jueves, diciembre 5, 2024

Reseña de ‘La espinaca de Yukiko: Edición definitiva’

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Panini
El tomo editado por Ponent Mon
El tomo editado por Ponent Mon

A Henry Miller se le atribuye la frase “si quieres olvidar a una mujer conviértela en literatura”. Desde luego, las tribulaciones amorosas (tanto masculinas como femeninas, no nos quedemos literalmente con la sentencia inicial) han sido gasolina para libros, miles de canciones o, en el caso que hoy nos toca, cómics. A lo largo de la historia tenemos ejemplos de sobra sobre exorcismo de demonios personales a base de arte, con más o menos fortuna. La espinaca de Yukiko habla de amor, sí, y de pérdida también. Es un adiós en viñetas, pero alejado de todo exceso quejica y llorón. Entre otras muchas cosas, es una celebración de la vida, de vivir el momento, de la memoria y la nostalgia. Es un canto a la belleza, expresada de forma personal y pequeña, llena de sensibilidad y valentía.

Frédéric Boilet se consagró a nivel internacional con esta magnífica demostración de maestría gráfica y narrativa, publicada en 2001. Desde luego, hablamos de un autor muy particular; es de los pocos occidentales que se ha hecho hueco en un mercado tan idiosincrático como el manga, en el que parece una misión imposible sobresalir si no se es japonés. Sus obras se editan en enormes tiradas en el país del sol naciente, se ha convertido en el nexo de unión entre estilos y escuelas muy dispares en técnica e intenciones. Su estilo es el feliz encuentro entre el manga con la narración gráfica europea. El resultado de la miscelánea es algo único, donde se pueden reconocer trazos y maneras de todas sus influencias, traducido en una forma de belleza íntima en las páginas de La espinaca de Yukiko.

La base de La espinaca de Yukiko no difiere en principio de decenas de historias. El chico conoce a chica de toda la vida es el pilar fundamental del relato de Boilet. Claro está, a partir de un concepto tan sencillo, este particular artista nos recuerda que lo importante es cómo nos cuentan las cosas. La espinaca de Yukiko es una colección de momentos, saltos mínimos en el tiempo que cuentan con sencillez aplastante la evolución de un amor extraño, precipitado, inconsistente, lleno de pequeñas imperfecciones y momentos realmente entrañables. Es la relación de un artista con su musa, tan real y palpable como las personas que encontramos en el metro o en el supermercado. No hay grandeza, ni exaltada búsqueda la perfección.

yukiko-paginaFrédéric Boilet nos lleva, al contrario, a la reivindicación de las cosas ínfimas que nos hacen únicos. Yukiko es su sonrisa, sus cicatrices, sus manchas corporales. El autor retrata una mujer tan real, tan humana y contradictoria como cualquier persona que pueda formar parte de nuestra vida, o incluso nos recuerde a nosotros mismos. Boilet jamás juzga a su personaje. Simplemente nos invita a compartir los momentos que hicieron especial algo tan normal, e incluso prosaico, como es una relación entre dos personas.

Esa invitación se convierte en prácticamente literal por las valientes decisiones de Boilet en el aspecto artístico. Los puntos de vista elegidos, el acercamiento casi obsesivo a la figura humana, convierten La espinaca de Yukiko en una experiencia sensorial. Compartimos la intimidad de la pareja, en todos sus aspectos, sin ocultar nada, en un ejercicio de honestidad que conmueve y sorprende. El dibujante francés nos presta sus ojos para este viaje, y es a través de su mirada la forma en la que comprendemos la intimidad con Yukiko. La visión subjetiva, los primeros planos, los planos detalle de la anatomía humana, configuran esta experiencia casi invasiva en la que nos sumerge Frédéric Boilet. El sentimiento al leer esta obra es de total inmersión en la memoria del autor, y el resultado es tan hermoso como, en ocasiones, perturbador.

En una apuesta total por la verdad de la experiencia humana, el autor desnuda su alma y también a sus personajes. El concepto de honestidad sobre su relación de pareja implica que acompañamos a los dos amantes incluso en sus momentos más íntimos. Hay un fuerte contenido erótico en la propuesta de Frédéric Boilet, sin ningún tipo de censura ni impedimento artístico o moral, pero está totalmente alejado de la explotación del recurso. Nos introduce en el aspecto físico de estos dos amantes con total normalidad, un aspecto más de la totalidad que son estos momentos en la vida de ambos protagonistas. Se muestra con toda la belleza del trazo de Boilet, pero como pieza de la vida, con la misma importancia en el conjunto que es una cena con los amigos, una conversación o el resultado de algo tan trivial como lavarse los dientes.

