Como prometí la semana pasada, vuelvo a la carga con la reseña de la última y más extensa de las obras de viaje de Guy Delisle. Esta obra es, en cierto modo, una culminación extraordinaria de lo mejor de las 3 obras anteriores. En muchos aspectos es similar a lo que ya hemos visto, pero esta obra es más profunda, más comprometida y más seria que las anteriores. En Crónicas de Jerusalén veremos recogido todo un año de vida del autor, que de nuevo sigue a su mujer, empleada de Médicos Sin Fronteras, a una zona en conflicto. Por la cantidad de información que recibimos constantemente de los medios, Jerusalén nos resulta algo más familiar, tenemos ciertas nociones de lo que allí ocurre, pero la realidad, tal como nos cuenta Delisle en esta obra, se vive a pie de calle. A muchos, al pensar en la fusión de cómics y el conflicto de Palestina, les vendrá el nombre de Joe Sacco a la cabeza. Y sí, obras como Palestine o Footnotes in Gaza tienen mucho en común con estas crónicas, pero la narración es muy diferente. Lo que en Sacco es un torbellino de experiencias, monólogo interior y primerísimos planos, en Delisle es reflexión, observación y conversaciones pausadas. Ambos tratan un mismo tema, pero con resultados muy diferentes, aunque desde aquí os invito a leer la obra de Sacco si os interesa el tema, ya que se trata de una visión muy detallada y personal, casi en primera persona.
El cómic empieza, como de costumbre, con la llegada de Guy Delisle al país. Su mujer, del mismo modo que en Crónicas Birmanas, es trasladada a Jerusalén en el desarrollo de su trabajo en Médicos sin Fronteras. Pasarán un año en el país hasta que sea hora de irse, de agosto de 2008 a julio de 2009. De nuevo se encuentra en la situación de ser un ama de casa en un país totalmente nuevo, que irá descubriendo poco a poco. La obra se encuentra dividida en meses, que a su vez están divididos en pequeños capítulos o episodios como los que vimos en Crónicas Birmanas. Al tratarse de un país más cercano a occidente, podemos ver cómo el autor se desenvuelve mejor con su entorno, al poder hablar con la mayoría de gente que le rodea. Eso hace que esta obra tenga bastante menos de observación silenciosa y de pequeñas curiosidades exóticas y mucho más contenido político y social. El hecho de que pueda formar parte más activamente de su entorno nos da un narrador mucho más interesante y complejo, que es capaz de contarnos mucho más de lo que ocurre en Israel/Palestina en una conversación que un espeso artículo sobre el conflicto de Gaza. Desde la paranoica seguridad de los aeropuertos del país hasta el descaro con el que se comportan los colonos israelíes, pasando por el retraso cultural que sufren los palestinos, Guy Delisle es capaz de relatarnos una historia llena de matices dentro de un conflicto tan complejo como la amalgama heterodoxa de habitantes que conforman ese país, si se le puede llamar así.
Técnicamente, destaca sobre todo el uso del color por primera vez, aunque realmente su uso es tan frugal que se acaba resumiendo en usar paletas de un mismo color para los paisajes y algún color un poco diferente para elementos visuales muy concretos. Para entendernos, el color de esta obra es como jugar a Pokémon rojo en una Game Boy Color. Por lo demás, lo habitual en Delisle: un trazo simple pero capaz de ilustrar con fidelidad paisajes y arquitecturas, además de expresiones sutiles y variadas en los personajes. Mirando atrás, podemos apreciar la evolución de esos degradados a lápiz de Shenzhen al aspecto limpio y sobrio de los sombreados a color.
Sobre la presente edición (la cuarta, de marzo de 2014), tengo que decir que estoy encantado. Se aprecia una mejoría en la calidad en comparación a las tres obras anteriores. El papel es más blanco y tiene buen grosor y las páginas están numeradas limpiamente. Pero lo mejor es que viene en cartoné (tapa dura) para contener las 336 páginas que contiene. En la estantería quedarían los 4 libros fantásticamente si no fuera porque este es un poco más alto. El precio, 26€, se debe sobre todo a la impresión en color y a la tapa dura, supongo. Si os gusta la obra de Guy Delisle, no os debería importar pagar un poco más por tener esta joya completando la colección.
La cosa es que aún no me he mojado. Dije que Crónicas Birmanas, a falta de leerme las de Jerusalén, era la mejor obra de Delisle (lo dije repetidas veces, ahora que releo la reseña anterior). Si tengo que dar mi opinión, creo que para ser justos hay que darles un empate a estas dos obras, ya que ambas están a un nivel narrativo muy alto y son fascinantes por igual. Con Crónicas de Jerusalén tenemos al mejor Delisle en una obra a la vez reveladora y entretenida. Sus más de 300 páginas conforman un relato sublime sobre la vida diaria en una ciudad en conflicto como es Jerusalén, corazón de las tres grandes religiones monoteístas. Si os gustan los cómics periodísticos o de viajes, o simplemente tenéis curiosidad por saber más sobre Palestina/Israel, esta es una compra a tener muy en cuenta. Una Obra Maestra con todas las letras.
Si tenéis interés en sus obras podéis pasaros por mis reseñas de:
[note]Guy Delisle y el conflicto palestino-israelí
Premio al Mejor álbum en el Salón Internacional del Cómic de Angoulême 2012
Tras un año en Jerusalén acompañando a su pareja, miembro de Médicos Sin Fronteras, Guy Delisle nos ofrece en Crónicas de Jerusalén, una de las novelas gráficas más esperadas del año, su personal visión de uno de los conflictos más enquistados de la actualidad.
Delisle nos muestra su lado hogareño, al tener que hacerse cargo del cuidado de sus hijos mientras su mujer está fuera, pero también, sobre todo, las numerosas peculiaridades, extravagancias y absurdos propios de Jerusalén que el autor va descubriendo en sus vagabundeos: las restricciones a la libertad de desplazamiento, los cacheos e interrogatorios sistemáticos, los enfrentamientos entre las diversas comunidades cristianas que gestionan el Santo Sepulcro… Todo ello aderezado con un estilo sobrio y un agudo sentido del humor.
El autor explica: “Hay cosas que sólo he entendido al estar en Jerusalén. Y cuando descubro algo nuevo tengo la debilidad de creer que es interesante compartirlo. Por ejemplo, me parecía pertinente explicar cómo funcionan las colonias, de qué forma está dividida en dos la ciudad, este tipo de cosas…”[/note]
[review]