Es obvio que cualquiera que haya leído el primer tomo de ‘El héroe’ ha tenido posteriormente como prioridad absoluta en su vida hacerse con el segundo tomo. Esto es así. Y aquellos afortunados que ya han leído también esta conclusión a la historia anacrónica de Heracles (o Hércules, para los detractores de la banda de Zeus en favor de la de Júpiter) habrán disfrutado del trazo de David Rubín como una Cierva de Cerinea.
En el primer tomo dejamos a nuestro héroe en el momento en el que llega a ser consciente de que en ningún momento ha elegido ser quien es, sino que es una víctima del destino, del capricho y de los juegos de poder entre los dioses. Ahora Rubín nos sume en un entorno más oscuro, estableciendo así una relación entre el esplendor de la juventud y la decadencia de la vida adulta, algo reflejado en su dibujo de forma muy sutil.
Y es que para Heracles ha llegado la hora de pagar: pagar por sus dones, pagar por sus errores, pagar por todo lo bueno que hay en su vida e incluso pagar por sus buenas acciones, porque el autor nos enseña que si hay una verdad inmutable en la vida es que ya seas el hijo de un Dios o un simple aldeano, la hora de pagar llegará a su debido tiempo, y eso es algo inevitable. Y nuestro héroe va a pagar un precio muy, pero que muy alto.
La historia comienza con la más grande y terrible factura a abonar por parte de nuestro protagonista. Tras encontrar el amor en un mujer llamada Megara, formar una familia y haber conseguido ser virtualmente un hombre completo y feliz, llega la caída del héroe. A causa de un engaño de Hera (la artimaña favorita para derrotar enemigos en la antigua Grecia, parece ser), Heracles termina de una forma brutal con la vida de su mujer e hijos.
Y es cuando el engaño se descubre y Heracles es consciente de lo que acaba de hacer cuando vemos a nuestro protagonista en su peor momento. Definitivamente, el aire naif del primer tomo ya no está presente. De alguna manera se podría entender esta segunda parte como un vistazo a la realidad tras el brillo, una desmitificación del héroe creado en el primer volumen.
Es inevitable pensar, llegados a este punto que forma parte de las primeras páginas de este volumen, que tal vez este hecho hubiera estado mejor emplazado como final del primer tomo. El impacto para el lector sería mayúsculo, ya que además del hecho en si, el dibujo con el que lo retrata Rubín potencia su crudeza hasta el infinito. Pero también es cierto que quizás esto hubiera sido demasiado convencional (dentro del ámbito en el que se mueve esta obra), y si algo no es David Rubín, es convencional.
A partir de aquí comienza el auténtico camino del héroe, desde el más profundo infierno en el que se encuentra Heracles al principio de la historia hasta llegar a ser lo que se propone ser. Este viaje se podría interpretar como una redención, como un despertar moral ante los convencionalismos de la sociedad, como la búsqueda de uno mismo (¿referencias autobiográficas tal vez?) o sencillamente como una aventura de peleas, puñetazos y grandes gestas, aunque en todo caso desprovistas de cualquier halo de divinidad.
Una vez más, la historia que nos cuenta David Rubín es pura ambrosía, con tantas lecturas que nada más acabar el tomo dan ganas de volver a empezar para descubrir cosas nuevas de las que no te has dado cuenta en la última iteración. En ciertos momentos la obra roza la calificación de metacómic, con claras alusiones a la situación actual del mundo del noveno arte. En otros se perciben como tema central los distintos aspectos opuestos que existen dentro de un mismo ser humano. A veces Rubín nos habla de la lucha para labrarse una existencia satisfactoria a base de trabajo y esfuerzo en lugar de suerte, y otras veces habla sobre la situación económica y social de nuestro país en estos tiempos. Y estoy seguro de que si le pego al cómic una enésima lectura veré más cosas de las que aún no me he percatado…
En lo referente al dibujo, al igual que en el primer tomo este apartado roza la perfección. Y esto ya no es solo cuestión de la habilidad del artista con sus dedos, sino de como se plantea cada página como un reto para conseguir la mejor secuencia y la mejor disposición de viñetas para potenciar su efecto al máximo. Rubín continúa con sus homenajes gráficos y estilísticos al cómic de superhéroes americano, la bande dessinée europea y el manga shonen japonés, una curiosa mezcla que el autor es capaz de hacer funcionar.
