La cultura popular tiene uno de sus lugares comunes en esos viajes iniciáticos en los que un joven protagonista entra en contacto definitivo con el mundo adulto. Lo que sucede en estos relatos marca para siempre la personalidad del personaje, y descubre el hombre o mujer que algún día será, cuando se despoje del todo de los últimos conatos de infancia. Generaciones enteras se ven reflejadas en esta clase de obras, encargadas de dar voz a aquellos que reclaman su lugar en un mundo complejo llenos de esperanzas y sueños.
Ocurre que, de cuando en cuando, alguno de estos relatos de juventud tiene un punto sórdido, menos esperanzador que lo esperado de historias dispuestas a dar luz a una generación. Nos demuestran el lado oscuro de una época, todas aquellas sombras detrás de la concepción popular de según que momentos de la historia, demasiado brillantes en el imaginario popular.
Rick Remender nos dibuja en Clase Letal una entrada a su memoria, a los recuerdos de un adolescente en un mundo gris atrapado en una época en la que el mundo parecía girar demasiado deprisa. Por supuesto, su bagaje personal se mezcla con el bestial mundo del genial escritor, una distorsión pasada de rosca de todos los clichés que sustentan cualquier historia de instituto que se precie. Porque en esta historia, por supuesto, hay chicos populares, marginados, bandas y todo el retrato completo del submundo que hemos visto mil veces en series y películas venidas del otro lado del charco. Lo que ocurre es que en esta ocasión, el instituto de turno es algo más siniestro y mortal. Kings Dominion no es el lugar donde aprender mates y pasar desapercibido. En sus clases, los alumnos aprenden a ser armas perfectas, la élite de asesinos que un día dirigirá el crimen mundial. Desde la mafia rusa a los carteles de la droga sudamericanos, pasando por los futuros ejecutores de la Yakuza, todos los estamentos de un mundo oculto y cruel están representados en las aulas de Kings Dominion, lugar donde Marcus López, protagonista de esta historia, acaba de manera un tanto accidental.
Remender centra su relato en este joven sumido en la desesperación y la rabia. No hablamos de un caso de rebeldía adolescente sin más consistencia que la edad del personaje. Marcus ha sufrido en carne propia las bofetadas más dolorosas de una sociedad en demolición, incapaz de ver su propia basura bajo la alfombra. Mientras la gente ha decidido mirar hacia otro lado, jóvenes como Marcus se ven obligados a sobrevivir en la calle, sometidos a una época sin piedad, en la que el mantra de toda una generación era el éxito a cualquier precio. En el momento que empieza esta historia, Marcus maneja seriamente la posibilidad del suicidio, pero algo de su pasado ha llamado la atención de gente muy peligrosa. A pesar de que no entiende mucho lo que ocurre a su alrededor, Marcus acaba en manos de la institución letal por antonomasia del planeta, en la que te juegas algo más que un suspenso si fallas el examen de turno.
Remender reescribe sus recuerdos a base de mucha épica y toneladas de mala uva, gracias al despiadado relato de una época que, quizá, ha quedado en exceso mitificada por la nostalgia de los que crecimos durante aquellos años 80. En nuestra memoria prevalecen los programas de televisión que marcaron época, los momentos álgidos del cine de aventuras juveniles, propiciados por el excelente estado de forma de productoras como Amblin, las consolas de 8 bits, o una MTV llena de videoclips de bandas de rock y laca tipo Poison. Pero detrás de toda aquella brillantina y luces de neón, existía el lado oscuro de un cambio de paradigma social y económico del que todavía se pagan las consecuencias. Y es que muchos barros de entonces son los lodos de hoy. La llegada al gobierno de ideas ultraconservadoras, representadas por Margaret Thatcher en el Reino Unido y Ronald Reagan en USA, hizo que las estructuras sociales y políticas de todo el mundo se tambalearan y diesen un vuelco hacia posiciones muy duras en el ámbito económico, que tendían a la reducción de los servicios públicos al mínimo. No es cuestión de entrar en debate sobre el resultado de la aplicación de estas ideologías económicas, pero, desde luego, Remender ha escogido bando.
