Como ya comentábamos en el análisis del volumen anterior, los torneos son un clásico del género shōnen que nos permite apreciar las cualidades de los protagonistas (y en muchos casos, también de los antagonistas). Ya sea de forma temporal, con la Selección de Otoño de ‘Food Wars: Shokugeki no Soma‘ o el Torneo Interescolar de primavera de voleibol de los chicos de ‘Haikyuu!‘; o formando la base de la historia, como en el caso de los ‘battle royale’ de ‘BTOOOM!‘ y ‘Sword Art Online‘, los torneos eliminatorios siempre han dado mucho juego y por eso aún siguen siendo utilizados de forma recurrente por un gran número de autores.
En el caso de ‘The Seven Deadly Sins’, seguimos en el Festival de la pelea de Byzel, donde Diane, el pecado de la Envidia, aún reducida a tamaño normal e inscrita en el torneo bajo el sobrenombre de Matrona, continúa su enfrentamiento con Hauser, uno de los Caballeros Sagrados de Liones, que participa en el torneo mientras está de permiso y que no es consciente de quién es verdaderamente su contrincante.
Llegados a este punto de la historia, la relevancia del torneo se vuelve mínima. Tal y como hemos podido comprobar en los volúmenes anteriores, la diferencia de poder entre los Deadly Sins y el resto de Caballeros Sagrados llega a veces a ser incluso ridículamente excesiva (como ya se vio cuando derribaron una fortaleza inexpugnable simplemente echando un pulso), por lo que auténtica cuestión es qué ocurrirá en el enfrentamiento final entre Matrona (Diane) y Meliodaf (el increíblemente ingenioso alias de Meliodas).
Consciente de ello, Suzuki no alarga las peleas más de lo necesario y aprovecha las situaciones que se generan para mostrarnos varios aspectos de la personalidad de los personajes (la pillería de Ban y la inocencia de King les convierte en una pareja que da muchísimo juego) y darnos más pistas sobre el pasado de nuestros protagonistas, en este caso centrándose en los pasados de Meliodas y Elisabeth.
En este sentido, uno de los puntos clave en la narrativa es que intenta evitar el exceso de diálogos innecesarios que caracteriza a otros autores del género. Ha de reconocerse a Suzuki que, a pesar de que los combates no son ni mucho menos mudos y siempre que es necesario hay alguna interrupción para que el personaje de turno pueda explicar sus justificaciones, es innegable que las secuencias de batalla están bastante limpias de bocadillos y no adolecen de las clásicas invasiones de bocadillos que en muchas ocasiones, más que aportar, distraen al lector de la acción que se está desarrollando en esas páginas.
Otro punto a agradecer es que no tenemos una ristra interminable de villanos y secundarios que aparecen una vez y de los que luego nada más se supo. Aunque haberlos, haylos, Suzuki intenta concentrar la trama todo lo posible, lo que facilita su seguimiento a través de los volúmenes de la colección y prácticamente siempre los introduce con alguna referencia a la última aparición del personaje, para hacer aún más sencilla su ubicación. Tal es el caso de dos Caballeros Sagrados, Guila (a la que ya conocimos en el cuarto volumen) y Jericho (una antigua conocida de Ban) que vuelven a la carga tras varios capítulos de ausencia.
En resumen, el guion sigue una estructura a priori sencilla y directa, con algunas tramas secundarias que se interrelacionan con la trama principal y acaban formando parte de ella de forma muy natural.
En el apartado del dibujo, a pesar de que no nos encontremos ante la característica esencial de este manga, queda patente que Suzuki sigue mejorando volumen a volumen, entregándonos alguna que otra ilustración a doble página a la altura del nivel visual de su adaptación al anime, cada vez más limpias y precisas, pero manteniendo su sello de identidad.
Del mismo modo, podemos apreciar alguna mejoría en algunos de los diseños de los personajes, especialmente en el caso de King y Ban, cuyo nivel de detalle en alguno de los puntos cruciales en la trama de este tomo ayuda a transmitir la historia al lector, así como Meliodas, cuya transformación a lo largo del propio tomo viene dada no solo por la historia, sino también por los sutiles cambios de expresión que van perfilando el personaje hasta el final del volumen.
Manteniendo el esquema habitual, Norma Editorial nos trae un nuevo volumen de ‘The Seven Deadly Sins’, con sus 200 páginas en edición en rústica con sobrecubiertas a un precio de 8€. Tras este pequeño arco de transición, que ha servido para conocer más cosas del pasado de dos de los protagonistas y obtener algunas explicaciones sobre algunos elementos, veremos qué nuevas sorpresas aguardan a los Deadly Sins en su siguiente batalla y si serán capaces de hacer frente a lo que se aproxima.
Nakaba Suzuki es un dibujante de manga japonés nacido en la ciudad de Sukugawa (Japón) en 1977. En 1994 publicó su primer manga, ‘Revenge’, y a partir de 1998 comenzó a trabajar para diferentes revistas de temática shōnen de Japón. En primer lugar publicó ‘Rising Impact’ para la famosa Weekly Shōnen Jump, entre 1998 y 2002. Una vez acabada la serie, continuó con ‘Ultra Red’ un año más en la propia revista. El poco éxito de este último manga le acabó llevando a la revista Ultra Jump, donde dibujó ‘Boku to Kimi no Aida Ni’ a la vez que hacía, para Shōnen Sunday, ‘Blizzard Axel’. En esta última continuó publicando ‘Kongō Banchō’ hasta 2010. Dos años más tarde, comenzó con el que sería su manga de más éxito hasta la actualidad, ‘Nanatsu No Taizai’ (en España ‘The Seven Deadly Sins’) para Weekly Shōnen Magazine.
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THE SEVEN DEADLY SINS 6
Formato: Rústica con sobrecubierta
Tamaño: 11,5 x 17,5
Páginas: 200B/N
ISBN: 978-84-679-1989-9
PVP: 8,00 €
MELIODAS Y SUS COMPAÑEROS DESCUBREN QUE HAN CAÍDO EN UNA TRAMPA…
Diane desea recuperar su arma perdida, pero ya es tarde cuando descubren que se trata de un simple señuelo diseñado para atraerles… ¡y recuperar a Elizabeth! Aunque tampoco les hacen ascos a matarles a todos…[/note]