Después de ser Gandalf y Magneto, Sir Ian McKellen se enfrenta al reto de encarnar al mayor detective de todos los tiempos, con permiso de Batman. En ‘Mr. Holmes‘, encontramos a un Sherlock en plena decadencia física y mental pero que todavía presenta a ratos la brillantez intelectual que esperamos de él, toda una dicotomía que solo un gran actor como McKellen es capaz de hacer creíble.
El director Bill Condon, responsable de ‘Dioses y monstruos’ (protagonizada también por McKellen), ‘Dreamgirls’ o las dos partes de ‘La saga Crepúsculo: Amanecer’, adapta la novela ‘Un sencillo truco de la mente’ escrita por Mitch Cullin y publicada en España por Roca Editorial con el mismo título de la película que hoy nos atañe. La acción se divide en tres líneas temporales: la actual (situada en 1947), con un Holmes de 93 años que, dándose cuenta de que pierde facultades y memoria, se empeña en plasmar en papel su último caso mientras disfruta de su retiro en una villa de Sussex, junto a su ama de llaves (Laura Linney) y el hijo de ésta (Milo Parker); el caso sin resolver treinta años atrás en el que vemos a un Holmes en plena forma, aunque sin la compañía de su amigo el doctor John Watson; y la situada pocos meses antes de la primera, en la que Holmes se ha desplazado a Japón invitado por un tal Tamiki Umezaki (Hiroyuki Sanada) en busca de una planta exótica (el pimentero japonés) cuyas propiedades pueden ayudarle a recuperar la memoria.
Más que en resolver misterios, ‘Mr. Holmes‘ se centra en el personaje, desmitificándolo por completo y haciéndolo más humano. La película está llena de guiños y referencias tanto para los conocedores de las novelas originales de Sherlock escritas por Sir Arthur Conan Doyle como para los aficionados al personaje en todas sus representaciones. Este Holmes reconoce que nunca llevó la famosa gorra de cazador con la que se le representa habitualmente, aparece un ejemplar de ‘Estudio en escarlata‘ e incluso, en una película basada en sus aventuras que el propio Holmes va a ver al cine, encontramos al actor Nicholas Rowe retomando en cierto modo el personaje que ya interpretó siendo un adolescente en ‘El secreto de la pirámide‘, todo ello mezclado con hechos históricos reales que consiguen hacer más verosímil la trama.
El reparto logra unas interpretaciones notables de sus respectivos roles, pero Sir Ian McKellen destaca por encima de todos ellos. Durante los flashbacks en los que se nos cuenta el último caso de Sherlock, McKellen rebosa la agudeza y ligera soberbia de quien se sabe superior intelectualmente al resto, pero cuando la acción regresa a 1947 encontramos a un Holmes desvalido, frágil, falible y más humano que divino. Laura Linney es el ama de llaves de la finca de Sussex, una madre trabajadora que se las apaña para cuidar sola de hijo. Roger, el hijo, está interpretado por el joven Milo Parker, quien idolatra a Holmes al ver en él la figura paterna que no tiene en casa. La química entre McKellen y Parker es uno de los puntos fuertes del filme y la historia no funcionaría sin ella.
A pesar de que Sherlock es un personaje que hemos visto y leído infinidad de veces, tanto en sus formas más canónicas como en versiones más actualizadas, ‘Mr. Holmes‘ se las arregla para presentarnos un interesante nuevo punto de vista sobre él. No es una película redonda, ni mucho menos, pero gracias a la interpretación de Sir Ian McKellen sobresale por encima de otras versiones.
