¡La aventura nos llama, marineros de agua dulce!, así que pongamos rumbo hacia aguas desconocidas de la mano del maestro Joan Boix, toda una leyenda del cómic patrio. Y es que el mar es sinónimo de misterios y búsquedas, de historias de valientes exploradores o de matones sin escrúpulos. El mar ha servido de inspiración para muchas de nuestras referencias favoritas, desde las 20.000 leguas de viaje submarino de Verne a la monstruosa ballena blanca de la obra maestra de Herman Melville, Moby Dick. No podemos olvidar las decenas de películas de capa y espada llenas de duelos sobre la cubierta de un barco, protagonizadas por piratas de toda estofa. Las historias sobre intrépidos navegantes se han colado en todo medio imaginable, de la novela más clásica al videojuego (de Monkey Island a Black Flag, la entrega más pirata de la saga de los Asesinos); claro está, el cómic no podía escapar del influjo, así que hoy os traemos un buen ejemplo de aventura marinera con mucho sabor clásico gracias a Jonathan Struppy, el condenado del faro, obra capital de un autor que merece todos los aplausos, después de toda una carrera dedicada al noveno arte.
En estos días es relativamente fácil encontrar a un autor español encargado de la parte gráfica de alguno de los personajes más punteros del mercado internacional, así que es de recibo el homenaje a todos esos pioneros que se abrían un hueco en la industria del cómic a nivel mundial. Bien es cierto que el mundillo editorial español era muy distinto, y el mercado interior funcionaba de manera totalmente distinta, pero eso no quita mérito a un artista de estilo único, totalmente camaleónico y lleno de detalle, que ha traspasado fronteras y ha puesto sus lápices al servicio de editoriales tanto europeas como americanas, haciéndose cargo de cosas tan variopintas como Hazañas Bélicas, Masters del Universo o The Phantom, y encargos que van desde el género romántico a las historias eróticas. Un todoterreno que encontró en este viejo farero que hoy os presentamos su voz más personal y comprometida con su forma de entender el cómic.
Jonathan Struppy vive solo en un viejo faro, consumido por sus propios fantasmas y la amargura de no haber viajado por los mares a bordo de un barco. Último de una larga estirpe de hombres y mujeres vinculadas a la navegación, el anciano pasa los días añorando un modo de vida que nunca ha disfrutado, a través de las historias de sus antepasados. El archivo familiar, protegido entre las paredes del faro, sirve a Struppy para viajar a través de los recuerdos de una época en la que el océano era un camino hacia la gloria o la riqueza, o el encuentro con la muerte y la tragedia. Seremos cómplices de estas ensoñaciones, y viajamos a lo largo de la historia, desde el lejano Egipto a las tierras de los cazadores de ballenas del siglo XIX. Incluso el propio Struppy nos contará las razones que les llevaron a su modo de vida casi ermitaño, enclaustrado en las paredes del desvencijado faro.
La historia sirve de base para las aventuras que nos narran los mohosos escritos de la biblioteca del faro, y hay una labor de documentación exquisita por parte de Boix. El meticuloso estilo del dibujante no deja ningún detalle al azar, y se esfuerza por la construcción de ambientes. Las embarcaciones, los ropajes de los protagonistas, los detalles de estas viñetas tan barrocas, enriquecidas por el agradecido blanco y negro…El cómic de Boix es una lección de cuidado y trabajo por el conjunto, que en ningún momento renuncia al sentido de la acción. Es más, estos ambientes exóticos beben, sin duda alguna de los referentes literarios clásicos, así que supongo que habrá más de una licencia histórica. Lo importante para Boix, me temo, es la edificación de un contexto exótico y brumoso. La erudición, aunque presente, queda en segundo plano.
En apariencia, es el realismo lo que prima en los relatos de Jonathan Struppy, pero lo cierto es que nos aguarda un paseo por el misterio, e incluso algún roce con el horror de ultratumba. Lo oculto está presente en cada historia, y en ocasiones, Boix juega con la soledad del anciano Struppy y su afición por el ron para confundir al lector, dejando en interrogación la auténtica esencia de estos encuentros con lo sobrenatural, de los que incluso el frustrado marinero duda. Pero es en el interior de estos documentos que llenan las estanterías de la biblioteca del faro donde reside el mayor relato de lo imposible. A lo largo de las páginas de este volumen aparecerán por sus viñetas barcos malditos, monstruos marinos, espíritus vengativos o literales encuentros con la muerte.
No es de extrañar que Joan Boix se encuentre tan cómodo en estas arremetidas en las tinieblas, ya que a principios de los 70 este autor de tan dilatada experiencia publicó en clásicos del cómic de horror como Dossier Negro o Creepy, y lo cierto es que en Jonathan Struppy explota todo su talento para el terror. El contrastado blanco y negro dan personalidad de sobra a sus páginas, auténtico maestro del uso de la tinta a favor de estos tenebrosos pasajes gráficos. La maestría de Boix no se queda ahí, y la variedad es uno de los puntos fuertes del aspecto visual de este cómic, ya que no sólo de mohosos barcos viven los relatos de Struppy. Los suntuosos palacios de los terratenientes del Caribe e incluso la majestuosidad de los templos egipcios se dan la mano con la oscuridad tétrica de las historias más tenebrosas.
Es un lujo para los que amamos el cómic, en general, encontrarnos trabajos de recuperación tan entrañables y necesarios como el realizado por Aleta para este cómic. Sería terriblemente injusto que el condenado del faro cayese en el olvido, teniendo en cuenta su estatus como obra maestra del cómic español. Puede que muchos nuevos lectores encuentren su estilo algo caduco y cargado de exceso de literatura, pero si hay un mínimo de respeto por las obras mayores, el paso del tiempo queda como algo anecdótico ante la cantidad ingente de estilo, fuerza visual y elegancia que aportan las páginas de Joan Boix.
Jonathan Struppy, el condenado del faro, reúne en un mismo volumen todas las aventuras publicadas del viejo farero. Un formato de lujo de 160 páginas en un magnífico blanco y negro, que además recoge material extra de lo más curioso, que sirve de retrospectiva de la obra de Joan Boix, y que hará las delicias de los seguidores de este magnífico artista de nivel internacional. El precio de venta al público es de 19,95 euros.
Joan Boix, nacido en Badalona en 1945, es todo un pionero de la historieta española. Ha trabajado para multitud de editoriales, tanto en Europa como Estados Unidos. A lo largo de su extensa carrera, demuestra su versatilidad para tratar con los más diversos géneros, desde el western, pasando por el terror, el erotismo e incluso el cómic romántico. A nivel internacional es el encargado de los lápices de The Phantom desde 1993.
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Fiel guardián de un ruinoso faro enclavado en un islote perdido, el viejo Jonathan Struppy vive una extraña soledad. Último descendiente de toda una saga de lobos de mar, prometió a su moribundo padre que, hasta el fin de sus días, cuidaría el faro y el gran tesoro guardado en él: los diarios de los Struppy, escritos a lo largo de los siglos por los osados, heroicos y aventureros marinos.
En su soledad, y con el ron por compañero, el viejo torrero soporta resignado su condena y a veces su cordura se desboca hasta la alucinación como consecuencia de su fracaso como marino y como persona. Antepasados de Jonathan de distintas épocas, famosos navegantes de la vida real, desfilan por esta serie protagonizando aventuras históricas, entrelazadas con la fantasía y el misterio…
Por fin, la obra más personal del maestro Joan Boix, leyenda viviente del cómic nacional, es recopilada al completo en un solo volumen de lujo, que sirve de homenaje a este gran artista. [/note]