Marvel vive un momento dulce, en equilibrio entre el entretenimiento que ha sido su esencia desde el principio, y un toque de riesgo pocas veces visto en las grandes editoriales del cómic USA. Tampoco es que esté editando arte y ensayo, pero, desde luego, no hace falta ser un experto en el medio para la percepción de esos ecos de cambio en intenciones. Sin renunciar a lo que es, una marca dedicada a un universo superheroico concreto, entre medias de sus ensaladas de nudillos habituales se cuelan títulos concebidos para paladares con sensibilidad diferente. Todo comenzó con la aplaudida Ojo de Halcón, con la que hasta los haters más combativos de Matt Fraction han tenido que recular. En esta colección, Marvel encontró un rumbo hasta ahora desconocido, que acercaba sus productos a un nuevo público y que encandilaba a muchos de los lectores de toda la vida, construido sobre la posibilidad de contar historias que no tendrían cabida en el cómic tradicional de La Casa de las Ideas.
Con el tiempo, llegarían nuevos títulos enmarcados en este nuevo concepto, muchos de ellos protagonizados por personajes femeninos, obligadas por las circunstancias a comer banquillo o quedar como eternas secundarias de lujo. La apuesta por este aspecto femenino de Marvel, por supuesto, tiene intenciones claramente comerciales, ahora que se han dado cuenta del enorme potencial del público conformado por mujeres. Pero lo genial de estas series es que escapan de los estereotipos de género y lo que se espera de un cómic tradicional dirigido a “chicas”. Estas heroínas de nuevo cuño son personajes con la suficiente riqueza y profundidad para que se disfruten con independencia de etiquetas y presupuestos, y han resultado en tebeos de calidad contrastada, éxitos de crítica (lo del público, es otro tema).
Entre otros personajes recuperados por Marvel para este experimento, tenemos el sonado regreso de Jennifer Walters, alias Hulka, nuestra abogada verde favorita de todos los tiempos. Su azarosa vida la ha llevado por todos los rincones del universo Marvel con fortuna irregular, pero, desde luego, ha tenido grandes éxitos como para que todo el mundo conozca su historia. Nació a finales de los 70, a causa de los eternos rifirrafes entre corporaciones siniestras por los derechos de autor de los personajes (¿Acaso pensaban ustedes que esto es cosa de ahora?). El éxito de la serie Hulk despertó la creatividad malévola de los ejecutivos de la Universal, que pensaron en la creación de un equivalente femenino al monstruo ganma que triunfaba en las televisiones de medio mundo. Así, en caso de problemas con Marvel, dueños de los derechos del personaje interpretado por Lu Ferrigno, tendrían su propia versión de Hulk. Marvel, que para estas cosas son muy cucos, se adelantaron a la jugada y presentaron a nuestra protagonista de hoy, creada por Stan Lee y John Buscema, que hizo su debut en su propia cabecera en 1979. Jennifer era presentada como una importante abogada de Los Angeles, que tenía entre sus parientes a cierto doctor con problemas de caracter. Efectivamente, su primo es el bueno de Bruce Banner, alter ego de la bestia conocida como Hulk. Como no podía ser de otra forma, Jennifer y Bruce acabarían por cruzar sus caminos, y en un desesperado acto, Banner realizaba una transfusión de sangre en el cuerpo de Jennifer, única forma de salvar su vida. Por supuesto, esto cambió la fisonomía de la joven abogada, y se transformó en la titánica heroína conocida como Hulka.
Tras 25 números, la colección cerró para disgusto del personal, pero esta chica es muy peleona, y acabó formando parte de la escuadra de Vengadores perpetrada por Roger Stern y miembro de pleno derecho de los 4F en la magnífica etapa de John Byrne. Sería el maestro Byrne, precisamente, diez años después de la primera aparición de Jennifer, el encargado de resucitar la cabecera de Hulka, transformada en una alocada comedia llena de acción que se transformó de inmediato en un clásico Marvel (señores de Panini, venga, en serio…¿reedición para cuando?). Dan Slott, el tipo que ha devuelto la dignidad a Spiderman tras muchos palos de ciego, también pasó por la vida de nuestra chica verde, en la celebrada etapa comenzada en 2004.
Ahora, casi diez años después, Hulka vuelve a tener voz en la excelente visión acerca del personaje perpetrada por Charles Soule, acompañado por Javier Pulido en el apartado artístico. Soule, que viene del mundo de la abogacía, enmarca a Jennifer en un mundo propio que la viene al dedillo, donde los avatares de la vida de picapleitos se entremezcla con las aventuras de su faceta heroica. Con la vista puesta en Byrne y Slott, el reconocido guionista plantea una serie ligera, dinámica, y adictiva, gracias a un buen montón de buenas ideas y puntos fuertes que hacen de estos 12 números algo único.
