[note note_color=”#fff9a9″] Nuevo largometraje basado en el famoso maga de Akira Toriyama con Son Goku como protagonista.
El Dios de la destrucción, Bills, que mantiene el equilibrio en todo el universo, despierta de su larga siesta. Al oír los rumores de que un saiyan ha derrotado a Freeza, Bills acude a su encuentro. Emocionado por encontrar a un enemigo tan fuerte después de tanto tiempo, Goku desafía al dios de la destrucción, pero se ve impotente ante su abrumador poder. Entonces, Bliss se despide con estas inquietantes palabras: “Espero que en la Tierra haya alguien que merezca la pena destruir”. ¿Serán capaces Goku, Vegeta, Gohan y los otros guerreros de la Tierra de detener este poder destructivo sin precedentes?
Dirigida por Masahiro Hosoda ( “Los caballeros del Zodíaco”) , escrita por Yusuke Watanabe y con el prestigioso Tadayoshi Yamamuro en la dirección de animación que ya trabajó en las anteriores películas de DragonBall Z, se estrena en España en dos fechas: 30 de mayo para algunas comunidades y 19 de junio para el resto.[/note]
Hoy traemos una película que no es exactamente un estreno… al menos no para todos. Y es que Dragon Ball Z: la batalla de los dioses se ha estrenado en algunas partes de España (Cataluña, País Vasco, Baleares y Andorra) el pasado día 30 de mayo. Es más, en algunos países de Latinoamérica incluso se ha editado ya en Blu-Ray. En el resto del país se estrenará este próximo 19 de junio.
No obstante, se agradece el gran esfuerzo de la distribuidora Alfa Pictures para traernos esta película con su doblaje original el la mayoría de las lenguas españolas. Y es que hacía 17 años que una película de Dragon Ball no llega a la gran pantalla (la última película estrenada fue DRAGON BALL: EL CAMINO HACIA EL MÁS FUERTE, estrenada en 1996).
Dragon Ball, el legendario manga que comenzó a publicarse en 1984 no necesita presentación. Todos recordamos (y revisitamos periódicamente) esta maravillosa serie que es Dragon Ball, el mítico anime que adaptaba el manga de Akira Toriyama. Fue a finales de los ochenta y principios de los noventa cuando tuvo su época de mayor esplendor en nuestro país. Tres fueron las etapas de la serie de televisión: Dragon Ball, con un tono más cómico; Dragon Ball Z, centrada en largas batallas; y el fallido intento de volver a traer el éxito de estos personajes con Dragon Ball GT. Además existen casi una veintena de largometrajes, todos meras aventuras sin trascendencia en la continuidad oficial de la serie.
El anuncio de que se crearía una nueva película de Dragon Ball Z llenó de alegría a todos los aficionados, que podrían recuperar al buen Goku de nuevo. La alegría aumentó cuando se hizo pública la intención de estrenarla en nuestro país en pantalla grande. No obstante, el mayor aliciente de esta película es que su creador, Akira Toriyama, se involucró profundamente, participando en el guión, en la elaboración de la historia y en el diseño de personajes, tomando parte en todas las etapas del proyecto e incluso diseñando el vestuario de los personajes.
Con el propio autor trabajando, siendo una aventura totalmente canónica (la acción se sitúa 10 años antes del final, entre los capítulos 517 y 518 del manga), todos esperábamos una gran película de nuestro luchador preferido. Por desgracia no ha sido así.
Sin ser una mala película, decepcionará a casi todos los aficionados mayores de 10 años: la película se hace larga y ligeramente pesada y eso se debe, principalmente, a dos causas: la inserción (inútil y alargada) de algunas subtramas o personajes, y la falta de peleas épicas, marca de la casa y que cualquiera fan de Dragon Ball espera ver.
Han querido introducir muchos personajes (en principio para que disfrutemos de ellos), pero el guión (pobre e infantil) no logra ni siquiera entretenernos en estos pasajes. Pilaf y sus secuaces son los protagonistas de la subtrama principal. Como cameo habría estado bien, graciosos, pero la “broma” se alarga demasiado y pierde toda la gracia. En Dragon Ball el humor siempre ha sido una parte importante, pero aquí, además de no hacer gracia, es burdo e infantiloide, siendo su mayor (y más vergonzoso) ejemplo la actuación de Vegeta, humillante, intentando distraer y entretener a Bills. No sólo es un momento ridículo en sí, si no que el orgulloso príncipe Vegeta nunca se amedrentaría de esa manera ante un rival, aunque supiera que no puede vencerle. Ese no es mi Vegeta.
Tanto la historia de Pilaf, como la fiesta de cumpleaños de Bulma (mero pretexto para que podamos ver momentáneamente a todos los personajes principales), alargan sobremanera la historia, haciéndonos desear aún más la consabida épica pelea final entre Bills y Goku… y ahí también falla: la esperada batalla final es demasiado acelerada y decepcionantemente breve, ya que han malgastado el tiempo en absurdeces sin gracia. Y no mencionaré la ridícula resolución de esta pelea final…
Sin embargo, también tiene algunos puntos buenos, pequeños destellos de lo que pudo haber sido. La idea del Super Saiyajin Dios es muy sugerente y podría dar lugar a toda una serie por sí sola. La animación es muy buena, aunque no sea espectacular (los personajes están realizados en animación tradicional mientras que los decorados suelen ser en 3D). Bills, el Dios de la Destrucción, es un magnífico personaje: no es un poderoso malvado sin más motivación que destruir, muy al contrario es alguien que ha asumido su papel en el equilibrio cósmico y que podría ser “la otra cara de la moneda” de Goku, ya que ambos se caracterizan por la enorme curiosidad que tienen por encontrar retos mayores y contrincantes cada vez más poderosos, y ambos son capaces de admirar a su rival. El (por otro lado patético) final de la pelea nos recuerda por qué amamos a Goku como personaje: su constante esfuerzo por ser mejor luchador motiva a todos los que están a su alrededor (véase Vegeta, sin ir más lejos).
Es este final el que nos vuelve a dar algo de esperanza: a pesar de todos los errores y fallos de continuidad (Toriyama no debe recordar bien y sus asesores no han sabido ayudarle), de que el guión tenga partes penosas, y que ciertas ideas esté demasiado forzadas (como los requisitos para crear al Dios Super Saiyajin), llegamos a atisbar una pequeña luz que nos recuerda por qué Dragon Ball es una de las mejores series de la historia de la animación y del cómic. Y los títulos de crédito finales son un magnífico homenaje a los aficionados, con un brillante recorrido por varias viñetas del manga original, invitándonos a recordar los emocionantes momentos que hemos vivido junto a Goku y sus amigos. Eso sí, la experiencia de presenciar el opening en pantalla grande, no tiene precio y nos pondrá los pelos de punta.
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