Debido al éxito cosechado por Arnold Schwarzenegger en las películas “Conan, el bárbaro” (1982) y “Conan, el destructor” (1984), las cabezas pensantes de Hollywood decidieron sacar provecho de ello, lo que llevó a la aparición del film “El guerrero rojo” (1985), que no logró estar a la altura de las otras dos. En 1997, bajo la batuta de John Nicolella, se volvió a intentar llevar al cine a otro personaje del género conocido como fantasía heroica: “Kull, el conquistador”.
En un principio, el largometraje se ideó como una tercera entrega de las aventuras del cimmerio, pero Arnold Schwarzenegger rechazó el papel porque, además de que iba a ser gobernador, no se encontraba contento con los resultados de “Conan, el destructor” y “El guerrero rojo”, y no quería arriesgarse a que volviese a ocurrir algo parecido. Entonces, se pensó en Kevin Sorbo para sustituirlo, ya que estaba obteniendo excelentes resultados en “Hércules: sus viajes legendarios“. El actor aceptó con la condición de que le cambiaran el nombre al personaje. Como Kull, al igual que Conan, había sido creado por Robert E. Howard, no hubo problemas para reemplazar al protagonista sin alterar demasiado la idea original. En el reparto le acompañan Tia Carrere (Akivasha), Litefoot (Ascalante) y Karina Lombard (Zareta). Además, parece que Sorbo se desenvuelve como pez en el agua con los papeles de guerrero, ya que también interpretó al capitán de los espartanos en la paródica “Casi 300” (2008).
“Kull, el conquistador” nos sitúa en el reino de Valusia (que fue conocido como Acheron cuando estaba gobernado por la malvada bruja Akivasha, fallecida muchos años atrás), donde los hombres del rey Borna rechazan el alistamiento del protagonista a la legión por ser atlante y no pertenecer a la nobleza. Sin embargo, tras matar al monarca, que había perdido la razón, se convierte en su sustituto. El nombramiento es obra, en su último aliento de vida y de cordura, del propio Borna, que reta a Kull a que mantenga el título. No obstante, algunas personas de la corte, no contentas con este giro de los acontecimientos, deciden resucitar a Akivasha y convertirse en sus siervos (a los que ella trata como si no valieran nada). La bruja, gracias a su magia, consigue casarse con Kull, lo captura y hace creer a la gente que ha muerto. Ayudado por los hermanos Ascalante (sacerdote) y Zareta (adivina y chica del harén real), el protagonista logra huir y encaminarse en busca del aliento de Valka, que es lo único que puede acabar con Akivasha y su llama del mal. Según una profecía, la salvación del reino depende de un beso. Aunque le cuesta la vida a Ascalante, Zareta y Kull logran regresar a Valusia, con el poder para derrotar a la bruja dentro del cuerpo de la adivina. Sin embargo, el frío aliento de Valka está congelando a la chica, de modo que se lo transmite al protagonista por medio de un beso, que es lo mismo que él hace con Akivasha, que ha abandonado su envoltura carnal y se muestra como el ser demoniaco que es (sin lugar a dudas, uno de los momentos más asqueroso del cine de este género). Una vez la bruja ha fallecido y su llama se ha extiguido, Kull recupera la corona y, casado con Zareta, se convierte en el rey más justo que nunca haya tenido Valusia.
Aunque no cabe duda de que la película no se encuentra a la altura de las dos aventuras de Conan, cumple de sobra con su cometido de entretener. Además, al durar poco más de hora y media, no corre el riesgo de cansar al espectador. En definitiva, es una buena opción para disfrutar cualquier tarde tumbado en el sofá.
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