El viernes 1 de agosto seguíamos disfrutando de las charlas, el ambiente y las firmas del tercer festival Celsius 232, pero también seguimos con las entrevistas. Mientras el que escribe estas líneas cubría la charla de Patrick Rothfuss, Rocío hizo dos entrevistas con dos grandes nombres de la literatura de género de este país. La que hoy publicamos es con Ismael Martínez Biurrun, que recientemente ha publicado con el sello Fantascy su última novela: Un minuto antes de la oscuridad, que reseñamos hace unos meses en esta página. De nuevo, queremos agradecer a la organización del festival su buena labor y, por supuesto, al autor, por dedicarnos algo de su tiempo.
Entrevista a Ismael Martínez Biurrun.
LCDE. Tanto en ‘El escondite de Grisha‘ como en la más reciente ‘Un minuto antes de la oscuridad’ tocas el tema de la usurpación de la identidad, ¿qué es lo que te resulta tan interesante del tema?
Pues fíjate que no me había parado a ver la coincidencia, es verdad. Ahora que me doy cuenta es evidente. Supongo que tengo cierta obsesión con el tema de la identidad, pero es que es el tema con mayúsculas, el “quiénes somos”. Recuerdo, por ejemplo, en ‘Un minuto antes de la oscuridad’, que Sole en cierto momento lo pregunta: “¿quién eres tú, realmente?”. Es una pregunta muy directa. Y en cierto modo, Sole, aunque no sea la protagonista, sí que vive una vida un poco esquizofrénica, porque le oculta cosas a Ciro, por ejemplo. Así que sí, lo cierto es que el tema de la identidad es común en la literatura, pero en mis libros la coincidencia es brutal.
LCDE. Y luego tenemos a los Doppelgangers.
Así es, en realidad, como comentaba durante la charla, con esta novela no quería hacer un gran montaje de ciencia ficción o post-apocalíptico, sino que la semilla se encuentra precisamente en la idea de los Doppelgangers. Esa es una idea más del género fantástico, al estilo de Cortázar, digamos, que no de ciencia ficción. En el fondo se trata del hombre delante del espejo, ¿no? Es una forma de salir de ti mismo, mirarte desde fuera y hacerte preguntas como “¿quién soy yo?”, “¿me estoy comportando de la forma adecuada?”. Ese el el recurso que usamos los escritores de fantasía para dividir a un personaje físicamente en dos, saltándonos las leyes de la naturaleza. Estos dos personajes se miran el uno al otro y ese juego de miradas tiene un gran atractivo.
LCDE. Otro tema que parece repetirse en tu obra es la del héroe que se sacrifica por los demás. Tenemos ejemplos como el padre de Ciro, que se sacrifica para que su hijo tenga una vida mejor, o los liquidadores de Chernobyl. A la vez, también te gustan los personajes poco heroicos, como Sole. ¿Cómo te sientes ante esta dualidad de personajes?
La verdad es que los personajes heroicos puros me parecen muy poco atractivos, supongo que es debido en parte a haber leído a Stephen King. Creo que es el autor que más cambió el tipo de protagonista de la ficción fantástica. Dejamos de tener a superpolicías, a super científicos locos y en su lugar nos puso a un tío normal de la calle, con su profesión, con sus defectos. Coge a un personaje ordinario y lo obliga a comportarse de forma extraordinaria, y lo cierto es que to también lo hago mucho. También es verdad que el tema padre-hijos está muy presente. Eso es debido a que desde que me dedico a escribir regularmente siempre ha sido bajo la condición de padre. Y ser padre es eso, sacrificarte por alguien a quien quieres más que a tu propia vida. Ya sé que puede sonar demasiado relamido, pero es la verdad. Este sacrificio es en realidad muy irracional y se presta a mucho a crear conflictos que dejen en evidencia esa falta de racionalidad. Además, lo de ser padre tiene un punto autodestructivo, de ahí que de héroe a mártir vaya tan poco. En realidad estás demostrando que te odias un poco, y eso ya no es loable ni atractivo, es oscuro. ¿Cuánto hay de entrega a los demás y cuánto de odio a uno mismo, de que te de igual morirte?
