En el turbio mundo de Batman ha poco lugar para las alegrías. El héroe, obsesivo con su autoimpuesta penitencia justiciera, ha levantado una muralla alrededor de sus propias emociones, para que no se conviertan en un lastre en el análitico y maniqueo punto de vista de este justiciero, que ha renunciado a ser un común mortal para convertirse en un símbolo. El sacrificio es una de las piedras angulares sobre las que descansa el argumentario del universo del murciélago, pero si algo ha aprendido este enmascarado a lo largo de su dilatada carrera es que ningún hombre, por muy superhéroe que sea, ha de estar solo. A lo largo de sus aventuras, el alter ego enmascarado de Bruce Wayne ha contado con la ayuda de aliados dispuestos a compartir su dura carga, algunos de los más inesperados. Entre estos abnegados creyentes, hay cierta pelirroja que se ha ganado un lugar privilegiado en los corazones de los lectores de Batman a lo largo de los años, por su alegría contagiosa y su espíritu inquebrantable. Hablamos de Barbara Gordon, más conocida en los ambientes nocturnos de Gotham como Batgirl.
Los jóvenes aliados de Batman en su cruzada nocturna han sido siempre el punto de equilibrio en la seriedad dramática protagonista a lo largo e las décadas. Robin y Batgirl han sido la eterna sonrisa, a pesar de las dificultades encontradas por el camino. La entereza mostrada por los pupilos del Caballero Oscuro han servido al propio héroe para mantener los últimos posos de humanidad en un mundo dispuesto a arrancar hasta la última pizca de esperanza, y son pieza fundamental de la esencia de esta colección (y sus derivados). Siempre ha habido un Robin, o una Batgirl, porque son símbolos tan importantes para el alma de Gotham como el propio Batman.
Hace ya un tiempo que pusimos en perspectiva la historia de esta pizpireta luchadora contra el crimen, a cuenta de su regreso tras la máscara con el nacimiento del Nuevo Universo DC. Podéis leer ese artículo aquí, con la historia resumida de nuestra querida Barbara desde aquellos primeros pinitos como heroína nocturna. Barbara volvía a las calles tras la larga convalecencia que la postró en una silla de ruedas y la transformó en Oráculo, esa especie de centro de inteligencia en la sombra que ayudaba a los enmascarados de DC en su lucha contra el crimen. Este retorno no podía ser sencillo, claro, y la Chica Murciélago tuvo que enfrentarse a sus miedos más profundos y amenazas tan dolorosas como la aparición de su hermano, un sociópata de mucho cuidado. El camino emprendido por Batgirl, lejos de ser un camino de rosas, derivó en una de las etapas más duras de su existencia, en la que su espíritu a prueba de bombas emocionales se encontraba en la cuerda floja, al ver algo tan básico en sus pilares filosóficos como la familia rota en mil pedazos, enfrentamiento con su padre incluido. La etapa de Gail Simone se saldó con Barbara más fuerte que nunca, dispuesta a dejar atrás el pasado, primeros pasos hacia la búsqueda de cierta paz interior.
Toca borrón y cuenta nueva, y eso implica la llegada de caras frescas a la cabecera de Batgirl, dispuestos a la reconstrucción total del espíritu de la colección. Después de este viaje a los infiernos de ida y vuelta, la joven se merece un buen descanso. Nuevo entorno, nueva vida, y un tono mucho más distendido que el dramatismo impreso por Gail Simone en su larga andadura al frente de las aventuras de la entrañable justiciera de Gotham.
Nos mudamos al Burnside, chicos y chicas, para ver cómo le ha ido a Batgirl en manos de Cameron Stewart y Brenden Fletcher.
Tengo sensaciones encontradas con esta nueva Batgirl. Me parece todo tan forzado y con unas intenciones tan claras que me descoloca. A lo mejor es un problema generacional, y es que estoy a años luz del público objetivo al que va dirigido este cómic; pero creo que ese es el problema: el hecho de que exista algo llamado público objetivo.
Es normal que la llegada de un nuevo equipo creativo conlleve cambios, algunas veces radicales (e injustos) respecto a la continuidad anterior. Entiendo que los recién llegados quieran dotar de personalidad a su estancia en la cabecera, y establezcan un tono diferente, y más teniendo en cuenta las cotas de dramatismo en las que se vio envuelta Barbara en su anterior etapa. Pero lo que han perpetrado Stewart y Fletcher no me convence en absoluto como producto completo.
La transformación de Barbara en niña bien de barrio pijo no es lo que pedía el personaje. No reconozco a la madura e inteligente joven de encarnaciones anteriores, y las preocupaciones frívolas de esta nueva Batgirl me resultan tan ajenas que soy incapaz de conectar ni un segundo con el contexto imaginado por sus creadores. Los secundarios me resultan repelentes, las relaciones que se establecen entre ellos rozan el ridículo, y, en general, el conjunto resulta una mezcla bastante indigesta de las partes más edulcoradas de Felicity con el cómic de superhéroes al uso. Todos los implicados se esfuerzan viñeta a viñeta en remarcar lo exageradamente cool que es la estrenada realidad de esta Barbara de diseño, parece que los guionistas están más preocupados en que el Instagram quede bien implementado como parte de la narración que en contarnos una historia de verdad. Se renuncia al fondo en beneficio de un envoltorio brillante y colorido, que, me temo, no encubre del todo las debilidades de la propuesta. Entiendo que hay unas obligaciones editoriales, que se busca, sobre todo, la llamada al público adolescente y femenino, pero si, según Setewart y Fletcher, las preocupaciones de este público se reducen a lo que muestran en las páginas de su cómic, deberían ver menos Divinity y salir más a la calle. Resulta que hay un mundo más allá de las blogueras de moda. Al final, Batgirl tiene más de hortera que de sofisticado.
