Jillian Tamaki es ilustradora y su prima Mariko Tamaki se dedica a escribir tanto ficción como no ficción. Ya disfrutamos del talento combinado de estas dos jóvenes canadienses con ‘Skim’, la novela gráfica que La Cúpula publicó en 2009 y que trataba sobre una joven inadaptada y en el efecto en su vida de un conflicto en el instituto. Ahora volvemos a confirmar la altísima calidad de la obra de Jillian y Mariko Tamaki, que se han superado creando una obra todavía mejor, con un arte más definido y una trama que adquiere muchos más matices.
‘Aquel verano’ (en inglés ‘This one summer’) se publicó en Canadá y en Estados Unidos esta pasada primavera. Hoy reseñamos esta novedad de agosto de La Cúpula: una historia realista de nostalgia veraniega. Si en ‘Skim’ la adolescencia dominaba la historia, en ‘Aquel verano’ se analiza la preadolescencia, ese extraño tiempo que hace de puente entre los recuerdos de la infancia y las experiencias iniciáticas en la vida adulta.
‘Aquel verano’ sigue el punto de vista de Rose, una niña que pasa cada verano con sus padres en Awago Beach, un pequeño pueblo costero. Allí suele pasar los días con su amiga Windy, una niña adoptada un año y medio más joven que Rose. Pero este año será diferente: las dos chicas están descubriendo mucho sobre relaciones humanas (sexualidad, amor y familia) y pronto su pequeño microcosmos feliz se verá afectado por lo que ocurre en Awago Beach. Rose pasará un verano inusual, viendo cómo en su vida se entrecruzan los problemas de los adolescentes de Awago Beach y el conflicto que está deteriorando la relación entre sus padres.
Esta historia sobre amistad y rituales veraniegos (que no podía publicarse en mejor momento) retoma alguno de los temas que ya se encontraban presentes en ‘Skim’: la adolescencia y preadolescencia desmitificadas (con menos glamour y más melancolía de lo que acostumbramos a ver en la cultura popular), la complejidad de las relaciones entre padres e hijos, los matices de la amistad y cierta inclinación marcada por un estilo de vida alternativo, lleno de referencias al cine de terror.
Como ya sucedía en ‘Skim’, la historia avanza con un ritmo reposado y el final es algo anticlimático. A nivel de guión, la historia de ‘Aquel verano’ satisfará a aquellos lectores que disfrutan de una historia sobre cotidianidad, sin esperar mucha acción o que todos los cabos queden atados. Absténganse aquellos que quieren que sus personajes principales sean siempre agradables: en algunos momentos, Rose puede tener actitudes algo extremas, pero eso mejora el desarrollo del personaje. La trama está llena de pequeñas pistas sobre el conflicto que afecta a Rose y su familia. En comparación a ‘Skim’, hay algo más de énfasis en las reacciones de otros personajes, lo que añade peso a la historia.
Respecto al arte, se nota más comodidad en el trazo por parte de Jillian Tamaki, que sigue utilizando con maestría las dobles páginas completamente coloreadas, en combinación con viñetas sin apenas fondo, que ayudan a hacer que la obra “respire”. ‘Aquel verano’ está trazada y coloreada en un blanco y azul oscuro. Hay un mayor uso de color plano y los trazos se desdibujan menos que en ‘Skim’, así que el arte es algo menos etéreo pero igual de hermoso y evocador, con tendencia al detalle y una multitud de carteles y referencias culturales que ayudan a dar realismo a la obra. La artista demuestra además gran versatilidad y vemos representados cuerpos y fisonomías variados. Los personajes, incluso los secundarios, son totalmente reconocibles y las expresiones corporales y faciales pueden recordar al cómic japonés.
Se nota el cariño en la edición de La Cúpula, que tiene 324 páginas y cuesta 24,90 €. ‘Aquel verano’ está editada en rústica con anchas solapas, en papel grueso y ligeramente rugoso. Traduce Natalia Mosquera (también editora de La Cúpula) que, aunque a menudo abusa un poco de las notas del traductor, ha prestado atención a detalles importantes, como las múltiples onomatopeyas que ambientan la obra.
Viendo el resultado de esta segunda colaboración entre Mariko y Jillian Tamaki, esperemos que no sea la última vez que estos dos talentos se encuentran para crear novelas gráficas independientes así de conmovedoras.
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