Tuvimos la oportunidad de escuchar al autor Ismael Martínez Biurrun durante la charla de presentación que Fantascy dio en la sede de Random House Mondadori en Barcelona el pasado día 28 de marzo. Sobre la charla, titulada “Del terror a la aventura: la fantasía y la ciencia ficción española en el siglo XXI”, podéis leer un poco aquí.
Hoy nos quedamos precisamente con el terror y la ciencia ficción para reseñar la novela que presentaba Biurrun: Un minuto antes de la oscuridad. Tras Sindbad en el País del Sueño, de Juan Miguel Aguilera, Un minuto antes de la oscuridad ha sido la segunda novela de un autor nacional que Fantascy ha editado en 2014 y la quinta novela de Biurrun, que también ha trabajado con el cuento corto para varias antologías. Aunque el autor afirma tener especial afinidad con el género de terror, también defiende la necesidad de que los autores realistas y los autores de género hagan incursiones en el mundo “del otro”. Con Un minuto antes de la oscuridad retoma un tema por el que tiene predilección: personajes reales en situaciones de desasosiego.
Un minuto antes de la oscuridad nos presenta un Madrid prácticamente distópico, sumido en el caos y acechado por una bandada de misteriosos extraños que asaltan las casas de la periferia y a los que se reconoce por sus camisas floreadas. Los “hawaianos” tienen tendencia a llevarse a los niños y acabar con los adultos que encuentran a su paso. El acoso de los “hawaianos” es otra de las muchas preocupaciones que le quitan el sueño a Ciro, un cabeza de familia que vive en uno de esos barrios residenciales junto a Sole y Pau, su mujer y el hijo de dos años de ambos. Ciro se encuentra dividido entre escapar del caos y traicionar sus creencias o quedar aislado cuando se acabe de construir el muro con el que la ciudad espera protegerse. En plena crisis, en la universidad en la que trabaja se empiezan a suceder unos crímenes que apuntan a altas esferas. Con todo, cuando alguien se siente inseguro en el exterior y en su hogar, sigue teniéndose a sí mismo, ¿verdad? Pues tampoco. Por lo menos, no en este Madrid de un futuro cercano (en “otro plano del presente”, según Biurrun), en el que la empresa Goliadkin Genética alberga a los ceemes o Cultivos Miméticos. Otrora creados con la idea de servir para la cura de enfermedades, estos extraños clones separan a la población normal de los aventajados y ahora se usan para mantener la seguridad.
Nos encontramos con una novela dura pero con un estilo muy lírico en la que se barajan miedos actuales (el allanamiento del hogar, la pérdida de posesiones, estatus o los hijos y la falta de protección de las autoridades) y miedos “de género” (el miedo a “el Otro” y la figura del Doppelganger).
Hay guiños a El doble de Dostoievski y un Madrid acosado que me recuerda a la ciudad distópica de Paul Auster en El país de las últimas cosas. En ese sentido, las razones de la caída de la ciudad y sus complicaciones nunca llegan a aclararse del todo. Si en La tierra larga de Pratchett y Baxter que os reseñamos hace unas semanas se buscaba explicar todo, en Un minuto antes de la oscuridad no existe esa pretensión. De la situación actual sabemos apenas apuntes sobre el cese del servicio de recogida de basuras, los problemas de aprovisionamiento o el funcionamiento errático de televisión y telefonía móvil. Personalmente aplaudo la decisión. Me parece acertado prescindir de esa información, ya la falta de contexto ayuda al lector a identificarse con Ciro y sumergirse en una historia dominada por el caos como escenario pero escrita con un orden calculadísimo.
Encontramos paisajes muy descriptivos al lado de fragmentos duros (recuerdo cierto cambio de pañal, por ejemplo, que se describe con un dramatismo sorprendente). La novela abre varios frentes (el drama familiar, el individuo contra el entorno y el thriller político) que se cierran magistralmente. Cada arco se resuelve con un clímax narrativo más fuerte que el anterior y con varios giros que no esperaba.
Quizás me arriesgo a pecar de leer demasiado en el trasfondo del escritor, cuya obra no había leído con anterioridad, cuando digo que la experiencia de Biurrun en la escritura de guiones se nota en su faceta de novelista. Creo que esto se aprecia especialmente en los repentinos cambios de punto de vista y tipo de narrador de la narración, que parecen enfoques de cámara. Las escenas de acción están muy bien orquestadas. Un minuto antes de la oscuridad funcionaría a la perfección como película o miniserie. De hecho, aunque Biurrun no confirmó nada, sí que admitió que varios productores han preguntado por su obra. Crucemos los dedos para que el empecemos a exportar historias así en formato audiovisual, ya que esto supondría un gran avance para la literatura de género nacional.
Con todo, a la novela le encuentro dos pequeñas pegas. La primera es algo que le ocurre a muchas grandes novelas: su protagonista palidece ante los secundarios. En comparación a Ciro, me resultan más interesantes las figuras de Sole, Yonan, Li Yun y su hermano Deshi, el comisario Ammán o Nando (muy prometedor y muy poco explotado). En ese aspecto, no sé si una novela con ánimo de tener un narrador coral quizás hubiera funcionado mejor. Por otro lado, no me ha acabado de atrapar la parte de thriller político. Es quizás el hilo argumental más flojo o más pasajero, en comparación a la perdurabilidad del universo cotidiano afectado por la ciencia ficción. La acción detectivesca acaba siendo una trama prácticamente paralela, que afecta relativamente poco a la trama de supervivencia familiar.
Pero incluso con estos aspectos, creo que esta novela debe ser considerara seriamente de cara al Premio Ignotus que se vote en 2015 (galardón en el que Biurrun ha sido finalista en la categoría de mejor novela por Mujer abrazada a un cuervo en 2011 y por El escondite de Grisha en 2012, publicadas por Salto de Página). Es un ejemplo de saber hacer nacional y un gran acierto como apuesta editorial por parte de Fantascy. Si Biurrun juega así con elementos de ciencia ficción, definitivamente queremos más incursiones suyas en el fantástico.
La novela, publicada en febrero, tiene 320 páginas, ha sido editada en tapa blanda con solapas y cuesta 16,90€. Podéis acceder a más información sobre la obra o sobre el autor en la página de Fantascy.
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