LCDE. También queríamos preguntarte sobre cómo ha influenciado tu experiencia como guionista a la hora de escribir novela. Son dos tipos de narrativa muy diferentes y en tu obra hay mucho recurso visual, pero a la vez mucha metáfora e introspección.
Exacto, uno de los aspectos más positivos de la literatura es la introspección, puedes llegar hasta donde tu quieras. Por ejemplo, en ‘Rojo Alma, Negro Sombra’ decidí que no hubiera introspección en absoluto. Aunque luego acabas haciendo trampas, dando a entender lo que sienten los personajes sin decirlo. En ‘Un minuto antes de la oscuridad’ sí que hay introspección. Soy narrador omnisciente y, aunque básicamente entro en Sole y en Ciro, me permito introducir un poco de todos.
Y sobre lo de ser guionista. El primer esfuerzo que hago cuando escribo literatura es precisamente olvidarme de que soy guionista. En guion lo que prima es la estructura, los actos, los giros, las tramas, todo eso. Es muy rígido, porque en el cine dispones de solo dos horas para contar una historia. En el 99% de los casos lo mejor es ceñirse a ello porque es lo que da resultados. En una novela hay mucha más flexibilidad, más creatividad y la posibilidad de saltarse como eso. Hago un esfuerzo activo por no pensar como un guionista. Siempre hay una voz que me dice, por ejemplo, “el primer acto te está quedando demasiado largo”, pero siempre intento hacerla callar. Hay que decir que aun así construyo la narración con secuencias. Soy muy secuencial, me gusta que la acción transcurra delante de los ojos del lector y que haya cuanto menos resumen y cuanto menos ‘back story’ mejor. El lector ya se irá enterando a medida que avance la novela de todo lo que hay detrás. En la novela que estoy escribiendo ahora tampoco tengo introspección, y empieza la acción muy deprisa. Yo sé que eso tiene una dificultad para el lector, que se encuentra en una acción que no sabe muy bien de dónde viene ni sabes cuáles son exactamente las intenciones de los personajes. Ya se irá viendo sobre la marcha. Un poco como en el teatro, en que lo que ves es lo que hablan y no hay más.
LCDE. Hace unos meses, durante la charla de Fantascy en Barcelona, dijiste que no eres muy lector de ciencia ficción pura. Aun así, mencionaste entre tus influencias a Ray Bradbury. ¿Qué otros autores de género consideras que sí te han influenciado?
Esta es una pregunta difícil para mí, porque puramente de género no suelo leer. De Stephen King, por ejemplo, me lo he leído todo. No me gusta tanto lo que hace ahora pero me sigue gustando lo que hacía antes. Ray Bradbury es inmortal, me sigue gustando. Richard Matheson también me gusta. De los actuales, tengo predilección por Palahniuk o Jonathan Lethem, que escribe novelas que no son nada fantásticas, pero me gusta cuando introduce algún pequeño elemento, como en ‘La fortaleza de la soledad’, que es una de las novelas que más me ha marcado. Va de dos niños de Brooklyn que se encuentran con un hombre negro que se ha caído de una azotea, que lleva una capa y un anillo. Los niños le roban el anillo, que al hombre le daba el poder de volar y a ellos los vuelve invisibles. Y claro, esto es un elemento fantástico muy fuerte, en una novela. Sería muy fácil que con este elemento, el tono entero de la novela cambiara y que todo girara entorno al anillo, pero Lethem consigue que la historia siga enfocada en los niños. Y eso es lo que me gustaría llegar a poder escribir alguna vez: una obra con algún elemento fantástico pero que siguiera centrada en el conflicto puramente humano. Como otros referentes tengo a Wells, a Poe y, ahora que lo recuerdo, he olvidado de mencionarlo antes con el tema de los Doppelgangers: ‘El doble’, la novela de Dostoyevsky. Y bueno, yo tampoco he investigado mucho sobre el tema del Doppelganger, pero seguro que hay una bibliografía inmensa, del tema.
