Quedan apenas unas semanas para el estreno de Doctor Strange, la película dedicada al maestro de las artes místicas de Marvel. La productora se adentra así en otro de los universos que le quedaba por explorar en su despliegue cinematográfico, el aspecto mágico de la famosa editorial. Lo que hemos visto hasta ahora nos ha puesto los dientes largos, y, además, como con cada estreno de la casa, esperamos toneladas de material, nuevo y clásico, dedicado al personaje en nuestras librerías favoritas. Entre esos títulos, veremos este clásico casi olvidado, el encuentro entre Doctor Extraño y Doctor muerte en Triunfo y Tormento.
La obra que hoy os mostramos tiene ya unos cuantos años a las espaldas. Triunfo y Tormento se editó originalmente en 1989, dentro del experimento editorial llamado Marvel Graphic Novels, una de esas aventuras con las que Marvel dio la vuelta al mercado a principios de los 80. La Casa de las Ideas daba los primeros pasos por entonces para elevar el cómic a algo más que simple entretenimiento. En primer lugar, aceptaron el hecho de los cambios producidos en sus propios lectores. Ya no eran niños devorando revistas de cómics en los kioscos; los lectores habían crecido, reflexionaban acerca de las posibilidades del medio, y se hacían con sus títulos favoritos en las librerías especializadas, protagonistas de los cambios en los modelos de distribución. Estos consumidores exigían nuevos riesgos editoriales y formatos adaptados a sus necesidades de trascendencia para un mercado que daba claros signos de agotamiento.
Fueron años de creatividad asombrosa y riesgo editorial desconocidos desde los mismos orígenes de Marvel. Entre finales de los 70 y principios de los 80, varias colecciones rompen los moldes. Claremont revitaliza los X-men, Miller destroza los tópicos en Daredevil, Dough Moench y Bill Sienkiewicz construyen una etapa memorable de Caballero Luna, mezcla perfecta de forma y fondo. Byrne recupera el esplendor de los 4 Fantásticos, Roger Stern y Romita Jr. llevan a Spiderman a la edad adulta…
Son decenas los ejemplos de la explosión de aquellos años y sus implicaciones para la calidad del cómic de superhéroes. Muchas de esas etapas, a día de hoy, todavía no han sido superadas, y la mayoría de conceptos que se trabajan en Marvel nacían entonces. Visto el éxito de aquellos experimentos narrativos, los editores de La Casa de las Ideas decidieron apostar por nuevos formatos. De esta apuesta nacieron las muy pretenciosamente llamadas Marvel Graphic Novels (MGN para abreviar), con la idea de dejar atrás las imposiciones del comic book tradicional.
Las MGN ofrecían a los autores posibilidades imposibles con el restrictivo esquema de las colecciones mensuales, esclavas de las necesidades del mercado y de la producción de caracter industrial. Historias limitadas por el número de páginas y las fechas de entrega eran las fronteras a dejar atrás con el nuevo invento. Inspiradas en el modelo de album francés, Marvel dio a sus autores punteros un juego con los personajes de la casa, sin las trabas de la edición tradicional. Historias de contenidos ambiciosos en un formato mucho más serio que el acostumbrado, implicaba además el regate al Comic Code. Aunque la restrictiva autocensura ya no era lo de antaño, todavía coleaban sus absurdas imposiciones. El hecho de la distribución a librerías especializadas implicaba un público adulto, así que se pudo jugar con los límites sin levantar ampollas.
El estreno no pudo ser más genial. Jim Starlin inauguraba las MGN con la trascendental La Muerte del Capitán Marvel. Era 1982, y el listón estaba en lo más alto. A lo largo de su historia, este formato nos dejó obras maestras absolutas como Dios Ama, el Hombre Mata, de los X-Men, o curiosos experimentos narrativos como Amor y Guerra, protagonizada por Daredevil, arropado por un equipo de lujo: Frank Miller y Bill Sienkiewicz.
Una vez puesto en perspectiva el formato, que era importante, vamos con la obra de hoy. Roger Stern no era un desconocido para el mundo mágico de Marvel. De hecho, fue guionista de la colección del Doctor Extraño en la que es, quizá, la etapa más celebrada del personaje. A principios de los 80 narró hechos tan importantes como La caída de los Vampiros (del que hablamos hace ya tiempo, y lo puedes leer aquí), así que no es casualidad que acabase encontrando a uno de sus personajes fetiche años más tarde.
En Triunfo y Tormento, Stern propone el encuentro entre los dos doctores con más renombre del universo Marvel, a cuenta de los fantasmas del pasado del dictador de Latveria. Muchas veces se olvida el carácter místico de Von Muerte, representado con asiduidad como genio científico. En esta entrega, el veterano guionista recupera esa faceta mágica del eterno aspirante a conquistador del mundo. De hecho, mezcla con inteligencia ambas caras del villano, en una aventura que se mueve entre la mística tradicional en las aventuras del Doctor Extraño con el toque de horror fantástico en los compases finales.
