Muchos de vosotros conoceréis seguramente la película de Don Coscarelli ‘John muere al final‘ (‘John dies at the end’) que se estrenó en 2012 en EEUU y que algunos afortunados pudieron ver ese mismo año en el festival de Sitges. Yo sigo sin haber tenido oportunidad de verla pero, gracias a la editorial Valdemar, he podido disfrutar del libro en el que se basa la película, escrito por David Wong. Forma parte de la reciente colección Valdemar Insomnia, que apuesta por el terror moderno con obras como ‘El rito‘, de Laird Barron; ‘Extraños Eones‘, de Emilio Bueso o ‘La joven ahogada‘, de Caitlín R. Kiernan.
‘John muere al final’ es una historia disparatada y brutal sobre dos amigos (David y John) que entran en contacto con una droga sobrenatural a la que llaman “salsa de soja” que les da poderes paranormales y les abre los ojos ante el mundo sobrenatural que hasta entonces había estado a su alrededor. A partir de ese momento los dos amigos se ven envueltos en invasiones de otras dimensiones, perros que explotan, monstruos con peluca y todo tipo de absurdos sucesos relacionados con el más allá.
Con un tono que nunca deja de ser gracioso, a medida que nos adentramos en la trama vemos como también hay una parte seria, en lo que se cuenta. Tengo que reconocer que nunca he sido muy amigo de las obras que combinan terror con humor. Suelen ser parodias de otras obras de terror, que abusan de los tópicos, que tienen personajes estereotipados y planos, y una trama que solo sirve para encadenar situaciones estúpidas. Al principio me temía que me encontraría algo así, con la cantidad de chistes y comentarios graciosos que llenan las páginas de ‘John muere al final’, pero me equivocaba. Esta novela escapa bastante a la imposición de etiquetas.
Los dos personajes principales, John y David (el narrador), se desarrollan bastante bien, tienen sus contradicciones y sus misterios, cambian de parecer de acorde a la lógica y se dan cuenta de lo agobiante que es estar metidos en todo el asunto sobrenatural. Se llegan a preguntar a menudo sobre su salud mental y no ocultan lo deprimente y triste de sobrevivir a todo tipo de situaciones peligrosas que no acaban bien para todo el mundo. En ese sentido, los personajes no son paródicos ni sirven como ‘comic relief’, lo cual resulta interesante en una obra que no deja de ser humorística.
La historia, que está contada en primera persona desde el punto de vista de David, entrevistándose con un periodista interesado en su caso paranormal, se desarrolla a buen ritmo. No es el relato de una noche o de un estúpido viaje de carretera. los misterios se desvelan pausadamente y los giros de trama son abundantes e inesperados. Las descripciones de personajes y escenas dejan bastante que desear, precisamente porque se prima la inclusión de bromas y comentarios al detallismo. Lo mismo ocurre con las delirantes escenas de acción, que resultan algo difíciles de seguir por lo inverosímil y rebuscado de las situaciones en las que acaban metidos los personajes.
Resulta fascinante la cantidad y variedad de criaturas variopintas que John y David se encontrarán en su camino. En ese sentido, los monstruos a los que se enfrentarán no tienen nada que ver con ninguno de los clásicos del cine de terror, y creo que eso es algo difícil de hacer, cuando parece que ya está todo hecho. No creo haber visto antes monstruos con montones de ojos, pico de loro, manitas de bebé y una peluca rubia. Hasta lo absurdos que resultan estos monstruos (o la manera obscena de hablar que tiene Korrok, una suerte de antagonista), contribuye a la gran baza de ‘John muere al final’: el humor. El libro está plagado de situaciones absurdas, chistes de penes, referencias a la cultura americana y montones de comentarios graciosos hasta en los momentos más tensos. Pese al tono general, la trama está al nivel de obras mucho más serias y se merece por méritos propios su lugar en la colección Insomnia de Valdemar.
De nuevo, la edición de Valdemar es un auténtico lujo. Tapa dura con sobrecubierta, papel grueso y de calidad, buenos márgenes y multitud de detalles en el interior por 29,50€, que por 576 páginas no está tan mal, o al menos está dentro de lo acostumbrado en Valdemar. La ilustración de portada, de Noni Boynton, me parece muy buena en comparación a muchas de las portadas americanas. En lo que respecta a la traducción de Marta Lila, tengo que decir que es excelente a nivel ortotipográfico pero que se engancha demasiado al original inglés, y eso da lugar a frases poco naturales, sobre todo en las conversaciones, que son muy coloquiales en inglés pero resultan farragosas en castellano.
En definitiva, una edición de lujo para una obra de terror y humor inclasificable pero de sobrada calidad. ‘John muere al final’ no renuncia a una trama interesante y a unos personajes profundos, no se rebaja a ser la típica parodia de serie B solo para hacer reír. ‘John muere al final’ es una obra muy sólida y bien trabada que además os hará partir de risa.