Fantasma, de Laura Lee Bahr, es un brillante y curioso falso «Elige tu propia aventura», una novela que te atrapa, que te sorprenderá por su originalidad y por el reto que supone al lector su lectura. Por algo ganó el premio Wonderland a la mejor novela de bizarro en 2011 y que nos llega de la valiente editorial Orciny Press.
La obra empieza con una introducción de obligatoria lectura (antes de la novela, por supuesto), en la que Tamara Romero nos introduce a la obra y nos alerta de forma muy perspicaz de su contenido: “Protagonizada por un trío de personajes que se mueven con cautela por las calles de Los Ángeles, al tiempo que se internan en una sala de espejos iluminada con bombillas rojas.”
Esta obra fue concebida en su origen, como decíamos, como un “elige tu propia aventura”, con diferentes finales y variadas formas de llegar a ellos. La autora decidió recuperar el manuscrito que había enterrado en un cajón y darle un nuevo enfoque, eliminar toda opción del lector de pasar a una u otra página, pero dejar las preguntas sobre qué camino tomar.
Siguiendo con esta libertad que se nos da a los lectores, por supuesto también podemos optar por no leer la introducción, llegando completamente “virgen” a la obra. De cualquier manera, seguro que no podréis deteneros en una lectura apasionante a la vez que perturbadora.
En Fantasma encontraremos tres personajes principales, a través de los cuales la autora teje la historia. Simon, periodista de éxito y algo obsesionado con un caso de asesinato muy extraño. Sarah, una joven que se supone muerta, y cuyo espíritu atormentado se aparece a diferentes personas en diferentes ocasiones, en concreto a Simon y al tercero: Richard. Richard es una transposición del lector, a la vez que el tercer protagonista de la historia.
Estos tres personajes deambulan alrededor de un suceso que se nos va contando poco a poco, como piezas de puzzle que debemos ir completando y colocando. Estas “pistas”, nos la da Laura Lee Bahr en capítulos muy cortos, sin orden cronológico su obra. Lo que da a la obra un tono muy ágil y rápido y, a la vez, exige cierto grado de esfuerzo del lector que, por supuesto, verá recompensado su esfuerzo. Ese trasfondo de “libro-juego” da un trasfondo a la trama que no notaremos conscientemente, pero que hará que esta lectura, que puede parecer confusa al principio, se vaya ordenando poco a poco en nuestro cerebro mientras descubrimos que estos flashbacks son necesarios para comprender la trama, viajando del presente al pasado varias veces y volver a ver ciertos acontecimientos que ya conocíamos sólo para redescubrirlos de forma totalmente diferente a la luz de los nuevos descubrimientos recien adquiridos
Esa es una de las mayores virtudes del libro: se convierte en una experiencia total para el lector, que se siente protagonista de la obra, bueno… co-protagonista, como un espectador que se encuentra por primera vez ante un cuadro abstracto. Lo bueno de que, al final, no tengamos un libro de “elige tu aventura” es que en vez de ver solamente la aventura que hubiéramos elegido, se nos presenta un caleidoscopio con todas las opciones posibles, como si fueran mundos alternativos al más puro estilo hilos de araña, atrapado por la tela de araña tejida por el ¿destino?