Un piano que sirva para unir Oriente y Occidente. Ese es el sueño del protagonista de ‘El piano oriental‘ y la idea que vertebra el argumento: una idea que muchos tildarían de ingenua, algo de lo que la autora Zeina Abirached es plenamente consciente y lo utiliza a sabiendas. De ese modo, nos encontramos ante una historia capaz de reflexionar sobre multitud de temas, muchos de ellos polémicos y de plena actualidad, con la música como excusa y el humor y la ternura para cohesionarlo todo y hacer que llegue directamente a cada lector.
‘El piano oriental’ cuenta la historia de Abdalah Kamanja, basado en el bisabuelo de la autora Abdalah Chahine, un amante de la música que entre los años 50 y 60 construyó un instrumento capaz de conjugar los semitonos de la música occidental con los cuartos de tono de las melodías árabes, un “piano oriental”. Un logro que le obsesiona y por el que viaja a Viena para conseguir comercializarlo y darlo a conocer a todo el mundo. De fondo a su historia, la ciudad de Beirut en su época dorada, con sus habitantes, sus costumbres y sus paisajes.
Al mismo tiempo, el toque autobiográfico se hace más fuerte al presentarnos en paralelo la experiencia de la joven Zeina Abirached: su infancia, su familia, su aprendizaje del árabe y del francés y su viaje a Europa unas décadas después de que lo hiciera su bisabuelo. Ella cambia el Líbano por París, dejando su casa y su familia a la edad de 23 años y viviendo en primera persona el choque cultural. Dos momentos muy diferentes para el país, dos tiempos distintos en la misma familia, pero la misma visión compartida, el mismo sueño.
La autora retrata el Líbano antes de la guerra y sus intentos por ser un puente entre Occidente y Oriente, utilizando para ello la historia de su familia y la metáfora del piano. El país y muchos de sus habitantes persiguen el sueño de ser un punto de encuentro entre culturas y entre idiomas. La propia Zeina Abirached, muchos años después, intenta ser un “piano oriental”, sintiéndose libanesa y francesa y no queriendo renunciar a ninguna de sus identidades ni de sus lenguas, pese a que ella sí creció durante la guerra civil y el mundo se lo pone cada vez más difícil. La autora construye una historia amable y fresca, que huye del drama y de abordar directamente ideas políticas, aunque no evita mencionar la guerra o el choque entre culturas.
No es la primera vez que la dibujante franco libanesa crea una historia en torno a este tema. Ya publicó en 2007 ‘El juego de las golondrinas‘ y en 2009 ‘Me acuerdo, Beirut‘, ambas novelas gráficas centradas en su infancia en la ciudad de Beirut en guerra (en España se publicaron con la editorial Sins Entido). Con influencias indudables de Marjane Satrapi y de Chris Ware, Zeina Abirached va un paso más allá utilizando en esta historia una narrativa mucho más experimental y simbólica que en sus publicaciones anteriores. No en vano, la autora ha tardado cuatro años en dibujar ‘El piano oriental’.
El dibujo es en blanco y negro y sabe unir el argumento y la narrativa de las viñetas, ofreciendo páginas que son una absoluta genialidad. Rostros sencillos y fondos detallados, bocadillos de diálogo que reflejan las conversaciones, los pensamientos y los ruidos de fondo, líneas rectas y curvas que juegan en cada viñeta. Ningún trazo es casual. En la composición de las páginas todo cuenta y a veces el dibujo dice tanto como el texto, mientras que en otras ocasiones incluso cuesta diferenciar entre ambos. Es muy destacable el uso de las onomatopeyas y es que precisamente la temática de ‘El piano oriental’ es la música, y por eso, la continua presencia de sonidos y pequeños ruidos de la vida cotidiana conforma una especie de banda sonora que nos acompañará tejiendo el fondo de toda la historia. Zeina Abirached consigue algo que parece imposible: dibujar los sonidos.
El cómic constituye un auténtico homenaje al multiculturalismo del que ahora todo el mundo habla pero no tantos entienden. Una llamada a la unión y a la paz que no parte de lo políticamente correcto, sino de la historia personal y de un sentimiento auténtico. Una visión nostálgica del encuentro entre Oriente y Occidente en primera persona y sin dramas que sin duda dará a pie a reflexiones y debates. Salamandra Graphic publica esta obra en formato rústica con solapas. En una obra en la que el lenguaje es tan protagonista, con tantas onomatopeyas y páginas que abordan directamente las diferencias entre el árabe y el francés, la traducción de María Otero Porta fluye con naturalidad y no chirría en ningún momento. El cómic consta de 212 páginas y tiene un precio recomendado de 28 euros.
Zeina Abirached
Zeina Abirached nació en Beirut en 1981. Se graduó en la Escuela de Bellas Artes de Líbano en la especialidad de grafismo, y en 2004 se trasladó a París, donde estudió animación en la Escuela Nacional de Artes Decorativas. En 2006 dirigió el corto ‘Mouton‘, que posteriormente adaptó como cuento infantil ilustrado. Ese mismo año se produjo su debut en el ámbito del cómic con dos obras que permanecen inéditas en castellano: ‘[Beyrouth] Catharsis‘ y ‘38, rue Youssef Semaani‘. En 2007 llegó su consagración como autora de cómic con el exitoso ‘El juego de las golondrinas‘, que fue seleccionado por el Festival Internacional de Cómic de Angulema como uno de los títulos esenciales del año y se tradujo a una decena de idiomas. En 2008 vio la luz ‘Me acuerdo. Beirut‘, en el que Abirached toma prestados recursos del libro homónimo escrito por Georges Perec en 1978. ‘El piano oriental‘ se publicó en 2015 y fue escogida como una de las grandes obras del año en el Festival de Angulema, donde recibió el premio Phénix 2016. También ha trabajado como ilustradora.
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El piano oriental
Zeina Abirached
Traducción: María Otero Porta
En esta nueva obra de corte autobiográfico ambientada en el Beirut de los años sesenta, Zeina Abirached se inspira en los desvelos de su bisabuelo por crear un piano «bilingüe» que le permita tocar con el instrumento occidental los cuartos de tono de las melodías orientales.
Abirached, una de las dibujantes de cómic más relevantes del panorama internacional, vuelve a explorar con lucidez, humor y ternura las afinidades culturales entre Oriente y Occidente.
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