Continúa el viaje de Sophie y su alter ego mágico, Promethea, lanzadas hacia un nuevo nivel por los dos artífices de su aventura. Alan Moore y J.H. Williams III se confirman como uno de los duetos más atractivos de la historia del cómic moderno, y alcanzas cotas de creatividad y talento narrativo tan poco convencionales como extraordinariamente atractivas. Este segundo volumen de Promethea es un intenso diálogo entre el mundo terrenal y el espiritual, auténtico testamento ideológico de Alan Moore, escritor extravagante y audaz, que comparte su visión mística del cosmos con nosotros, agradecidos lectores.
En el volumen anterior (cuya reseña puedes leer aquí) vimos el origen de esta nueva encarnación de la heroína científica conocida como Promethea. Aparte de otras facetas, este personaje tan inocente como poderoso y decidido, es la encarnación de la capacidad humana de trascendencia creadora. Es la consecuencia de todas las historias, mitos y leyendas, consumadas en la presencia de esta luminosa creación para inspiración del común de los mortales. El libro uno de esta odisea comenzaba con la búsqueda de sintonía entre la heroína y su huésped mortal, Sophie Bangs, a la vez que presentaba el mundo de las ideas, Inmateria, en contraste con el imaginario tecnológico del mundo imaginado por Moore y Williams III.
Para esta segunda entrega, Moore continúa el in crescendo alucinado, pero extrañamente sobrio, que lleva a Promethea a un nuevo viaje, en esta ocasión a través de las esferas que conforman el Árbol del mundo. Un camino de purificación al más puro estilo de los grandes mitos de antaño, con la mirada puesta en las prácticas de la cábala o la alquimia. El tarot se da la mano con el mundanal plano de lo terreno, estableciendo una conexión entre ambos, un espejo en que ambas facetas de la humanidad conforman una pan visión monumental dela existencia, siempre pasada por el erudito prisma del maestro Moore. Se apropia del viejo dicho hermético “lo que es arriba, es abajo” y, en un fabuloso ejercicio de sincretismo espiritual, encuentra puntos en común entre lo divino, lo humano, lo material y lo místico, contado además de la manera más excitante posible.
Tras los acontecimientos del primer tomo, en donde Promethea se presentó al mundo, esta nueva epopeya comienza en el momento en el que Sophie decide abandonar el plano terrestre a la búsqueda de Barbara, encarnación anterior de Promethea. Aparentemente muerta al sacrificarse en los últimos compases de la aventura anterior, ha emprendido su propio camino a través de las distintas esferas del árbol de la vida. Junto con Sophie y los diversos aliados que encuentra en su viaje, pone rumbo hacia los niveles más altos del cosmos mágico, al lado de la mismísima divinidad.
Por supuesto, el viaje planteado por Moore y Williams III es un constante encuentro con los símbolos, las referencias mágicas, los juegos con la misma historia de la humanidad, puestos al servicio del escritor inglés, en esa faceta que deja ver tan poco: amable, didáctico, transmutado en una especie de maestro que, con toda su sabiduría humildad, presenta a sus alumnos una nueva visión de la realidad. Y es que hay mucho de didáctico en esta obra de Moore. En algunos pasajes de su aventura, parece que busca la conexión total con su lectores. Da la impresión de que con Promethea, busca trascender la experiencia dramática o narrativa del cómic al uso. A cambio, sentimos que Moore aspira a una especie de iluminación universal a través de sus pasajes esotéricos, la intención del auténtico cambio interior en aquellos que se acercan a las páginas de Promethea.
Al estilo de los antiguos alquimistas, Moore parece pretender la transformación del plomo en oro, la iluminación de nuestras conciencias dormidas y la elevación de nuestros espíritus. Por supuesto, no creo que llegue a tanto la cosa (descreído que es uno, la verdad), pero el viaje propuesto es tan brillante, tan repleto de fe en los lectores, en la imaginación del ser humano en general, que sí llega a emocionarnos en muchos de los momentos de este volumen.