Soule es un escritor elegante, capaz de grandes cosas con el desarrollo de personajes, y es ahí donde reside la fuerza de este retorno de Hulka. Se encarga de que el carisma natural de Jannifer Walters entre en conflicto con su propia humanidad, y nos descubre a un personaje obligado a empezar de nuevo, con todos los agobios y medios que eso conlleva. La búsqueda de ese pequeño lugar en el mundo nos hace empatizar de manera muy cercana con Hulka, y vemos que hay mucho más tras su imponente fachada. Para que el personaje sea redondo del todo, Soule se apoya de manera muy inteligente en los inevitables secundarios, una colección de segundones ilustres que completan el imprevisible camino de Jennifer en la búsqueda de sí misma. Tenemos a Patsy Walker, alias Gata Infernal, reciclada como investigadora privada, o la aparición de la enigmática nueva secretaria de Hulka, un punto de personaje llamado Angie Wang, acompañada de su sorprendente mono Hei Hei. Todo parece una locura descontrolada, desde el edificio elegido como sede del despacho impulsado por Jennifer, a la naturaleza de los casos en los que se envuelve, pero Soule maneja todos los elementos de su apuesta con energía, pasión y sensibilidad, para que todo el desbarre no se salga de control.
Al revés, Hulka se convertirá, seguro, en una de vuestras lecturas favoritas, por ese equilibrio entre comedia ligera y personajes entrañables. Por las páginas de la colección se pasean el Doctor Muerte (que no tiene mucho cariño al sistema legal, precisamente), el Hombre Hormiga, y el inevitable compañero de profesión, Matt Murdock, enfrentado a nuestra abogada verde a cuenta de un caso que implica el buen nombre del Capitán América. Por supuesto, los villanos clásicos de la colección tienen su sitio en estas viñetas, y no nos libramos de un enfrentamiento entre Hulka y su eterna rival, Titania, en un final de serie por todo lo alto.
El nivel artístico es de muchos quilates. Sé que en este caso, la aportación de Pulido ha sido carne de polémica. No es un dibujo al uso; desde luego, está a años luz de lo que se espera en una colección de superhéroes, pero la apuesta de Marvel por la diferencia tiene mucho que ver también en la selección de artistas para según que colecciones. A mí me encanta Pulido, e imprime carácter en cada una de sus soluciones visuales. Da identidad a una colección que pide a gritos un trabajo diferente, por muy extraño o rompedor que resulte al lector medio. Pulido se muestra como un artista muy cómodo en su papel, y pilla el pulso narrativo de Soule de manera perfecta. El colorido pop y el particular diseño de personajes sientan como un guante al tono desenfadado de la serie, redondea el efecto cómico de Soule, hace que las historias sean fluidas, únicas, representantes de una Marvel que, si quiere, puede no tomarse demasiado en serio con fantásticos resultados.
Hulka es de esos respiros que tan bien sientan al género, capaz de llevar a nuevos límites a personajes con tanta historia detrás. No hacen falta odiseas cósmicas ni amenazas definitivas. A veces, lo pequeño funciona con más entidad que todas esas exageraciones y vueltas de tuerca. Soule convierte su Hulka en una especia de Allie McBeal, pero sin que la protagonista sea una petarda y con mucha acción de la que nos gusta a los aficionados de Marvel. Porque, es verdad, Hulka juega a ser diferente, pero en ningún momento olvida lo que es.
Es una lástima que la aventura se quede sólo en 12 números, pero, en cierto modo, esta brevedad hace que todo el espectáculo montado por Solule y Pulido gane enteros. Por eso no me queda más remedio que pediros que corráis a vuestra librería favorita para haceros con estos dos tomos imprescindibles.
Hulka se ha publicado en España de la mano de Panini, en dos tomos llamados Ley y Desorden y Desorden en la sala. Ambos se han presentado en la colección 100% y son libros con solapas a todo color alrededor de las 150 páginas. El precio de venta al público es de 13,50 euros cada uno.
Charles Soule se está convirtiendo en uno de los guionistas más solicitados del mercado americano. Ha triunfado en las dos grandes y sus obras se miden por éxitos, con series tan importantes en su haber como La cosa del Pantano o La muerte de Lobezno.
Javier Pulido pertenece a lo que se ha dado en llamar segunda oleada de autores españoles en el mercado americano. Con influencias admitidas como Steve Rude y David Mazzucchelli, ha puesto sus lápices al servicio de las editoriales más importantes del cómic USA. Este autor canario tiene en su haber obras tan importantes como Robin: Año 1 o su participación en Spiderman.
[review]
[note]¡Nueva serie! La heroína jade del Universo Marvel regresa, en una deliciosa comedia de situación construida con el talento de Charles Soule (Inhumano) y Javier Pulido (Ojo de Halcón). Valiosa vengadora, miembro de la Fundación Futuro, salvadora del mundo en más de una ocasión… Jennifer Walters es también una de las mejores abogadas de Nueva York, con un montón de éxitos a sus espaldas. Más de dos metros de encantadora mujer, divertida a la vez que capaz de noquear a Galactus de un puñetazo (¡Quizás!), Ahora, está teniendo problemas para conjugar sus casos judiciales con sus aventuras. Con un nuevo trabajo y un montón de enemigos haciendo cola para enfrentarse a ella, puede que quizás haya mordido más de lo que puede masticar.[/note]