El guionista se despacha sin concesiones gracias a la crítica nada amable de las consecuencias que las decisiones políticas tuvieron en una sociedad que tendía a pasos agigantados a la desigualdad y desintegración social. Marcus es producto de este polvorín urbano, y se dirige sin esperanza ninguna hacia el violento final que cree que le corresponde.
Por supuesto, este relato es algo más que una venganza personal de Remender con la historia reciente de los Estados Unidos. En realidad, se marca una especie de versión sombría de Harry potter, donde las varitas mágicas se sustituyen por cosas cortantes o que explotan. De hecho, a Marcus le precede la leyenda, y ya es una celebridad en el centro antes incluso de que sepa de su existencia. El pasado turbio del muchacho marca su destino, aunque si queréis saber de que se trata, no os queda más remedio que haceros con un ejemplar de este cómic.
Marcus comienza un viaje hacia lo desconocido, pero en el que por lo menos vislumbra algo parecido a un futuro. Agónico, mortal y lleno de sorpresas desagradables, pero alternativa a el penoso deambular a ninguna parte que era su vida hasta ese momento. Claro está, como en todo relato de iniciación, hay desencuentros, escarceo con las drogas, descubrimiento y algo parecido a los primeros amores, versión esquizofrénica de cualquier romanticismo de opereta. Aquí no hay sitio para fantasías crepusculianas, porque las balas silban.
Remender está en plena forma. Nos ha dado grandes alegrías en el cómic mainstream (todos recordamos su inmejorable etapa al frente de X-Force), pero su salto al cómic independiente ha sido una enorme sorpresa. Está sorprendiendo a propios y extraños con la fenomenal Ciencia Oscura, una especie de revisión de los 4F clásicos para paladares modernos, y ahora se desata con este magnífico cómic sobre lo difícil que es hacerse mayor, y más cuando la violencia es el único camino que se presenta ante ti. Polémico, inteligente, deslenguado y muy consciente de la historia que quiere contar, Remender se desmarca como uno de los mejores guionistas de su generación. Los grandes personajes que crea encajan como un guante en historias que son refrescantes entre tanta repetición. Clase Letal es una lección de ritmo y planificación, que nos da una gran lectura desde la primera página.
A los lápices, Remender tiene una intuición brillante a la hora de seleccionar a sus compinches en el tablero de dibujo. Wes Craig se encarga del aspecto visual de este desbarre adolescente, con uno de esos estilos que marcan escuela. El arte de Craig bebe del cine más callejero e hiperviolento, un espejo distorsionado donde el hiper realismo choca de frente con las fantasías más exageradas sobre la jungla urbana. El ritmo de Remender se acelera por la cantidad de recursos planteados por este artista, que gana en las distancias cortas. Su atrevido diseño de página y el atrevimiento en el diseño de personajes convierten Clase Letal en toda una experiencia para el lector que busca algo más que posturas imposibles o anatomías atrofiadas. Dinámico, diferente y apasionado, su trabajo se reamata con el inteligente uso del color propuesto por Lee Loughridge, encargado de este aspecto visual.
Clase Letal es una historia sobre como encajar en un mundo enloquecido, contado de manera bestial y sin concesiones, desde una perspectiva tan gamberra como adulta, por un equipo creativo con muchas ganas de divertirse. Es, sin duda, de lo mejor que hay ahora mismo en una librería. Esa clase de obras que hacen afición al medio.
Clase Letal se ha editado en España de la mano de Norma Editorial, que cada día tiene un catálogo de cómic americano más atractivo. Se trata de un tomo editado en rústica de 176 páginas a todo color. El precio de venta al público es de 18 euros.
[note]LA OBRA MÁS PERSONAL Y SORPRENDENTE DE RICK REMENDER
CAMBIA EL MUNDO CON UNA BALA. Es 1987 y Marcus López, un adolescente sin hogar, no tiene razones para seguir viviendo. Pero un día una chica misteriosa le propone que entre en la escuela Kings Dominion de Artes Letales . Un lugar clandestino y brutal adonde los reyes del crimen mundial mandan a sus hijos para formarlos como expertos asesinos. Aquí el asesinato es un arte y matar una asignatura más a dominar.
Rick Remender ( Ciencia Oscura ) presenta su obra más personal acompañado de Wes Craig ( Batman: Origen ) y Lee Loughridge ( Fear Agent ) con un intenso y violento viaje a la subcultura de los 80.[/note]