Los encuentros con lo oculto no son nuevos en el universo de Batman. El frío análisis de los hechos se ve truncado por lo imposible para el mejor detective del mundo, que ha de aceptar la existencia de fueras que se escapan al raciocinio humano. Quizá en los últimos tiempos hemos tenido menos contenidos de esta clase, ya que las aventuras del Caballero Oscuro han derivado en una especie de continuo tecno thriller de aires “realistas”. Lo cierto es que, en sus comienzos cercanos al pulp, o en sus racomabolescas y disparatadas tramas de los años 50, Batman se encontraba de bruces con el mundo de las tinieblas, incluidos sus compañeros nocturnos, los vampiros. En el clásico de 1939, Batman contra el Vampiro, el Cruzado de la Capa se las veía con un espécimen de estos chupasangres, y solucionaba la papeleta usando un arma de fuego con balas de plata, algo impensable para el Batman canónico de años posteriores. Lo que cambian las cosas, ¿verdad? Años después, en 1991, fueron Doug Moench y Kelley Jones los encargados de un nuevo enfrentamiento con estas criaturas de la noche, que se recopilan en Batman: Vampiro.
Es inevitable que la figura del perverso monstruo, popularizado por la inmortal novela de Bram Stoker, nos venga a la cabeza cuando vemos al protector de Gotham City. El murciélago une a ambas criaturas de ficción, y la oscura presencia de Batman, envuelto en su capa en las sombras no se aleja mucho de las recreaciones góticas del vampiro tradicional. Aún si cambiamos los mohosos castillos europeos por los olvidados callejones del entorno urbano de las aventuras del mejor detective del mundo, al final, ambos seres nocturnos son la imagen del miedo, dirigido a víctimas muy distintas, claro. Si el vampiro es el miedo a la muerte y la enfermedad anclado en el corazón de los seres humanos, incluso los inocentes, Batman es el terror para aquellos que han elegido las sombras como guarida, la oscura esperanza en el corazón de los habitantes de Gotham, que han puesto su seguridad en manos de un ser que trasciende lo humano. Un monstruo que nos protege de otro monstruo es la respuesta en un mundo a la deriva.
Doug Moench, curtido en el cómic de horror en publicaciones míticas como Creepy, entendía como nadie el poder icónico de Batman como ser nocturno, en comparación con el vampiro depredador representado por el nosferatu clásico. Convertido en imagen incrustada en la cultura universal gracias al cine, Drácula se coronaba como rey de los monstruos, fascinante y aterrador a partes iguales, clara representación de los pulsos sexuales que dominaban la época en la que Stoker ideó a su criatura legendaria. Así que en la imaginación de este escritor con clara tendencia a la oscuridad en sus formas, imaginó el enfrentamiento entre las dos poderosas criaturas de la noche, en una historia de claras influencias en el cine de terror, pero perfectamente anclada en la tradición de la mitología del Caballero Oscuro.
La línea Otros Mundos es un estupendo campo de cultivo para la experimentación, y da a los autores la capacidad de explorar ideas diferentes acerca de personajes demasiado enclaustrados en sus continuidades infinitas. La posibilidad de otros planteamientos y visiones de estos mitos aporta un soplo de aire fresco, y la curiosidad de los lectores se dispara ante los nuevos puntos de vista que pueden plasmarse en imágenes gracias a esta iniciativa. El hecho de que este enfrentamiento entre Batman y Drácula tuviese cabida en estas historias alternativas, daba la posibilidad a Doug Moench de un juego con la esencia misma de Batman, obligado por las circunstancias a decisiones ineludibles, con su humanidad en juego. En las páginas Lluvia Roja, como se llamó el primer episodio de esta trilogía vampírica, el cruzado de la capa se enfrenta a un asesino implacable que acecha a los sin hogar de los barrios más desfavorecidos de Gotham, ante la indolencia de las autoridades. Una extraña joven llamada Tania avisa al detective de la presencia en la ciudad de un mal milenario, enloquecido por los años, dispuesto a crear un ejército de no muertos. Drácula es la mayor amenaza a la que se ha enfrentado Batman, así que Tania ofrece al alter ego de Bruce Wayne un arma que le dotará del poder necesario para la victoria. Un poder que convertirá al justiciero en un auténtico hombre murciélago, en un viaje sin retorno.
Moench encontró en Kelley Jones un aliado perfecto. Este fabuloso dibujante había desarrollado un arrollador estilo propio, grotesco y sombrío, ideal para una historia de tintes góticos. En su aclamada estancia en Dead Man dejó clara su facilidad para lo macabro y sobrenatural, inspirado por los clásicos de terror de la Universal o la Hammer, aderezados con el gusto por lo fantasmagórico en los escenarios del expresionismo alemán y películas como Nosferatu. Figuras de anatomía imposible envueltas en juegos de luces pesadillescos envuelven el trabajo gráfico de un dibujante excepcional. Su visión de Batman para esta serie es casi monstruosa, un poderoso y musculado luchador contra el crimen, pero claramente afectado por las influencia de Jones. La interminable capa del Caballero Oscuro dota al personaje de un aspecto más siniestro de lo normal, y sus poses, tan premeditadamente afectadas, incentivan el contexto vampírico de la obra. Estos tics del artista enriquecen de manera magistral el delirio sangriento ideado por Moench, cercano a un espectáculo cinematográfico de la Hammer más que al cómic de superhéroes al uso.
