Los Muppets (2011) obtuvo suficiente éxito (crítico y económico) como para que surgiera la idea de una secuela. En aquel noveno largometraje de los conocidos aquí como Teleñecos, vimos todas las características que hicieron que su show fuera uno de los más grandes de la televisión: humor, espectáculo, muchas apariciones estelares, acción y divertidas aventuras. Todo en la medida justa para que disfrutemos en familia: los niños con toda la alegría y el humor que transmiten estos muñecos, y los padres con toda la nostalgia de que somos capaces.
En El Tour de los Muppets (Muppets Most Wanted, Los Muppets Más Buscados, que describe mucho mejor la historia), toda la pandilla de los Muppets se embarca en una gira mundial, llenando las mejores salas de algunos de los destinos más vibrantes de Europa como Berlín, Madrid, Dublín y Londres. Pero el caos persigue a los Muppets allende los mares y, sin comerlo ni beberlo, se ven envueltos en una intriga internacional que encabeza Constantine, el Delincuente Número Uno del Mundo y la viva imagen de Gustavo la Rana y Dominic, su malvado compinche, alias Número Dos, que interpreta Ricky Gervais. La película cuenta además con el actor Ty Burrell que encarna a Jean Pierre Napoleon, un agente de la Interpol, y con Tina Fey en el papel de Nadya, una enérgica guardia de prisiones.
“Es una película de intriga policiaca al estilo clásico” dice el director James Bobin (director de la anterior entrega). “Las películas de los Muppets suelen reproducir figuras del cine más clásico, y el doble malvado -un villano que se parece a la Rana Gustavo- era una premisa muy divertida para la siguiente entrega de los Muppets.”
La anterior película cometió un gran error, poner demasiado protagonismo en los humanos. Aprendida la lección, Bobin ha decidido recortar el número de protagonistas que no son muñecos hasta dejarlo en solamente tres, además de los numerosos cameos que esta franquicia de felpa nos tiene acostumbrados.
Autoconscientes, El Tour de los Muppets comienza con un número musical que incluye la frase: “Todos saben que las secuelas no funcionan bien”. Toda una declaración, teniendo en cuenta que la saga de películas ha ido teniendo ingresos cada vez menores. Tras este número musical asistimos a la fuga de “la rana más peligrosa del mundo”, Constantin, del gulag ruso, que sustituirá a Gustavo y aprovechará el Tour mundial para realizar una serie de robos que le llevarán a conseguir un objetivo aún mayor, acompañado de su secuaz Número Dos (Ricky Gervais). Mientras tanto, el verdadero Gustavo tendrá que sufrir en el gulag dirigido por una inflexible (y muy divertida) Tina Fey. El tercer protagonista humano es un insufrible policía francés, miembro de la Interpol, interpretado por Ty Burrell.
Y es un policía insufrible porque han decidido utilizar los tópicos más manidos de algunos países: el policía francés deja de trabajar varias veces porque llega su hora de la merienda, o del bocadillo, etc. Además, cuando interroga a Peggy aparece el típico seductor francés… En Irlanda aparecen los duendes y el caldero de monedas al final del Arco Iris (eso sí, dentro del Banco Nacional). Pero es mucho más sangrante, por la cercanía, la visita que hacen a Madrid: sevillanas, flamencos (en varios sentidos de la palabra), peinetas y mantones, Guardia Civil con tricornios, toros y Macarena como canción elegida para que interprete Peggy en el Teatro Real. Eso sí, la última broma (tópica y típica) que aparece en los títulos de crédito levantará algunas risas.
Lo que vemos en el propio show de los Teleñecos es a todos desatados. Como al falso Gustavo no le importa en absoluto el espectáculo, da total libertad a la troupe para que presenten el número que deseen, ideas que siempre ha vetado su jefe rana. Por otro lado, el verdadero Gustavo, en la cárcel siberiana, dirige un peculiar y espeluznante musical. Nadie se puede imaginar que unos duros presos bailen y canten, pero si esos presos son unos curtidos y canosos Jemaine Clemente, Ray Liotta y, sobre todo, Danny Trejo, la estampa se quedará inevitablemente pegada a nuestra retina durante mucho tiempo. Mientras tanto, parece que Piggy por fin va a ver resuelto su ansiado sueño de casarse con Gustavo, pero deberemos ver la película para saber si, por un lado, termina casándose, y por otro, con cuál de los dos Gustavos logra casarse.
Por último quiero destacar los fabulosos números musicales. Ya he hablado del gracioso y autoparódico número inicial, pero encontramos varios más. Desde el curioso baile de la Macarena con dos flamencos, hasta el esperado número final, pasando por una balada de amor traída directamente de los años 80, con un Gustavo vestido con una camisa de satén ondulante (con una ayuda importante).
En resumen, una película muy entretenida y divertida, que nos da lo que esperamos de ella, sin querer aparentar más de lo que es: una película de los Teleñecos. Ni más ni menos.
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