En el cómic europeo parece que los que hacen la fama son los chicos de la escuela franco belga. Siempre a la vanguardia y posicionados como referentes tanto de los modelos más clásicos como de nuevas tendencias, es ahí donde se sitúan los ojos del aficionado. Pero desde luego, hay otros mercados que cardan la lana con mejor o peor fortuna, y si hay un punto en el mapa donde poner nuestro interés comiquero, está en Italia. Hoy os hablamos de, precisamente, de un auténtico icono del cómic italiano: Nathan Never, agente Alfa, último boy scout de un futuro sombrío.
Como decimos, el italiano ha conseguido el sueño de muchos mercados editoriales, y esto es crear una identidad propia, de referentes muy claros, y de resultados económicos más que decentes. Si hay que nombrar una editorial que marque la diferencia es la mítica Sergio Bonelli. Desde los años 40 ha dedicado sus esfuerzos a la creación del panorama nacional de la historieta en Italia, y a día de hoy sus cifras de ventas se mantienen en números que serían la envidia de cualquier país fuera de los todopoderosos Estados Unidos.
Por este legendario sello se han paseado algunos de los artistas más increíbles de los lápices europeos, incluidos muchos españoles que pusieron rumbo a pastos más verdes. También ha servido de trampolín a grandes autores italianos, como el propio Claudio Castellini, dibujante de este tomo. Hace poco veíamos rescatado en edición de lujo la personal versión de Silver Surfer perpetrada por este maestro del blanco y negro.
Bonelli se caracteriza por el extenso catálogo de personajes de muy diversos géneros, desde el Western de Tex al cómic de terror representado en Dylan Dog. Nathan Never es uno de los clásicos recientes de la editorial, enmarcado en la ciencia ficción pura y dura. A pesar de sus 25 años a las espaldas, goza de muy buena salud, y es por eso que Aleta se atreve a rescatar su primera aventura de 1991, en un formato que hace justicia a la trayectoria del personaje. Esto es lo que recoge este atractivo tomo, el proyecto original presentado por Antonio Serra y Claudio Castellini que dio el pistoletazo de salida a un carácter imprescindible del cómic europeo.
Este primer tomo de Nathan Never pone especial cuidado en dar sentido al universo propio donde se desarrollarán las peripecias de este agente especial. La construcción de ambientes es primordial, y bebe de fuentes reconocibles, con especial interés en la estética ciberpunk que tan de moda estaba durante las décadas de los 80 y de los 90 del siglo pasado. Las novelas de gente como William Gibson son clara inspiración en la propuesta de Serra, aunque hay enormes diferencias de matices que luego explicaremos. No es el único nombre importante de la ciencia ficción que nos vendrá a la cabeza durante la lectura de Nathan Never, puesto que el maestro indiscutible del género, Isaac Asimov, también tiene su porción de presencia en la estructura de este mundo futuro.
En esta primera aparición de Nathan Never aprendemos las reglas tanto del personaje como de su realidad. En el contexto presentado por Serra y Castellini prima la tecnología, que ha invadido todos los aspectos de la vida. La inteligencia artificial no es una desconocida, y los viajes espaciales son comunes. El tráfico de información es la auténtica batalla en la sombra, y todo el mundo parece ocultar un secreto turbio. En medio de este futuro tan brillante como podrido se sitúa Nathan Never, rodeado de cierto halo de melancolía, pero fuertemente aferrado a sus principios.
Esta es la diferencia que os comentaba entre las propuestas de Gibson o personajes clave del género, como Deckard en Blade Runner. En los ambientes ciberpunk priman el cinismo, los protagonistas de moral dudosa, herederos de la serie negra de Raymond Chandler. Nathan Never está muy lejos de esta postura vital, y conserva la fe en los valores clásicos del héroe. Esto le lleva a cierto anacronismo, a pez fuera del agua enfrentado a una sociedad corrupta e interesada, donde los paladines de brillante armadura no existen ni en los cuentos.
En este universo futuro, la agencia Alfa es una suerte de policía privada, creada como apoyo a las insuficientes fuerzas del orden gubernamentales. El primer caso de Nathan Never tiene como trasfondo el robo de un programa creado para el borrado del código de conducta para los androides, lo que permitiría a estas inteligencias artificiales ignorar las directrices que bloquean la capacidad de daño a seres humanos. Cómo no, está implicado un empresario siniestro sin ningún tipo de escrúpulo, otro clásico del ciberpunk, llamado Aristóteles Skotos. El único testigo de toda la operación es un androide, C-09, convertido en accidental compañero de Nathan Never, que demostrará que la humanidad no entiende de programaciones.
