Vengadores Secretos termina. No hay cartas de airados fans pidiendo cabezas por el cierre, ni hordas de masa enfurecida con antorchas delante de las oficinas de Marvel. El mundo editorial sigue girando, y puede que, en el fondo, nadie eche de menos una colección de Vengadores, con todas las que hay saturando el mercado. De hecho, Vengadores Secretos era la crónica de una muerte anunciada desde hace meses, cuando desde La Casa de las Ideas se anunció la aparición de un nuevo título, Agents of S.H.I.E.L.D, que a todas luces comía el terreno a esta facción vengadora. Es más, el nivel de ventas era muy justo, insuficiente para justificar la coexistencia de ambos títulos, con el añadido de que la nueva colección venía apadrinada con el éxito (tardío y después de muchas vueltas, pero éxito finalmente) en televisión de la serie del mismo nombre.
Pero antes de este punto y final, Vengadores Secretos se convirtió por méritos propios en una colección referente, gracias a la magistral última etapa que ha puesto el broche de oro a las aventuras de estos eternos secundarios de lujo. Apenas 15 números que han servido, entre otras cosas, para dejar claro el equilibrio editorial que alimenta el éxito actual de Marvel, entre la clásica megalomanía del superhéroes clásico y otras cosas más pequeñas que son un respiro para aquellos que buscamos cosas diferentes. Está muy bien leer la fabulosa etapa de Hickman en Vengadores, claro, pero al lado tenemos divertidas alternativas como Silver Surfer o Hulka en sus brillantes nuevas cabeceras (y que hemos analizado en La Casa de El, aquí y aquí). Es en este espíritu alternativo donde hay que enmarcar este volumen 3 de Vengadores Secretos, que ha dado un vuelco total a la colección, pero anclado con mucha inteligencia en las propuestas de sus ilustres predecesores.
Vengadores Secretos comenzó en las manos de Ed Brubaker, en la que es una de sus obras menos inspiradas. Repetitivo, sin fuerza, y con un equipo del que era incapaz de sacar lustre, Brubaker se paseó como pez fuera del agua, sin un tono adecuado que diese forma a su idea original. La llegada de Marvel Now salvó los muebles, con cambio de equipo y orientación. El Universo Cinematográfico Marvel ganaba enteros dentro de los cómics de la casa, y S.H.I.E.L.D incrementaba su presencia, tan importante en las películas de la productora. El éxito de la película dedicada a los Vengadores propició la aparición de la serie dedicada a la agencia de espionaje más popular del mundo viñeta (con permiso de la T.I.A), y el conjunto debía completarse con una serie dedicada, precisamente, a las entrañas de la organización. El segundo volumen de la colección contaba con Nick Spencer como maestro de ceremonias, acompañado por Luke Ross al dibujo, encargado, sobre todo, de trasladar el mundo visual de las películas a el cómic. El nuevo Nick Furia (hijo del original) y el agente Coulson (que aterrizaba en los tebeos con fuerza) eran, por supuesto, viva imagen de los actores que los interpretaban en la gran pantalla, e incluso personajes de toda la vida como Ojo de Halcón y la Viuda Negra se vieron sometidos a unos cuantos cambios estéticos que les acercaban a sus contrapartidas cinematográficas.
A pesar de este origen como producto teledirigido y de intenciones tan claras, Spencer se las apañó para la redirección total de la serie. Contó la historia que quería con mucha autoridad, gracias al tono de película de espías que imprimió a la serie. Los juegos de poder dentro de S.H.I.E.L.D eran tan destructivos como las acciones de los villanos de turno, y veíamos a Maria Hill ganando galones dentro de la organización con métodos de manipulación y engaño que harían de Nick Furia un ejemplo de transparencia y buen rollo. Vengadores Secretos era un título bastante independiente que enseguida se desmarcó del pollo cósmico que Hickman estaba montando en las hermanas mayores de la franquicia, y aunque rozó Infinito, apenas tuvo repercusiones en su composición interna. El gran fallo de esta etapa, la larguísima trama principal dedicada al enfrentamiento contra la renovada IMA. Aunque llevada con pulso y plagada de estupendos momentos y giros inesperados, lo cierto es que Spencer apostó muy fuerte y el resultado final no es tan potente como se esperaba. Aún así, este periodo dotó a este grupo de una composición coherente y muy efectiva, aparte de dar el pulso necesario para que esta banda de espías fuese interesante para los lectores.
En los últimos números de Spencer como guionista oficial de la serie, un nombre casi desconocido acompañaba a este autor como compañero de fatigas literarias. Era evidente que se cocía un cambio de guardia, y el hombre al mando quería dejar todo cerrado y sin problemas de continuidad. El heredero de estos Vengadores Secretos, Ales Kot, un tipo que, a lo mejor, así a primeras, os dice más bien poco, pero algo me dice que vais a escuchar este nombre muy a menudo en los próximos años.