El viaje hacia la trascendencia de Promethea se presenta como la
de pruebas al estilo de los mejores relatos de iniciación: La Odisea, Los Argonautas, los 12 trabajos de Hércules o el viaje al Inframundo de Gilgamesh, la historia de nuestros mitos está repleta de referencias hacia esta clase de epopeyas capaces de transformar al héroe (heroína, en este caso) en un ser que está por encima del resto de mortales. Efectivamente, Promethea emprende un viaje de purificación y encuentro, que nos devuelve al personaje renovado, dispuesto a afrontar los últimos pasos de la serie que vendrán en el tercer volumen.
Si Moore se lo está pasando en grande, qué decir del arte de J.H. Williams III, en el que es, posiblemente, su mejor trabajo. El despliegue de libertad sin paliativos del artista había quedado patente en la anterior entrega, pero la recreación del universo mágico de Moore alcanza niveles que tan solo puedo calificar como gloriosos. A lo mejor es un adjetivo un poco exagerado, pero la investigación de las posibilidades del propio arte más allá de los lugares comunes del cómic es la labor de un artista apasionado, vibrante, dispuesto a plasmar la belleza en todo su esplendor. Aire, agua, tierra y fuego son los elementos de la propuesta de esta autor, que lleva la mística abstracta a su traducción en imágenes, auténtico festín de color y experimentación.
A partir de la baraja del tarot, las diferentes etapas de este viaje por lo imposible demuestran la cantidad de recursos, la capacidad de sorprender, el poder de la imagen para dar sentido a un mundo tan complejo como el expuesto por el cuento chamánico de Moore. El genio creador de obras maestras como Watchmen gira su trabajo intelectual a partir del lenguaje como elemento básico de la creación; efectivamente, Williams establece un diálogo entre la palabra y la imagen, algo básico para entender el cómic, pero de manera única, especial, extremadamente bella y referencial. La experiencia lectora completa, ofrecida con amor máximo por las posibilidades del medio.
Maravilloso ejemplo de combinación de talentos, Moore reescribía las reglas que el mismo ya había desmenuzado a lo largo de la década de los 80. Aquellos postulados, mal entendidos por parte de conformistas y mediocres pseudoestrellas, dieron como resultado todos los excesos de los 90. Tendría que ser el propio autor primordial el que volviese a las raíces, devolviendo la luminosidad de antaño a los cómics. El Moore amable, paladín de la imaginación, es tan explosivo como el oscuro destructor de mitos. Estamos deseando conocer el desenlace de esta emocionante demostración de pulso narrativo y belleza plástica. De momento, disfrutemos de esta segunda etapa del viaje de Promethea.
Promethea: Libro dos, continúa la línea editorial del primer volumen. Esto se traduce en un libro de lijo, encuadernado en tapa dura, que contiene 336 páginas a todo color. Recopila los números 13 a 23 de la edición original en grapa de America´s Best Comics, con un buen puñado de material extra, y todas las portadas de los números compilados. El precio de venta al público es de 31,50 euros.
Alan Moore necesita pocas presentaciones. El de Northampton ha escrito con letras de oro su nombre en la historia del cómic. Fue punta de lanza de la invasión de escritores británicos que invadieron el mercado USA a principios de la década de los 80, y obras como La cosa del Pantano descubrieron al mundo las posibilidades narrativas del cómic, más allá de los supuestos inamovibles de los grandes sellos editoriales. Watchmen, La Broma Asesina o From Hell son muestras del poder de la narrativa de este genio, tan fascinante como polémico.
J.H. Williams III es uno de los artistas más personales del cómic actual. Ha trabajado con autores de la talla de Warren Ellis o Grant Morrison, aunque en los últimos tiempos ha ganado notoriedad por la celebrada etapa al frente de Batwoman junto a Greg Rucka o la impresionante colaboración con Neil Gaiman en The Sandman: Overtura.
[note]Poco a poco, se desvelan las claves de la odisea que afronta Sophie Bangs, destinada a asumir el legado de Promethea. En este segundo tomo —también repleto de extras—, Alan Moore y J.H. Williams III continúan explorando todos los recursos que proporciona el medio, poniéndolos al servicio de una historia mágica.
Solo Alan Moore (Watchmen,V de vendetta) y J.H. Williams III (Sandman: Obertura) podían crear esta epopeya fantástica sobre la encarnación viva de la imaginación: una Promethea que —como esta obra maestra— “si no existiera, habría que inventarla”. [/note]