Cuanto más prolífico es un autor, más necesario se hace un estudio sobre él y su obra, por lo que era inevitable encontrarlo acerca del trabajo de Alan Moore. Lo que no resulta tan fácil de encontrar es que el citado estudio cuente con una fuerte labor de documentación a sus espaldas y cuya redacción invite a seguir la obra pese a que tanta información pueda resultar vertiginosa a primera vista. Sin embargo, el estilo de escritura peculiar de J. J. Vargas ayuda a captar por completo la atención del lector, y demuestra que lo sencillo y cercano no está reñido con la calidad de un texto culto de rigor científico.
Alan Moore: La autopsia del héroe, publicada por Dolmen Editorial en 2010 como parte de su colección “Pretextos Dolmen”, supone la primera publicación para J. J. Vargas (Córdoba, 1981), a la que siguió House: Patologías de la verdad (2012) y la coordinación y colaboración en títulos como El Gran Vázquez (2011), Los Vengadores: Poder en la Tierra (2012) y Los Vengadores: Poder absoluto (2013, cuya reseña podéis consultar aquí), todas ellas en Dolmen Editorial.
Actualmente compagina la docencia en la Universidad de Sevilla con la investigación y entre los capítulos que ha publicado se encuentra otro estudio relacionado con Alan Moore, concretamente La mirada del abismo: Lo imposible simbólico en Watchmen. Una forma de definición de Watchmen en La autopsia del héroe es la de “diseño de un conciso caleidoscopio de enfoques que implican posturas no precisamente opuestas ante la justicia y el orden, sino compatibles en determinados puntos y divergentes en otros tantos”.
Partiendo del título de la obra, cabe destacar el empleo de las palabras claves para definirla: autopsia y héroe. La primera, y centrándonos en el significado de “examen analítico minucioso”, hace referencia al minucioso trabajo de investigación (valga la redundancia) que nos ofrece Vargas a lo largo de las más de trescientas páginas que forman su estudio.
La segunda, significa también el resumen conciso de la obra del autor británico, que ha conseguido reinterpretar al héroe contemporáneo después de practicarle él mismo la disección a los héroes tradicionales y revolucionar además la narrativa del cómic.
Limitarse a leer sin más las obras de Alan Moore, sin que éstas se vean sometidas al análisis del lector, es raspar la superficie; la punta apenas visible de un iceberg que esconde un entramado simbólico que este estudio nos ayuda a desentrañar. En su recorrido, Vargas relaciona de forma muy acertada los aspectos biográficos del británico con sus obras, contextualizando así los trabajos de Moore, algo imprescindible para intentar conocer de una forma más completa las publicaciones de uno de los guionistas más importantes de la historia del cómic.
Desde sus primeros pasos en Northampton Arts Lab, 2000AD o Marvel UK (incluyendo algunas historias para la revista oficial de Doctor Who: Doctor Who Weekly, como se conocía entonces, en 1980) a su etapa americana, en la que la oportunidad de coger las riendas de Swamp Thing (La cosa del pantano) le abrió un mundo de posibilidades: publicaciones en color, formato de historias a 24 páginas que le permitían estructuras narrativas en forma de saga, dándole la oportunidad de profundizar en la construcción de los personajes. Según el propio Moore: “La cosa del pantano fue un proceso de aprendizaje importante, en cierta forma fue el cómic que me desató”. El estudio continuará su trayectoria hasta mencionar a Neonomicon, publicado por Avatar Press en 2010.
También se incluyen detalles curiosos como el primer y último guion cinematográfico que Moore escribió y que lamentablemente (o no) nunca llegó a realizarse, además de intercalar frases del guionista, extraídas en su mayoría de las entrevistas que concedió a Bill Baker y que dotan la narración del complemento perfecto.
La obra, presentada en rústica con solapas y en blanco y negro, está estructurada en cinco grandes bloques (Primeros pasos; DC Cómics: la aventura americana; Alan Moore, el independiente; El retorno al mainstream y America’s Best Comics: Otros mundos), subdividos a su vez para facilitar en gran medida que el lector pueda ir saltando cronológicamente sobre la obra del británico con total libertad.
Fuera de esta división encontramos el prólogo, con pinceladas personales firmado por Nacho Vigalondo; la introducción, que sitúa al lector hábilmente en “los antecedentes del sector a ambos lados del charco antes de la llegada de Alan Moore, y con él de la Edad Moderna del mainstream”; y el epílogo. Este último es un arte de simbología y conexión de elementos, que cierra de forma magistral un estudio que no solo expone los hechos objetivos, sino que los somete a una ardua labor de análisis que se suma a lo enriquecedor de la obra del propio Moore, convirtiendo esta “autopsia” en un imprescindible en el estante dedicado a Alan Moore. De esa forma, consigue sortear su mayor problema, propio de cualquier publicación: la falta de actualización con el paso del tiempo.
Alan Moore: la autopsia del héroe se completa con una bibliografía selecta y un checklist de la obra completa de Moore como guionista hasta la fecha de la publicación, siguiendo un orden lo más ajustado posible a la cronología. Este trabajo recibió la nominación al X Premio de la Crítica en la categoría de Mejor Obra Teórica.
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