Al igual que ocurría en el primer volumen, el uso del color es fundamental en este cómic. En una entrevista publicada aquí hace unos meses al autor gallego, este hablaba sobre su amor hacía la en general vilipendiada obra ‘DK2’ de Frank Miller (uno de sus autores favoritos) y Lynn Varley, y concretamente sobre el controvertido uso del color en ella. Sin duda Rubín se inspiró en cierta forma en este cómic a la hora de abordar ‘El héroe’, y el resultado no ha podido ser mejor.
En conclusión, estamos ante el cierre de una magnífica historia, seguramente mucho más grande y ambiciosa de lo que su autor se proponía en un principio. Lo único bueno de acabar de leer ‘El héroe’ es que, por una parte, siempre puedes volver a empezar, y por otra, que David Rubín aún es un tipo joven con una prometedora carrera por delante y un gran amor por lo que hace que sin duda es capaz de traernos en el futuro más trabajos que lleguen a estas cotas de calidad. Aunque no es una tarea fácil ni mucho menos…
El segundo tomo de ‘El héroe’ publicado por Astiberri Ediciones dentro de su colección Sillón Orejero se presenta en formato cartoné de tapa dura. Contiene 288 páginas a color con un tamaño de 17 x 24 cm e incluye un prólogo escrito por Craig Thompson. El precio de venta recomendado es de 25€ y se puso a la venta en noviembre de 2012.
David Rubín
Nacido en Ourense en 1977, estudia diseño gráfico y se lanza al mundo del cómic, la animación y la ilustración. Su primera obra larga, ‘El circo del desaliento’ (Astiberri, 2005), le vale ser nominado como autor revelación en el Salón Internacional del Cómic de Barcelona de 2006, gana el Primer Premio Castelao, y se edita en gallego, castellano, italiano y francés. Su siguiente novela gráfica, ‘La tetería del oso malayo’ (Astiberri, 2006), también publicada en Francia, Italia y la República Checa, se lleva cuatro nominaciones a los premios del Salón Internacional del Cómic de Barcelona 2007, logra el galardón al Autor Revelación y le acredita como finalista del I Premio Nacional del Cómic. Posteriormente ‘Cuaderno de tormentas’ Planeta DeAgostini, 2008) es nominado al mejor dibujo de nuevo en la cita de Barcelona, codirige ‘Espíritu del bosque’, un largometraje de animación 3D, y adapta al cómic ‘Romeo y Julieta’ (SM, 2008), de William Shakespeare y ‘El monte de las ánimas’ (SM, 2009), de Gustavo Adolfo Bécquer.
Su espíritu creativamente inquieto le lleva a realizar ‘Uxío Novoneyra: A voz herdada’ (Xunta de Galicia, 2010), con guión de Kike Benlloch, y a ilustrar la colección de relatos ‘Solomon Kane’ (Astiberri, 2010), de Robert E Howard. En 2011 lanza con la editorial Astiberri el primero de los dos libros de ‘El Héroe’, una novela gráfica en dos volúmenes, donde actualiza el relato clásico de los doce trabajos de Heracles.El trabajo recibe en general críticas positivas que llevan a que la obra sea publicada en Italia, y en Francia, de la mano de Rackham. Ya en 2013, y junto con Santiago García en el guión, publica, de nuevo con Astiberri, ‘Beowulf’, una versión del poema nórdico de mismo nombre. Posteriormente trabajaría en ‘Battling Boy: The rise of Aurora West’ y ‘Battling Boy: Fall of the House of West’.
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‘El héroe 2’
Un Heracles más oscuro es el protagonista de ‘El héroe 2’, el segundo tomo que cierra esta magna obra de David Rubín, continuidad de ‘El héroe 1’ (Astiberri, 2011) y conclusión de un proyecto creativo que le ha llevado casi cuatro años de trabajo y 550 páginas de cómic por delante en la que se erige como su obra más personal y ambiciosa, y que actualmente se está editando también en países como Francia e Italia.
Como punto de partida, Heracles y Megara se enamoran, se casan, fundan una familia y un hogar, parece que la tranquilidad y la paz se han asentado en la vida del protagonista. Pero la diosa Hera, empeñada siempre en destruir a Heracles, mediante un sortilegio hace creer al héroe, mientras duerme, que su hogar y familia están siendo atacados por unos monstruos, Heracles lucha contra ellos y los mata. Una vez vencidos, el sortilegio se disipa y descubre con horror que bajo el engaño de Hera ha matado a su mujer e hijos, creyéndolos bestias. Esto hace enloquecer al héroe, que se derrumba y finalmente decide retirarse a lo alto de una montaña perdida, a expiar su culpa en soledad…
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