“De modo que ella, sentada con los ojos cerrados, casi creía en el País de las Maravillas, aunque sabía que solo tenía que abrirlos para que todo se transformara en obtusa realidad”. Los mundos ficticios, aunque vivan en la imaginación, nacen de las realidades conocidas. Oxford es uno de los lugares que guarda fantasía entre sus rincones, donde Charles Lutwidge Dogdson, más conocido como Lewis Carroll, vivió y creó al País de las Maravillas. En sus cuentos, existen versiones de esta ciudad inglesa, pero entre la ficción y la magia, su personalidad y el reflejo de la sociedad de la época quedaron retratadas. Después de más de 150 años, sigue teniendo adaptaciones, como ha sido la última a la gran pantalla de ‘Alicia a través del espejo’. ¿Quieres conocer la realidad que inspiró a las historias de Lewis Carroll?
Viajamos a la década de 1860, cuando el autor era un profesor universitario de matemáticas y trabó amistad con el decano, Dean Liddell, cuya hija, Alice Liddell fue la inspiración de Carroll para el personaje que es conocido por todo el mundo. Carroll le contaba historias a ella y a sus hermanas, hasta que decidió plasmarlas en papel, siendo publicada en 1865 la primera edición de ‘Alicia en el País de las Maravillas’.
Aquel conejo blanco, con chaleco y reloj, representación del apresurado señor Liddell, guio a Alicia hacia la madriguera y su descenso. Ese momento, se asemeja a una caída en sueños cada vez más angustiosa hasta tal punto que provoca el despertar. Esta imagen de Carroll muestra el acceso a lo inconsciente y retrata la ansiedad, las prisas que cada vez son más características en la sociedad. Una vez que Alicia bajó, tras una serie de obstáculos, encuentra la puerta para adentrarse en el País de las Maravillas, una entrada característica por su paisaje verde y colorido, como el jardín donde las hijas de Liddell solían jugar, el Cathedral Garden, situado al principio del colegio universitario Christ Church College, donde Carroll impartía sus clases universitarias.
En su interior, la huella del autor británico sigue presente, en una de las vidrieras hay un retrato suyo, junto al de Alicia, acompañados de figuras vinculadas a sus obras como el Sombrero Loco. A todo ello, se unen los escudos de armas de la familia Liddell. Frente al “college”, Alice Liddell solía comprar caramelos en la tienda de chucherías “The Old Sheep Shop”, que sigue recibiendo hoy en día a clientes y se ha convertido en un gran atractivo turístico.
Más lejos del epicentro de las Maravillas, en Parks Road, el Museo de Historia Natural fue visitado en 1863 por las niñas Liddell y por L. Carroll, donde les enseñó los restos de un dodo, el animal que aparece en el capítulo ‘The Pool of Tears’. Si vas actualmente al museo, mientras paseas entre enormes dinosaurios reconstruidos, a uno de los lados se cruzará en tu camino el dodo.
Hay otros recovecos, que fueron una inspiración para las aventuras de Alicia, en los que Lewis Carroll paseaba con frecuencia. Uno de sus favoritos de la ciudad era el río Támesis, en particular, lugares como Thames o Nuneham. Precisamente, un día que navegó con la familia Liddell en 1862, fue cuando empezó a narrar a las pequeñas las historias de Alicia.
Más allá de estos rincones, parece que el espíritu del País de las Maravillas está presente en cualquiera de las calles de Oxford, donde puede que te encuentres con tu propio conejo blanco y seas Alicia por un día.