LCDE. Has mencionado que estás escribiendo una nueva novela. ¿Hay algún otro dato que nos puedas revelar sobre ella?
De momento, puedo decir que es una novela que es justo lo contrario de ‘Un Minuto antes de la oscuridad’, en que se había sucedido un apocalipsis sin acontecimientos. La oscuridad se va cerniendo sobre los personajes pero no hay un apocalipsis concreto. No cae un meteorito, no hay un desastre. Lo que estoy contando ahora es justo lo contrario: es un acontecimiento apocalíptico contado a tiempo real.
LCDE. Siguiendo con ese tema, en tus obras tiendes a hablar mucho de temas apocalípticos como La Peste, Chernobyl o el colapso de la civilización. ¿De dónde surge esta predilección?
Creo que es más bien un presentimiento colectivo que todos tenemos, de que el fin puede estar cerca. No viene tanto de datos concretos como que se va a terminar el petróleo. Creo que a veces surge de un simple sentimiento de culpa, de ese momento de lucidez en el que nos damos cuenta de que ese modo de vida que llevamos no puede durar para siempre. Tenemos la intuición de que esto va a estallar por algún lado. Tenemos un runrún en la cabeza que a veces se o tiene su catarsis en la ficción apocalíptica. Creo que va por ahí, que hay mala conciencia en nuestra cultura que está consumiendo el planeta a gran velocidad. Vivimos despistados, con una mirada irónica posmoderna y todo está bien, todo se puede digerir, hasta que en un momento ya no podemos digerirlo todo y nos decimos: “espera un momento, esto va a acabar mal”. Pero por lo demás, soy un optimista y espero que no seamos tan tontos como para dejar que las cosas lleguen hasta ese punto.
LCDE. En relación a esto, sacamos la palabra con “d”. ¿Crees que las distopías son más relevantes ahora porque estamos en España, en plena crisis, que es una moda pasajera o siempre ha habido historias apocalípticas y distópicas?
No, creo que es algo cíclico, que no tiene que ver con estar en España. Tiene que ver con la popularidad del entretenimiento (películas o libros) que en un momento determinado tienen un éxito que se podría explicar por la crisis, ya que la sensibilidad está a flor de piel por estos temas. Pero seguramente esa temática volverá a esconderse y a resurgir pasados unos años.
LCDE. ¿Qué parte del género te resulta más interesante: el escapismo o el comentario social?
Más que el comentario social, considero que este es un género de ideas. Como autor siempre me intereso más por el lado psicológico de los personajes. Me importa más que el lector vea todo lo que pasa por la cabeza del personaje, mucho más que lo que sucede fuera. Me gusta introducir elementos fantásticos cuya resolución tenga algo que ver con lo que pasa en el fuero interno de los personajes, aunque sea de forma simbólica.
LCDE. Has trabajado con varias editoriales a lo largo de tu carrera, ¿cómo ha sido tu experiencia con ellas?
Paradójicamente, he entrado en un gran grupo editorial, pero en una colección centrada en lo fantástico. Las editoriales independientes con las que había trabajado antes, 451 editores y Salto de Página, son editoriales generalistas. Eran colecciones en las que entraba de todo, en base sobre todo a la calidad literaria o el interés del editor. Ninguna de las dos editoriales tenía un gran alcance y mis libros nunca llegaron a un gran público, pese al sello generalista. ‘Rojo alma negro sombra’ está descatalogado ahora mismo y los que tengo con Salto de Página no son fáciles de encontrar. Con Fantascy, a pesar de que va dirigido a un lector más concreto, mi libro ha conseguido llegar a un público mucho mayor. Idealmente, me gustaría publicar en un sello sin etiquetas, pero bueno, ha sucedido así y estoy encantado.
LCDE. Pues esto es todo, muchas gracias por tu tiempo y tu atención.
Muchas gracias a vosotros.
Entrevista por Rocío Rincón.