Incluso los enemigos a los que se enfrenta Batgirl caen en esta orgía de brillantina y neón, y, lejos de ser el divertido refresco que Stewart y Fletcher tienen en mente, rozan lo sonrojante, más cercanos al histrionismo de las serie de Adam West que a lo que los lectores con más solera esperamos.
En el segundo tomo de la colección, Interferencia, los autores meten de lleno a Barbara en una especie de Team Up constante, que significa el reencuentro con su padre (ahora convertido en Batman interino), y la toma de contacto con el resto de la batfamilia, incluyendo recién llegadas como las chicas de la Academia Gotham (esta colección si me ha divertido, por lo menos). La acción superheroica pura y dura funciona mejor que los encuentros personales que parecen una fiesta de pijamas interminable, y he disfrutado bastante más de estos compases de colección.
La verdad es que la presencia visual de esta remozada Batgirl tiene muchos motivos de aplauso, y la aportación de Babs Tarr es sobresaliente. Acierta con el tono impuesto por Stewart y Fletcher; el simpático dinamismo de su estilo no oculta la toma de decisiones arriesgadas, expuestas con aplastante sencillez. Si bien, al fin y al cabo, su trazo es cómplice de ese exceso colorido que tanto me ha molestado, la fuerza de sus viñetas han alegrado una lectura que, sin la aportación de Tarr, me hubiese obligado a cerrar el cómic, y a otra cosa. El baile de dibujantes del segundo tomo no ayuda a la coherencia narrativa, pero por lo menos muestra variedad de puntos de vista sobre el mismo tema.
Hay momentos realmente brillantes en esta colección, pero el tono escogido por sus autores consigue sacarme por completo de sus páginas. Me temo que el enfoque escogido para esta etapa tiene mucho que ver con los aciertos de la eterna competencia entre ese público que Batgirl invoca a grito pelado en su estrenada faceta de manual de la perfecta moderna. El problema es que, mientras que en colecciones como Ms. Marvel el rollo adolescente viene acompañado con una sensibilidad humanista de primer orden, en Batgirl la cosa emocional no pasa del uso de aplicaciones de móvil para ligar, y me frustra. Mucho. No es el cambio de traje, es el cambio de actitud, que además me parece que tiene más de ego por parte de unos autores encantados de conocerse que otra cosa. Lo que más me duele es que esta historia ya nos la han contado, en una etapa que parece destinada al olvido. En los últimos estertores de la colección pre Nuevos 52, ya vimos unas aventuras de tono ligero, protagonizadas por una universitaria que luchaba por el equilibrio entre sus correrías enmascaradas y la vida universitaria que tanto exige. Era una chica normal, con sus problemas de chica normal, que no resultaba tan marciana e irritante como la Barbara que nos intentan colar Stewart y Fletcher. Hablo de Stephanie Brown, la antigua Spoiler, a la que cada día echo más de menos en su papel de chica murciélago.
Como decía al principio, lo mismo es un problema mío, que ya estoy mayor para estas cosas, pero, para más dolor, veo un menosprecio brutal por el trabajo de Gail Simone en la etapa inmediatamente anterior, como si los dos perpetradores de Batgirl estuviesen descubriendo el fuego. Y no me gusta ni un pelo, porque, a lo mejor, en la estancia de Simone vimos bastante más honestidad que en la mayoría de lo que nos cuentan estos autores, por muy vistoso que sea el envoltorio. Si esto es lo que implica la modernidad en el comic book americano, me bajo del barco, pero hay que reconocer la habilidad del marketing en DC, capaces de convertir cada tiro en el poste en un éxito.
Batgirl se publica en España en forma de cuadernos recopilatorios por ECC. Hasta el momento han editado dos volúmenes, que recogen los números americanos del #35 al #44. El precio de estos cómics es de 13,95 por volumen,, y los podrás encontrar en tu librería favorita.
[note]Barbara Gordon está lista para superar su traumático pasado, hacer las maletas y afrontar todo tipo de retos en Burnside, el vecindario más cool de Gotham City. Allí retomará sus estudios de posgrado, hará nuevas amistades e investigará casos como Batgirl, luciendo para la ocasión un flamante uniforme.
En Batgirl: La Chica Murciélago de Burnside, el equipo creativo integrado por Cameron Stewart, Brenden Fletcher y Babs Tarr reinventan a este carismático personaje. Siendo fieles a su esencia, proponen un enfoque moderno y divertido que ya ha conquistado a una legión de seguidores y al jurado de los Premios Eisner 2015, tal y como acredita la nominación en la categoría de mejor dibujante/entintador. [/note]