Dark Horse quiere su parte del pastel. En el pasado, era la sempiterna tercera en discordia, detrás de las todopoderosas Marvel o DC, y sostenía cierto aura de independencia. Grandes títulos forman parte de su catálogo, como Hellboy o los Next Men del maestro Byrne. Esos clásicos, junto con licencias muy potentes, han mantenido a la editorial en su muy digno papel de alternativa. Pero los tiempos cambian, la diversificación brutal del mercado estadounidense implica una máxima por todos conocidas en estos tiempos tambaleantes: renovarse o morir.
Image y su apuesta por la calidad y la independencia, o renovados conceptos como los de Valiant, marcan la realidad del mundo editorial. Una competencia que, como lectores, agradecemos, claro, pero que obliga a sello como Dark Horse a dar un puñetazo en la mesa.
La forma que ha elegido Dark Horse para estar de nuevo en el candelero es la creación de un universo superheroico propio, coherente y conectado, al estilo de sus ilustres hermanas mayores. Por supuesto, esta no es la primera vez que se plantean esta posibilidad, pero los intentos anteriores quedaron en loables tiros al poste. La propia naturaleza de la editorial está más centrada en un modelo basado en series cerradas, no excesivamente prolongadas en el tiempo, lo que choca con la idea de cosmos llenos de tipos enmascarados con aventuras que seextienden durante décadas. X viene de esta antigua promoción de héroes, que se licenció con no demasiados honores. Ha llegado el momento de una segunda oportunidad.
La apuesta está sobre la mesa. La herencia pulp más primitiva del cómic americano se codea con conceptos de última generación en la nueva cara de Dark Horse, y en España ya hemos visto alguna de estas interesantes colecciones. La última en llegar a nuestras fronteras, X, la cara salvaje y callejera del mundo de los enmascarados.
Al frente de esta cabecera tenemos a viejos conocidos, veteranos de Marvel y DC. Equipo creativo consistente y con experiencia, han escogido con mucho tino, pero de manera más que evidente, las referencias necesarias para que esta colección sea perfectamente ubicada dentro de un contexto reconocible. Por un lado, en las labores literarias, Duane Swierczynski, autor que se las ha visto con personajes como Punisher o Cable, aparte de ser el tipo que cerró la fenomenal Puño de Hierro comenzada por Matt Fraction y Ed Brubaker (que contaba al principio con el dibujo del siempre impactante David Aja). En el tablero de dibujo contamos con un artista que, a priori, no es el típico que pondrías en tu lista de dibujantes favoritos. Eric Nguyen es un todoterreno que ha puesto su arte al servicio de personajes tan dispares como Batman o a franquicias como Halo, y que ha evolucionado de forma notable hasta el realismo neo noir lleno de violencia que imprime en las páginas de X. Un estilo sucio y nada amable, lleno de contrastes, empeñado en arrastrarte a los sucios callejones de Arcadia.
Como decíamos, Swierczynski y Nguyen han escogido muy bien los referentes para construir su historia. Es bastante fácil encontrar en las páginas de X conceptos extraídos de otros personajes callejeros del cómic. X bebe de Punisher, con unos toques de Batman, aderezada la mezcla con una pizca de Daredevil. Aunque sea el señor Castle el espejo más claro en el que mirar a este nuevo justiciero, la verdad es que X tiene personalidad de sobra para evitar comparaciones odiosas. El mismo Castigador no es más que el reflejo del cine de justicieros que invadía las pantallas de los cines de mediados de los 70, capitaneada por el inefable Charles Bronson. X recoge el testigo de aquel género cargado de dudosa moralidad y tufillo fascistoide, y lo reconvierte en un salvaje divertimento para paladares del siglo XXI.
Arcadia es una ciudad podrida. No hay ni un resquicio para la esperanza entre la corrupción generalizada. Nadie da un céntimo por la salvación de este vertedero humano. Entre la sombras, hay alguien que viene a cambiar las cosas, aunque tenga que ver a Arcadia entre las llamas. No lucha por el bien común, ni por el alma de una ciudad decadente. X, el justiciero desconocido, ha empezado su cruzada, en la que no hay piedad ninguna. Reza lo que sepas si te cruzas en su camino.
Leigh Ferguson, periodista caída en desgracia, se acerca demasiado a la linea de fuego. Su vida está a punto de dar un vuelco, si es que acaba el día con la cabeza sobre los hombros. X no hace prisioneros, y no distingue bandos.
Esa es la premisa que sustenta este primer arco argumental protagonizado por X. Swierczynski se aferra al tono de la serie negra, pero sustituye la consabida voz en off del protagonista por el lenguaje del blog, lo que moderniza el recurso y lo naturaliza; establece una línea de comunicación realista y muy potente entre el autor y el lector, gracias a un medio reconocible por todos.
Las influencias son claras, sí, pero no son una excusa. Lo que ocurre es que no pretenden inventar nada nuevo, y están demasiado ocupados en ofrecerte una historia impactante y directa. Importa lo que cuentan y cómo lo hacen, amarrados a ideas clásicas, pero con el suficiente grado de vuelta de tuerca para que resulte atractivo.
Porque X no es Batman, ni Punisher. Es algo más primitivo y destructor. No lucha por su ciudad, empapado del espíritu redentor de la cruzada del murciélago. No es el soldado metódico y obsesivo Frank Castle. X es una fuerza de la naturaleza desatada, cuyo único objetivo es el derramamiento de sangre y el ojo por ojo. No hay líneas trazadas ni códigos morales. X no muestra ningún respeto ni por su propia integridad física; está dispuesto a cualquier sacrificio con tal de cumplir su objetivo. Se sitúa muy lejos de la definición de héroe. Es el monstruo definitivo que ha producido el nido de corrupción que es Arcadia, y ha venido como emisario del miedo, para que los otros monstruos aprendan que no son intocables. El rostro del significado más primitivo y maniqueo de la justicia, adoptado como último recurso en un contexto donde el salvajismo es la nota dominante.
Ni siquiera veremos el rostro de X, uno de los misterios a descubrir en el futuro de esta trepidante colección. Pero sabemos que detrás de la máscara hay un loco obsesionado por la idea de venganza, cuya humanidad ha sido devorada por los fantasmas del pasado. El ultraviolento desconocido no ha venido a hacer prisioneros.
El tomo que nos presenta Aleta Ediciones recopila los cuatro primeros capítulos de esta renacida serie regular, recogidos en un volumen encuadernado en rústica de 186 páginas. Se incluyen todas las portadas de los números correspondientes a este compendio, y tiene un precio recomendado de 12, 95 euros.
Cuidado, no os salpique la sangre.
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