurus que viaja por la corriente temporal en globo, y una botella de leche de suma importancia. Todos esos ingredientes tiene la desquiciada propuesta que Gaiman nos sirve, aderezada con ritmo, risas, acción desmedida y giros de argumento. Adornado por los malabarismos propios de este mítico autor, que se lo pasa en grande con cada página, impregnadas del amor de Gaiman por las historias, engalanadas con el sentido del humor marca de la casa. Incluso se atreve con un par de chistes acerca de cierta famosa saga “crepuscular”.
Gaiman construye un cuento que se nutre de las más elementales reglas de la tradición oral, viaje del héroe en versión pequeña, sencilla y manejable. Un caótico universo de inesperadas sorpresas, en el que la prosaica y rutinaria tarea de comprar leche para el desayuno desemboca en el loco viaje de este héroe a la fuerza.
Si el trabajo de Gaiman es entrañable y divertido como pocos, no podía encontrar el escritor mejor escudero que Scottie Young y su arte. Inconfundible, imaginativo, detallista y sencillo, recrea el mundo descrito por el escritor británico con simpatía y talento. Su modo de jugar con el texto para que forme parte de la ilustración, da una plasticidad juguetona a las páginas de este pequeño tesoro literario, lleno de extrañas criaturas que complicarán la hora del desayuno a nuestro protagonista y a sus dos hijos.
Young ya ha dado muestras de su talento en sobradas ocasiones. Por ejemplo, su despliegue para la adaptación de las obras de Frank Baum y toda la mitología relacionada con el mundo de OZ. O las impresionantes portadas para Marvel, donde nos divierte con su desmitificación del violento y oscuro mundo de los héroes cósmicos de la casa, gracias a su simpatía inocente. Un ilustrador que ya está entre los más demandados de su oficio, y que no se ve encorsetado por las modas o los géneros, capaz de romper sus propias reglas sin perder personalidad con ello. El vistazo rápido en la red os convencerá del polifacético trabajo de este enorme dibujante.
Consigan El galáctico, pirático y alienígena viaje de mi padre. Regalen a pequeños, a mayores, porque esto sí que vale de 0 a 99 años. Lean en voz alta, ríanse a carcajadas cuando corresponda. Si tienen renacuajos en casa, compartan con ellos unas páginas antes de ir a dormir, porque con eso hacéis un favor al niño que siempre llevarán dentro, si tienen suerte.
Es un viaje diferente, que nos recuerda el enorme valor de las buenas historias, aunque suenen increíbles. Lo cierto es que el señor Gaiman sí sabe muy bien una cosa: Que mola mucho ser niño de vez en cuando.
El galáctico, pirático y alienígena viaje de mi padre está editado por Roca Editorial en su colección rocajuvenil. Una edición sencilla, que respeta la aportación del trabajo de Young, muy manejable y atractiva. Lo podéis encontrar en vuestra librería favorita al precio aproximado de 10,90 Euros.
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