La historia de Stern comienza como una competición mágica, en la que los mejores magos de la tierra son invocados para la elección del místico que llevará el título de hechicero supremo. Por supuesto, ambos protagonistas de la aventura son llamados al evento. Al final de la contienda, Extraño se ve obligado por las reglas del combate a ayudar a Muerte, enfrentado a las hordas de Hades por el alma de su madre.
Stern investiga sobre el pasado y motivaciones de uno de los villanos por antonomasia de La Casa de las Ideas, dando cuenta de su traumático pasado y la búsqueda incesante de poder. Ambos místicos se enfrentan en su propio terreno al ser icono del mal absoluto en el universo Marvel, el infame Mefisto, señor del engaño y la tentación.
El escritor profundiza en los deseos y anhelos de los protagonistas, los enfrenta a los fantasmas de sus orígenes, y reflexiona sobre la naturaleza del mal. Basa el poder de su idea de Doctor Doom en el axioma de que no hay mal sin bien y viceversa, jugando con las contradicciones eternas en la naturaleza de Von Muerte, que le hanconvertido en un personaje fascinante e imprescindible. Aunque sabe el monstruo que esconde la máscara, Extraño no puede evitar el sentimiento de respeto por un hombre capaz de arriesgarlo todo por pura determinación.
Lo visual cobra protagonismo en el despliegue mágico de esta obra, pero Stern no pierde el tono basado en los personajes, el punto fuerte de este autor a lo largo de su carrera. El guionista logra dejar atrás los tópicos y lugares comunes del villano, y dibuja un personaje tridimensional, ambiguo, humano, víctima de sus obsesiones, presentado con cierto tono crepuscular de búsqueda de redención. Al final, Muerte es el gran protagonista de Triunfo y Tormento.
En el aspecto artístico tenemos a (aplaudan) Mike Mignola, en pleno asentamiento del estilo que lo catapultaría al Olimpo en Hellboy. Vemos gran parte del despliegue de talento de este afamado dibujante en Triunfo y Tormento, en su salsa con tanto demonio y mostruosidad interdimensional. El barroquismo, los excesos expresionistas en la anatomía humana, los juegos de luces y sombras, el fenomenal juego con el diseño de página, la libertad absoluta de su narrativa, los fastuosos tenebrismos en los ambientes y escenarios… Triunfo y Tormento es el primer paso hacia la confirmación de este artista tan extravagante y grotesco como excepcional, dueño de una perturbadora idea de belleza gráfica que emociona. No está al nivel bestial de Hellboy, pero es una gozada. Algunas escenas se quedan tatuadas en tu retina, eso seguro.
Además si contamos con el entintado de uno de sus compinches habituales Mark Badger, el resultado es algo más que satisfactorio. Es un despliegue de fantasía e intenciones de este tipo que hoy es una leyenda.
Triunfo y Tormento es de esas obras que han envejecido de manera magistral, y ofrecen perspectivas que, según vemos en la evolución posterior de los personajes, han calado en el imaginario Marvel. Es buen momento para la recuperación de un clásico, de una época que cerraba una década dorada en La Casa de las Ideas. Al final, nos ponemos nostálgicos.
Doctor Extraño y Doctor Muerte: Triunfo y Tormento será recuperado dentro de apenas unas semanas en el volumen dedicado a la estancia completa de Roger Stern en la colección del señor de las artes místicas. Si no quieres esperar hasta entonces, la propia Panini reeditó el álbum en su formato original de 80 páginas, y seguramente lo puedas encontrar en librerías especializadas. En su momento, este volumen salió al mercado al precio de 11 euros.
Roger Stern comenó a trabajar para Marvel a mediados de los años 70, y por sus manos han pasado los personajes míticos del sello. Deja para el recuerdo etapas memorables en Los Vengadores o Spiderman, e incluso la creación de un grupo tan entrañable como Los Vengadores Costa Oeste (Nuevos Vengadores en España). También ha colaborado, aunque en menor medida, con DC, formando parte del equipo que desarrolló La Muerte de Superman.
Mike Mignola es toda una leyenda del cómic USA. Comenzó su carrera entintando para Marvel a principios de los 80, en colecciones como Daredevil o Iron Fist y Power Man. Pronto se ganó la confianza de los editores y se hizo cargo de la miniserie de Rocket Racoon. Para DC trabajó de portadista, aunque dejó para el recuerdo trabajos como Batman: Luz de Gas, enmarcado en la línea otros mundos, en el que dejaba clara la evolución de su estilo. Pero, sin duda, es su trabajo en Hellboy el más personal, arriesgado y divertido de toda su producción, y le ha dado fama internacional.
[note]¡Una obra maestra que aunó el talento de dos monstruos del cómic mundial! En 1989, Roger Stern, el aclamado guionista de Los Vengadores y El Asombroso Spiderman, y Mike Mignola, poco tiempo antes de crear Hellboy, se unieron para concebir la historia definitiva de Victor Von Muerte. Cada año, el peor villano del Universo Marvel combate contra Mefisto por el alma de su madre. Cada año, pierde la batalla. Pero, ¿qué ocurriría si tuviera a su lado el poder del Doctor Extraño, el Hechicero Supremo de nuestra dimensión?[/note]