El realismo de Boilet es casi fotográfico, pero hay momentos en los que se transforma en mágico, por pequeños detalles y guiños, en perfecta armonía con la idealización de esta especial musa que es Yukiko. El arte de este artista es de esos trabajos que quedan en la retina, pero al mismo tiempo remueve algo en nuestro interior. La viñeta esconde un juego de sonidos de ciudad, de ajetreo urbano, de luces y sombras, que contrastan con los silencios, las largas escenas de perfecta comunión entre lector y artista en las que habla el rostro humano, el cuerpo de los protagonistas, el roce de piel contra piel. Los espacios se unen a esa magnífica conversación entre todos los elementos que hacen de un cómic algo digno de leer y recordar.

El artista al desnudo
El artista al desnudo

Además de esta reflexión acerca de la complejidad de las relaciones humanas y sus consecuencias, Frédéric Boilet establece un diálogo con su propio arte y su forma de trabajo. En ese ejercicio de honestidad del que hablo, Boilet nos muestra sus apuntes, las páginas de sus cuadernos llenas de anotaciones, retratos rápidos, pensamientos. Vemos un artista que recuerda a través del dibujo, que hay más de nostalgia que del olvido del que hablaba al principio de esta reseña. No hay dolor ni corte abrupto. En el inevitable adiós, hay mucho de amable, de la calidez que hay en un momento agridulce que se nos cuela en la cabeza en el instante más inesperado.

La espinaca de Yukiko es el resultado de esa feliz circunstancia para los lectores en la que un autor encuentra una historia y la voz para contarla, arropado por una técnica arrolladora. La belleza que esconde cada  página de este pequeño regalo para el amante de la narración secuncial es la demostración de que el cómic, como medio de expresión artística, no tiene límites. Se respira libertad en este buceo por el más íntimo retrato de pareja. Sin melodrama, exento de clichés de romanticismo irritante. Frédéric Boilet aprieta las teclas adecuadas, maneja a sus personajes con naturalidad, sin disfraces. La espinaca de Yukiko es una porción de vida, sin más. Ni épica, ni grandes momentos explosivos. No hace falta. El tono y el ritmo atrapan sin necesidad de artificios, con contundente sobriedad y sencillez.

Decía Miller que hay que escribir sobre las mujeres para olvidarlas. Frédéric Boilet nos enseña que el arte, a veces, sirve para preservar la belleza del momento. Me gusta más ese modo.

Ponent Mon recupera en una edición tan bonita como sencilla (totalmente adecuada a la esencia del cómic que presenta), esta fabulosa obra de 2001. A medio camino entre el manga y el cómic de escuela europea, esta edición renovada incluye una historia inédita del romance entre Boulet y Yukiko. Editada en rústica, el álbum se compone de 144 páginas en contrastado blanco y negro. El precio recomendado es de 16 euros.

Frédéric Boilet es de los pocos autores occidentales que se ha labrado una carrera en Japón. En 1993 fue becado por la poderosa Kodansha, y pasó 15 años en el país del sol naciente depurando su particular estilo. Sus obras se publican con gran éxito en varios países, y además de su trabajo artístico se dedica a actividades editoriales con las relaciones entre el cómic occidental y el manga como fondo.

[note]Se trata de uno de los álbumes más sorprendentes de toda la historia del cómic, si bien los medios utilizados son de lo más sencillo… La historia transcurre como si el autor nos contara en tiempo real el breve idilio que sostuvo con la señorita Yukiko Hashimoto.» «Yukiko, bajo el trazo de Boilet, es la chica más guapa del mundo, hermosa como Anna Karina a ojos de Godard, hemosa como Maggie Cheung para Assayas (…) Frédéric Boilet es un intimista, dibuja la ternura, el vínculo, la relación amorosa en cámara subjetiva, ese instante fugitivo en que la emoción le embarga a uno[/note]

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CRÍTICA

Guión
Dibujo

RESUMEN

Hermoso acercamiento a la memoria del autor, dibujado con un estilo casi obsesivo que es un desafío al lector

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