Hay cómics que se salen de la media, se las apañan para transportarnos a mundos y sensaciones desconocidas, y dejan atrás los lugares comunes . Obras realizadas desde la más prodigiosa libertad, con un ojo puesto en la concepción clásica de aventura y otro en la complicada intención de romper nuestros esquemas preconcebidos acerca de cómo ha de funcionar una narración gráfica.
Es una suerte para nosotros cuando esta clase de imaginativos arranques de valentía se cuelan en nuestras librerías. Nos libran de las, en ocasiones, repetitivas vueltas de tuerca que sustentan nuestra afición favorita. Y, sí, Brass Sun es una de esas obras.
El cómic en el que hoy nos sumergimos es especial por muchas razones, pero la principal es que presenta un universo coherente, desbordante e increíblemente bello, en el que se desarrolla una mitología con reglas propias que nos dejará absortos por completo entre las páginas de este volumen. Brass Sun se cimienta sobre una idea tan loca como chispa de su trama que funciona de manera brillante, y regala al lector la experiencia en viñetas más extraña y emocionante en mucho tiempo.
Brass Sun es la historia de todo un sistema solar, de mundos imposibles plagados de criaturas que suponen un desafío a la imaginación. Visto así, no cambia mucho la cosa respecto a otras sagas de fantasía cósmica, ¿verdad? Lo cierto es que el sistema en el que se desarrolla esta aventura es especial, distinto a otros que ya se han paseado por libros y pantallas. El cosmos de Brass Sun es un artificio mecánico que se sostiene gracias a un complejo sistema de engranajes, como si fuese un gigantesco reloj. El enorme sol central sirve de sustento a todos los planetas que componen este curioso mecanismo, y todos los planetas se sostienen a este astro artificial como si se tratase de uno de esos dioramas planetarios que vemos en las exposiciones de ciencias. Todo un despliegue de imaginación que obliga a los autores de este invento a poner sobre la mesa todo su talento, puesto que una premisa así puede ser muy interesante, pero necesita algo más que la sorpresa inicial para el correcto funcionamiento de la historia.
Ian Edginton y I.N.J. Culbard se las apañan para que su mundo sea un todo sorprendente y funcional, que a pesar de su extraño punto de partida se convierte, episodio tras episodio, en un fascinante crisol que, al fin y al cabo, no deja de ser un espejo de las miserias de nuestro propio mundo. Esa es la función final de la ciencia ficción, la capacidad de hablar sobre la realidad a golpe de irrealidad, una fabulosa ironía que nos ha dejado horas de diversión y reflexión.
El cómic de Esginton y Culbard bucea en las nieblas de los clásicos viajes místicos de antaño, la eterna búsqueda de objetos mágicos o sagrados que ha sustentando cuentos y leyendas desde que el ser humano es capaz de juntar una palabra con otra. En este caso, la odisea tiene como finalidad encontrar la llave que sirva de reinicio al sol de este imposible sistema solar, ya que se encuentra en los últimos estertores de su energía, y los mundos empiezan a notar que el engranaje cada vez avanza de manera más lenta.
Cómo no, tenemos un héroe (heroína en este caso) que lo es a su pesar, y recibe el incómodo encargo de salvar el universo en contra de la tradición y el fanatismo religioso, que se niega a ver la evidencia que pondría en duda su poder. En su camino hacia lo desconocido, Wren tendrá el apoyo de inesperados compañeros de viaje, que componen un fabuloso elenco de secundarios que enriquecen la narración y permiten a la protagonista crecer. Si bien son un tanto cliché, encajan tan bien en la genial construcción que es el cosmos de Brass Sun, y se convierten en entrañables, precisamente, porque resultan reconocibles por el lector.
Brass Sun es la recuperación de la aventura, pero llega a nuevos niveles como variación sobre el mismo tema gracias al estupendo trabajo de construcción del entorno por el que se mueven los personajes. El aspecto de los diferentes mundos es apabullante, pero, además, la idiosincrasia propia de este universo es de auténtico estudio. El fabuloso trabajo para crear la mitología interna de Brass Sun roza las intenciones de nombres tan potentes como Tolkien, el reino de Fantasía ideado por Michael Ende o la profundidad de Dune con una pizca de la mágica locura de Hayao Miyazaki, por poner algunos ejemplos. Las explicaciones acerca de la realidad de La Rueda de los Mundos aparecen de manera cuidada, orgánica y muy bien planteada, sin desesperar al lector con largas parrafadas o parones insoportables en la historia. El guión es de una sencillez deliciosa, lleno de acción y momentos trepidantes. El universo que presenta ya es lo suficientemente complejo como para que hable por sí solo y sorprenda al lector.
Para eso tenemos un aspecto gráfico que es fabuloso. Pasa lo mismo que con el lado literario, que parece sencillo en extremo, pero esconde un trabajo fastuoso que da una identidad bestial al mundo que representa en papel. Cada planeta que visita en su periplo Wren es tan extraño como fascinante, y el maravilloso arcaísmo de la tecnología de la Rueda de los Mundos dejará satisfecho al más exigente fan de la ficción steampunk, de la que bebe en todo momento. Aunque, para ser honesto, da un paso más en esta clase de ciencia ficción, y la verdad detrás del extravagante mecanismo de este ingenio espacial nos dejará con ganas de saber más. El uso del color es otro acierto fundamental, que hace que algunas de las viñetas de este cómic sean de las más bonitas que he visto en años.
Toda una experiencia, sacada de las páginas de la mítica revista 2000 AD, auténtico baluarte del cómic británico. De sus páginas han salido la casi totalidad de las estrellas de las islas que han triunfado en el mercado USA, como Alan moore, Alan Davis o Garth Ennis entre otros muchos.
Así que prepárense ustedes para una emocionante odisea por planetas sorprendentes lleno de aventuras que os dejarán sin aliento. Acompaña a Wren en esta aventura a vida o muerte en pos de las partes de la llave perdida, al mismo tiempo que aprende la verdad tras las leyendas. Por supuesto, el camino está plagado de enemigos, desde una inteligencia artificial asesina que parece la versión suiza de Skynet, o familias aristocráticas con más intrigas internas que una reunión familiar de los Baratheon. Me atrevo a decir que pocos cómics vais a encontrar como este Brass Sun. Peores, mejores quizá… pero no igual.
Disfrutad del viaje.
Brass Sun: La Rueda de los Mundos está editado por ECC en un vistoso tomo en cartoné. 208 páginas a todo color recogidas en una edición bastante potente que se traduce en 20,50 euros.
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[note]Ian Edginton e I.N.J. Culbard mezclan ciencia ficción, aventura y steampunk para dar forma a la historia de Wren, joven que tendrá que viajar a través de mundos fantásticos para restaurar el moribundo sol artificial que da vida al sistema solar mecánico al que pertenece su tierra.
Serializada originalmente en la mítica cabecera 2000 AD, cuna de grandes historietistas británicos, Brass Sun ha sido comparada con obras de referentes de la ciencia ficción, la fantasía y la aventura como Hayao Miyazaki, Philip Pullman, Ursula K. Le Guin o Michael Ende. ¡No dejéis pasar la oportunidad de visitar este fascinante universo![/note]