Este primer álbum de Nathan Never incide en los temas clásicos de la ciencia ficción moderna, acerca de los límites entre humanidad y tecnología, o los nuevos paradigmas acerca de la existencia que surgen con la aparición de la inteligencia artificial. Explora las relaciones entre un futuro hipertecnificado y sus habitantes, sin ninguna renuncia a la acción. Aires policíacos con toques de espionaje en un auténtico clásico.
Serra no renuncia a los lugares comunes y los usa como conexión con el lector, que reconocerá sin problemas pequeños detalles. Por ejemplo, las eternas peleas entre Nathan Never y sus superiores, airados portazos presentes. Entre los secundarios, el eterno empollón con habilidades sociales inexistentes o la compañera ruda de gatillo fácil. Un tanto desdibujados, claro, puesto que son los primeros compases de una colección que lleva dos décadas en desarrollo.
El dibujo de Castellini es una auténtica gozada. Aparte de su dominio de la figura humana, los detalles con los que da forma al universo de Nathan Never dejan decisiones estéticas de esas que demuestran la capacidad narrativa el cómic como medio. Nada más que la primera página del tomo invita al aplauso; fabuloso juego de espejos y perspectivas adornado con el despliegue de tecnología espacial, no imagino un punto de partida más impactante. De los vehículos espaciales a lo pequeños recovecos del piso de Never, Castellini fija las condiciones gráficas que han servido de sustento a la colección hasta el día de hoy, y deja clara la razón de su éxito internacional.
En ese despliegue visual, hay mucho del cómic americano, claro, pero también influencias de las fantasías de ciencia ficción de la revista inglesa 2000 AD, inevitable en Europa a la hora de abordar el cómic de este género.
Aleta nos invita a redescubrir un clásico de su catálogo, con una presentación acorde al acontecimiento, y es que hablamos de 25 años de historia, iniciados en este obligatorio volumen. Menos oscura que el tratamiento habitual de la ciencia ficción de estilo ciberpunk (normalmente orientada al antihéroe) Nathan Never es un tipo que mantiene la fe intacta. Un romántico, quizá. Entre tanto humo de tabaco y nihilismo tecnológico, la presencia de Never resulta hasta estimulante. Disfrutemos pues de aquellos inicios, por muy inocentes que nos parezcan más de 20 años después.
Aleta recupera el la mítica primera aventura de Nathan Never en un volumen digno de la ocasión. Presentación de lujo y muchísimo material extra, en el que Castellini explica su proceso creativo con muchos ejemplos gráficos. En un estilizado blanco y negro, os esperan 112 páginas de puro clásico del cómic. El precio recomendado de venta al público es de 19,95 euros.
Antonio Serra: Proveniente del mundo del fanzine, comenzó su colaboración con Bonelli a finales de los años 80. Su creación más importante en la editorial es el héroe de ciencia Ficción Nathan Never. Aparte de su labor creativa, Serra ejerce como divulgador del cómic en diversos medios.
Claudio Castellini: Este dibujante romano es todo un clásico y pionero del cómic europeo. Comenzó al cargo del dibujo de Dylan Dog en Bonelli, para luego crear junto a Antonio Serra a Nathan Never, otro clásico de la editorial. En1993 comienzan sus colaboraciones con Marvel, lo que convierte e Castellini en punta de lanza de la posterior llegada de muchos dibujantes italianos convertidos hoy en estrellas. Su consagración llego con la publicación de una novela gráfica dedicada a Silver Surfer, escrita por Ron Marz. Este trabajo fue galardonado con varios premios, y abrió las puertas a Castellini de manera definitiva. Desde entonces, ha trabajado para todas las grandes editoriales, y personajes tan importantes como Lobezno o Batman han pasado por su particular y estilizada visión.
[note]
¡Primera y mítica aventura de Nathan Never celebrando su 25 aniversario!
El recordante Eric Kleeman (dotado de un cerebro capaz de almacenar datos como un ordenador) ha escapado de Nathan Never, Agente Alfa. Kleeman ha almacenado un programa robado que permite a los androides violar las Leyes de la Robótica, capacitándolos para matar. Su misión, entregar el programa a Aristóteles Skotos, empresario sin escrúpulos. El androide C-09, testigo del asesinato, y Nathan Never persiguen a Kleeman, que se encuentra en una nave repleta de androides modificados. Por si fuera poco, Nathan se topará con el hijo de Aristóteles, Kal Skotos, y su inseparable y mortal látigo monomolecular…
En junio de 1991 veía la luz el primer álbum de Nathan Never. La editorial italiana Sergio Bonelli Editore hacía historia creando su primer personaje de ciencia ficción, y miles de páginas después el universo del Agente Alfa no ha hecho más que crecer. Pero todo empezó aquí, en este álbum que Aleta recupera en una edición de lujo con portada nueva obra de Claudio Castellini, incluyendo comentarios y material gráfico nunca visto antes[/note]