El éxito de Batman: Vampiro fue inmediato, y, por supuesto, aparecen las secuelas. Tormenta de Sangre y Niebla Carmesí ahondan en la lucha de Bruce Wayne por conservar los pocos restos de su humanidad tras el enfrentamiento con Drácula, mientras busca a los supervivientes de la monstruosa familia de depredadores creada por el rey de los vampiros. No podía falta el Joker en la función, convertido en el líder de estos no muertos desesperados por la superviviencia y amenazados por el renacido Batman, poderoso como nunca, pero mermado por su sed de sangre. La trilogía finaliza con un auténtico festín del horror en Niebla Carmesí, en el que Moench convierte a los desquiciados villanos de Batman en víctimas de un enloquecido depredador, dispuesto a impartir justicia de manera definitiva.
Publicada nueve años después del Batman contra Drácula original, el paso del tiempo entre estas obras nos muestra la evolución de Kelley Jones, completamente desatado en esta última entrega de Batman: Vampiro. Su arte ha llegado a máximos grotescos de libertad y expresividad, tras su arrollador paso por la colección regular de Batman. Ha experimentado con las posibilidades gráficas del personaje durante años, y todo ese poder visual para lo monstruoso e imposible, con fuertes dosis de violencia, encuentran su punto de ebullición en este final de gran carga dramática.La más directa de las tres obras que componen este recopilatorio, y quizá la más simple, pero de enorme coherencia con lo tratado en las dos entregas anteriores. Moench abandona en cierto modo la simbología acerca del sacrificio y posterior renacimiento del héroe para tratar de manera brutal la dualidad en el corazón de Batman, siempre en el filo entre el héroe y el monstruo, entre el justiciero y el adicto a su propio poder.
Batman: Vampiro, es una forma diferente, pero totalmente respetuosa con el personaje, de afrontar la lectura de Batman. La libertad que ofrece la salida de la continuidad oficial del Caballero Oscuro es usada con ingenio por Moench para redefinir las relaciones del protector de Gotham con sus aliados y enemigos, desde la perspectiva de la metamorfosis del héroe en una imagen perversa de su propia imagen en el espejo. Un hombre enmascarado que aspira a ser el miedo encarnado, por fin lo consigue. Quizá, el precio es demasiado alto.
Sobre todo, Batman: Vampiro, es una fascinante oportunidad de ver a un artista como Kelley Jones en estado de gracia, en constante evolución y completamente entregado a la historia. Admito que Jones es uno de mis dibujantes favoritos, y me cuesta mucho ser objetivo con su trabajo, pero creo que no engaño a nadie alabando las virtudes gráficas de estas tres novelas gráficas, un auténtico lujo para los que disfrutamos con el tenebroso estilo de un dibujante al que no se le han dado tantos aplausos como se merece. Disfrutad de este enfrentamiento mítico, y de sus terribles consecuencias.
ECC nos trae este jugoso recopilatorio que incluye las tres series de Moench y Kelley dedicadas a su versión alternativa de Batman. El tomo se incluye en la línea Otros Mundos, y se presenta encuadernado en tapa dura y con gran calidad de papel, pero bastante escaso en extras. El precio de venta al público es de 28,50 euros.
Doug Moench es una leyenda del cómic USA, curtido en las publicaciones de la editorial Warren en sus inicios profesionales. Encontró su auténtica oportunidad cuando se le ofreció trabajo en Marvel, donde haría época en celebradas etapas al frente de Master of Kung Fu, o Werewolf By Night, donde crearía todo un icono de la editorial: El Caballero Luna. Convencido para fichar por DC por sus desacuerdos con Jim Shooter (editor de Marvel), firma un acuerdo en exclusiva y comienza una celebrada estancia como responsable de las colecciones dedicadas al Caballero Oscuro.
Kelley Jones comienza su carrera artística como dibujante de colecciones como los Micronautas. Decepcionado por su propio estilo, que el mismo define como carente de personalidad, comienza una etapa de investigación sobre su propia forma de entender el cómic, que explota en su etapa como artista de Deadman. La capacidad de Jones para la creación de mundos tenebrosos y casi oníricos le convierten en el compinche ideal de Doug Moench, que elige a este particular dibujante para el enfrentamiento entre Batman y Drácula. Convencidos por la química establecida entre ambos, pronto se hacen cargo en conjunto de las aventuras de Batman en su colección regular. El resto, es leyenda.
[note]Tras recuperar su brillante etapa al frente del personaje a través de la línea Grandes autores de Batman, recopilamos en un único tomo las historias de Doug Moench y Kelley Jones ambientadas en Otros mundos, en los que la leyenda del Caballero Oscuro y la mitología vampírica convergen.[/note]