Ales Kot es uno de los guionistas revelación de los últimos años. Se ha labrado un nombre gracias a obras como Niños Salvajes, publicada por Image. De clara inspiración en Grant Morrison, esta alucinógena historia sobre (en principio) la violencia en las aulas, llamó la atención de las grandes editoriales del medio, y Kot acabó ofreciendo sus servicios tanto en Marvel como en DC, al mismo tiempo que perpetraba su propia obra al margen de las inferencias creativas de las majors. Era normal que, en principio, se encargase de una serie menor, pero no estoy seguro de si en la propia Marvel tenían idea de la bestial transformación que Kot preparaba para Vengadores Secretos.
Con la habilidad de que pareciese una continuación perfecta de la etapa de Spencer, poco a poco, Kot nos introdujo en su mundo propio, tan fascinante como alucinógeno, y, sobre todo, extremadamente divertido. Kot supo aprovechar las características de muerto en vida de la serie que heredaba para hacer, literalmente, lo que le dio la gana. En la serie de Kot se respira libertad creativa en cada viñeta, y sin salirse ni un ápice de lo que se espera de un cómic de superhéroes. Decisiones muy inteligentes basadas en el potencial de sus personajes, hicieron de estos 15 números una experiencia única. Kot se descubría como un narrador de primera clase, que domina todos los elementos del relato. Sobre todo, el concepto temporal fue la gran baza del escritor para ofrecernos un juego adictivo con el antes y el después, y adornaba una aventura aparentemente sencilla con toneladas de juegos mentales y humor referencial de primera clase. A nadie más que Kot e le podría ocurrir la existencia de una bomba inteligente (de manera literal) llamada Vladimir para la vuelta de tuerca sobre el sobado argumento de la conciencia de la máquina, o un poeta terrorista llamado Artaud Derrida, todo un guiño a los lectores más eruditos.
Kot supo mezclar el ingenio, el conocimiento, la ciencia, la mística o el relato clásico del héroe en este fenomenal brebaje literario, en el que la búsqueda chamánica de Coulson se da la mano con los viajes dimensionales o los coqueteos con los mitos cósmicos de Lovecraft. Todo vale, pero es que además todo funciona. El viaje está lleno de pasos inesperados, donde Kot exprime a sus personajes hasta límites sorprendentes. MODOK, Spiderwoman o Maria Hill parecen personajes sacados de la chistera de Kot gracias al punto de vista que maneja este talentoso escritor. A base de historias pequeñas y cerradas, fabrica una gran trama, coronada por un cierre absolutamente maravilloso. He visto pocos números tan redondos, diferentes y hermosos en su totalidad como el último número de esta colección. Alejado de toda espectacularidad, Kot despide la serie con todos los elementos que definen la personalidad de Vengadores Secretos elevados a la enésima potencia. Algo pequeño, impactante. Muy grande.
A los lápices, Kot encuentra un compinche ideal en Michael Walsh, dibujante de estilo muy influenciado por las tendencias del mercado indie. Es de esa escuela que nos ha dado, por ejemplo, al laureado David Aja. Esquemático pero muy expresivo, minimalista pero de momentos espectaculares, trabajando desde el mínimo para ofrecer todo el potencial de la narración. Dibujante de contrastes, es de los trabajos más agradecidos de este Marvel de aires alternativos, Tras su aparente sencillez, hay una cantidad ingente de recursos que hacen de Walsh toda una sorpresa. Mención especial a las portadas de Tradd Moore, que son antológicas.
Una pena que esta colección cierre. Por otro lado, lo hace por todo lo grande, así que nos evitamos la decadencia inevitable. Vengadores Secretos consiguió pasar de colección anecdótica a cabeza visible de mi montaña de cómics mensuales. Me divertía y sorprendía como pocas colecciones, y echaré mucho de menos esa sensación.
De todas formas, me tranquiliza la idea de que Ales Kot ha venido para quedarse. Algo me dice que, dentro de unos años, hablaremos de este tipo con la misma importancia y autoridad que usamos hoy en día para hablar de pesos pesados como Grant Morrison o Warren Ellis. Tiempo al tiempo.
Panini ha publicado la colección de manera mensual a lo largo de 54 números. El tercer volumen de la edición USA ha mantenido la numeración española, y se ha desarrollado entre los números 41 y 54.
[note] La aclamada etapa de Ales Kot y Michael Walsh llega a su fin, y con ella también la serie dedicada a narrar las aventuras del grupo encubierto de Vengadores. Unos socios improbables se encuentran muy lejos del Helitransporte. Esto se acaba. Saca tu pañuelo.[/note]